viernes, 3 de junio de 2022

LA ENTREGA DEL "SENSUS FIDEI" A SATANÁS

 Los Pastores de la Iglesia, entre los que me incluyo por mi ser Sacerdote, no mira -no debe mirar- únicamente a formar y defender las conciencias de los hijos de Dios en su Iglesia en medio del mundo, una a una. Para nada.

Eso, diría que se ventila en los Medios de Formación que, en cualquier entidad eclesial, se dan y se ponen a disposición de las gentes. Aún más y mejor, y de modo privilegiado, y en un multisecular empeño de la Iglesia Católica, con la Dirección Espiritual: nada que ver con el “acompañamiento” o así: no somos “mascotas” ni “señoritas de compañía” ni “mozos de cuadra” o “palafreneros". 

LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL HA SIDO SIEMPRE, EN LA IGLESIA, UN VERDADERO CAMINO DE SANTIDAD, PERSONALIZADO Y, POR ESO MISMO, MUY EFICAZ.

Ser “confesor” -como ser “predicador", por ejemplo- era una “especialidad” dentro de los Sacerdotes. Especialidad que, como todas las demás, se alcanzaba, y no por “decreto", precisamente. Había que demostrar “capacidades” y “vocación". Dos cosas más, auténticas y necesarias ambas, que desde el CV II algunos se han cargado en la Iglesia.

Pero esta formación y dirección de almas, “una a una” insisto, no es la única Misión del Sacerdote para arriba: obispos, etc. A los Pastores, a todos los que asumimos esta Vocación y esta Misión, nos corresponde, y a ese mismo nivel, y con esa misma exigencia, formar y defender el “sensus fidei” del Pueblo Cristiano.

Algo que, en numerosos países, antes católicos, se ha perdido: por eso se han descristianizado casi totalmente; y las almas han quedado expuestas, de ese modo, a todas las ideologías; ideologías que, por definición, son ateas; y por eso mismo, inhumanas y antisociales. Destructoras de la persona humana y de sus construcciones específicas, empezando por la Religión: los más genuinamente definidor y demostrador de LO HUMANO.

¿A QUÉ SE LLAMA “SENSUS FIDEI”? EN LENGUAJE SENCILLO Y DIRECTO, EL “SENSUS FIDEI” SE REFIERE A LA CERTEZA DE LOS CREYENTES EN/DE LAS VERDADES FUNDAMENTALES DE NUESTRA FE.

Este “sensus fidei", este “sentido de la Fe” -lo que es, lo que comporta, a dónde nos lleva, para qué nos sirve, por qué la necesitamos-, además de la seguridad que nos proporciona, una seguridad que no nos viene “ni de la carne ni de la sangre“, sino de Dios -creemos en Dios, creemos a Dios y creemos por Dios- es el cauce y el compromiso -Misión y Tarea- de DISCERNIMIENTO. En Católico.

“Discernimiento", “criterio", que nos proporciona la capacidad de reconocer y distinguir perfectamente -poniendo cada cosa en su lugar-, lo que viene de Dios, y/o lo que viene del mundo y de nuestras personales pasiones: esta es la verdadera Ciencia y la auténtica CONCIENCIA  de los Católicos: el “juicio crítico” como lo denominaron los clásicos.

En nuestro caso, en los católicos, un juicio crítico ya “bautizado". Y, por tanto, Sanado, Regenerado, Liberado y Elevado a unos horizontes desconocidos e inalcanzables sin la Gracia y sin la Revelación. O: sin Dios.

Y todo eso, poniéndolo en relación a lo que somos por Gracia -hijos de Dios- y a lo que hemos de alcanzar: la Salvación Eterna. Porque, fuera de esto, nada más nos debería importar, por superfluo: ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?

Es la “nariz católica”, como la llamaba san Josemaría, que tan buenos resultados le dió. A él personalmente: un Santo a carta cabal, canonizado de hecho. Y a su Obra, el Opus Dei, al que bien podía llamar “Obra de Dios", porque no quería en ella nada, “personal” o “colectivo", fuera de la Gloria de Dios, el Servicio a la Iglesia “como la Iglesia quiere ser servida”, y la Salvación de las almas: de todas las que se pueda.

