(Continúa del post anterior).
Por fin
he leído el texto completo del fallo de hoy del Tribunal Supremo respecto al
aborto.
https://www.supremecourt.gov/opinions/21pdf/19-1392_6j37.pdf
Impresionante
la implacable lógica que aplica. Es un texto impecable. Y, precisamente por
eso, hace trizas la sentencia del Caso Roe. No muestra la más mínima misericordia.
Aquí entresaco algunas perlas:
♣ Like
the infamous decision in Plessy v. Ferguson, Roe was also egregiously wrong and
on a collision course with the Constitution from the day it was decided.
♣ Without
any grounding in the constitutional text, history, or precedent, Roe imposed on
the entire country a detailed set of rules for pregnancy divided into
trimesters much like those that one might expect to find in a statute or
regulation.
♣ Roe’s
failure even to note the overwhelming consensus of state laws in effect in 1868
is striking, and what it said about the common law was simply wrong.
♣ The
arbitrary viability line, which Casey termed Roe’s central rule, has not found
much support among philosophers and ethicists who have attempted to justify a
right to abortion.
♣ Those
criteria, at a high level of generality, could license fundamental rights to
illicit drug use, prostitution, and the like.
En mi
vida, a causa de mi pasión por el Derecho, he leído unas cuantas sentencias de
tribunales. Pero esta es la primera vez que veo cómo un Tribunal Supremo
desautoriza sin la menor piedad a sus colegas de unos años antes. Podían haber
cambiado la doctrina con modos más diplomáticos. Pero han optado por decir la
verdad: aquello fue un inmenso error sin ningún fundamento en el Derecho.
Conclusión: (Esta conclusión no es del Tribunal Supremo, sino
mía). El feto nunca fue parte del cuerpo de la madre, sino un cuerpo
dentro de su cuerpo. Pero es que, además, tampoco hay un derecho legal a hacer
lo que quieras con tu cuerpo. Hay innumerables ejemplos legales de ello. No se
puede vender un riñón, y eso sí que es parte de tu cuerpo.
Los
tribunales supremos de muchos países han querido resolver por vía de decreto
una cuestión filosófica de la que lo mínimo que se podía decir era que distaba de estar
resuelta. Si hubieran actuado con justicia tantos jueces, lo mínimo que
deberían haber reconocido era que se trataba de una cuestión filosófica no
resuelta, pero en la que estaba en juego la vida de millones de seres humanos.
Y en la que, por tanto, no se podía proceder hasta resolverla.
P. FORTEA
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