Así vivió, y así murió. Y en “las Tres Camapandas”, nos dejó por escrito, su Testamento Espiritual y su grandísima confianza en nosotros, a los que nos quería como hijos auténticos, porque lo éramos: fruto de su oración, de su mortificación, y de su Santidad grandiosa: proclamada ya en vida por muchísimos personas, fueran o no de la Obra. 

MUCHOS PASTORES -QUE NO HAN HECHO HONOR NI A SU VOCACIÓN, NI A SU MISIÓN NI A SU OFICIO- HAN DEJADO A LOS FIELES, SUS HIJOS EN CRISTO, “A LOS PIES DE LOS CABALLOS”.

Ante la avalancha de eslóganes contrarios a la Fe, a la Persona humana, a la Iglesia y a Dios mismo -autentico bombardeo ‘por saturación’, que arrasa absolutamente todo lo que cae bajo su radio de acción-, ejercido de manera inmisericorde desde fuera de la Iglesia, tantísimos Pastores o no han sabido, o no han querido -por los motivos que sean: ellos sabrán-, afirmar la Doctrina, Confirmar en la Fe, Fortalecer los  Corazones y encender las Conciencias. A más de “atornillarse” con grandísima confianza en la Roca, que es Jesucristo.

Pero es que tampoco han sabido afrontar -o no han querido- los estragos del “fuego amigo": lo que ha venido contra los fieles -sus hijos ante Dios-, desde dentro de la propia Iglesia Católica. Lo vemos cada día, pues cada día hay ejemplos que lo confirman.

Lo último y de plena actualidad: lo que va saliendo de los así llamados “sínodos": todo herejías. O casi. Y eso que viene “de lo mejor y más comprometido de la Iglesia”, según la propaganda oficial. Y con un “éxito arrollador".

De este modo los fieles, atrapados entre dos fuegos, reducidos a una papilla asquerosa -los “católicos a lo biden", los obispos que dan la Comunión en Misa a los aborteros más infames, o a los no católicos-, desconcertados hasta el punto de no saber ni dónde estaba el enemigo, han tragado todo el veneno que les han suministrado, sin encontrar, en sitio alguno, la medicina y/o la triaca que pudiese contrarrestar tales males, mortíferos de necesidad. Y sin poder acudir a un médico  de urgencias. Menos mal que la Iglesia era una “hospital de campaña"… en “cierre patronal", claro. Muditos, ciegos y sordos.

BUENO, CASI, PORQUE DIOS NO ABANDONA DE MODO TOTAL.

No puedo dejar de nombrar a unos obispos ejemplares: don Jesús, don José Antonio y don José Ignacio, que han sabido mantenerse y estar donde debían y como debían, entrándole a lo que estamos comentando, en favor de sus fieles, y de todos los que hayan querido ir a saciarse en esas aguas: que vienen de Dios, porque están en Él.

Hay que sacar a relucir LO CATÓLICO: reconocerlo, en primer lugar, pues sus perfiles ya no están ni medianamente claros para tantísima gente. Luego, asimilarlo: porque lo que no se ha digerido ni alimenta ni puede valer para nadie.

Más tarde, venerarlo, alabarlo, defenderlo, administrarlo…, para poder “alimentar” a las almas -corazones y conciencias- con eso. Y solo con eso. Es decir: con Cristo, porque no hay otro Nombre por el que podamos ser salvos. Ni otra Palabra que salve. Ni otra Gracia eficaz.

Y hay que abandonar, por muy recomendado que esté y siga estando desde arriba, todo lo que ha llevado a esta situación. No solo penosa, muy penosa, y de difícil arreglo también.

Pero para esto han estado -y están- los Sacerdotes y los Obispos y los Papas Santos, con las Instituciones que promueven, y con su generosa entrega a las almas todas. Porque los verdaderos reformadores han sido y son los Santos.

Entrega, hasta el extremo: Hasta dar su vida por las ovejas. Como Cristo Señor Nuestro, Buen Pastor. Enamorados del Señor Jesús. 

Y todo esto, cambiará: ¡al tiempo!

José Luis Aberasturi

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