UN DOCUMENTAL SOBRE LOS «CAMBIOS DE SEXO», LA ATRACCIÓN HOMOSEXUAL, EL CHEMSEX...
Uno de los testimonios que recoge 'Transformados'
es el de Kathy Grace Dunkan, quien tras hormonarse y mutilarse y luego
'detransicionar', asesora a personas con disforia de género.
Más de un millón de
órganos sexuales sanos se
tiran a la basura cada año en todo el mundo, y son extirpados de cuerpos cada vez más jóvenes. Testículos,
úteros, mamas... son sacrificados supuestamente para llevar la felicidad a
personas que sufren lo que hasta hace muy poco se consideraba un trastorno de
identidad de género, ahora rebautizado como "disforia
de género". Crece como la pólvora porque las aulas, los medios de
comunicación y las redes sociales lo hacen crecer. Los niños son
conducidos artificiosamente a una vida inesperada de sexualización y
medicalización. Y el número de quienes se arrepienten se dispara.
El documental Transformados aborda esta realidad con testimonios de
víctimas de esas 'transiciones' y
de expertos que las tratan en consulta. Se ha estrenado este 28 de junio,
cuando muchos celebran el llamado Día del Orgullo Gay. Dirigido por Marta Sanz Lovaine para Media Salud Comunicación, Transformados sigue
la estela de Camino abierto, anterior producción de esta periodista que
atesora catorce años de experiencia como coordinadora de la sección de sanidad
en Antena 3 TV y que posteriormente ha trabajado once años en programas
televisivos en el ámbito científico.
Con rigor y
objetividad -lo cual no
significa una imposible neutralidad ante el drama que viven personas
concretas con nombre y rostro-, la reportera pregunta y
pone el micrófono, y quienes tienen algo que decir lo dicen. El espectador es
quien juzga.
EXPERIENCIAS
COMPLEJAS
Kathy Grace Dunkan dedica
hoy buena parte de su tiempo a asesorar a personas transgénero en Portland
(Oregón, Estados Unidos), intentando evitarles buena parte de los sufrimientos
que ella vivió. Nació en un hogar disfuncional y sufrió abusos sexuales en la
infancia. Su percepción de sí misma estaba totalmente alterada. A los 19 años
empezó un tratamiento hormonal para
convertirse en hombre, iniciando un proceso que remató con una doble mastectomía.
Leah Grey echa la
vista atrás en su propia vida y se encuentra una niña que quería ser un niño y que en
su juventud se inició en las relaciones lésbicas y en una promiscuidad que no fueron
precisamente puertas a su felicidad.
También Andrés Molina,
de Tarragona (España), contempla su pasado desde un presente muy distinto. A
los 10 años, la pornografía trastocó
su visión de su propia masculinidad, lo que le preparó para introducirse en la
adolescencia en las relaciones homosexuales.
El venezolano Carlos Eduardo Catari sufrió
de niño el rechazo de su padre a sus formas amaneradas, unidas a un abuso sexual por parte
de alguien cercano que empezó a los 5 años y acabó cuando tenía 12, ya con su
visión de sí mismo totalmente deformada. A los 15 empezó a prostituirse en ámbitos gay y
confiesa que le gustaba.
En torno a estas cuatro vidas,
contadas por sus protagonistas con sencillez desde un presente
distinto y sorprendente tras
un cambio en el que Dios apareció de formas imprevistas y diversas, se articula
la investigación de Transformados en torno a un fenómeno que cada vez preocupa
más: el "incremento masivo de niños
y adolescentes que afirman haber nacido en el cuerpo equivocado".
UN
FENÓMENO NUEVO Y RÁPIDO
Solamente en la plataforma
GoFundMe hay 39.000 adolescentes recaudando fondos para
extirparse su senos sanos. Pero la moneda tiene otra cara: solamente en la plataforma Reddit hay 17.000
jóvenes arrepentidos de su 'transición' que desean volver a su
condición biológica natural.
Hasta 2010, explica a
cámara Ann Gillies,
profesora de Psicología en la Universidad de Ontario (Canadá) y fundadora
de Restoring
the Mosaic, el
trastorno de la identidad de género era extremadamente
raro, un 0,014% de la población total. Pero a partir de esa fecha
comenzó un auténtico asalto a la infancia a través de la escuela y las redes
sociales: "Les hemos metido ideas en la cabeza y los niños son muy susceptibles a la información.
Lo absorben todo y empiezan a cuestionar sus pensamientos y sus
sentimientos". Al mismo tiempo, continúa, lo que antes era
considerado profesionalmente como "un
trastorno", pasó a contemplarse como "un
malestar" gracias a las modificaciones introducidas en 2013 en el
manual diagnóstico DSM-5, principal referencia para
los especialistas.
"Todo el
concepto ha salido de la nada", abunda Jon K.
Uhler, psicoterapeuta y fundador de Survivor Support,
y sin él "todas estas prácticas médicas no se
habrían desarrollado". Niños que necesitan una evaluación
psicológica y, en su caso, psiquiátrica para determinar las causas de la
discordancia entre lo que son y lo que querrían ser, se convierten en carne de
cañón de "productos farmacéuticos que tendrán que
soportar el resto de su vida, porque
si dejan de tomar las hormonas, el cuerpo vuelve a su género". Un
negocio "en el que tienes un cliente de por
vida", ironiza.
TRATAMIENTOS
IRREVERSIBLES SOBRE PERSONAS VULNERABLES
Por su parte, el doctor Quentin van Meter, presidente del
Colegio Americano de Pediatras, profesor de Pediatría en la Universidad de
Atlanta y endocrinólogo pediátrico, alerta de la irreversibilidad de estos
tratamientos en "una población muy vulnerable
de niños que buscan aceptación". Desde hace más de treinta años se
sabe que "el 98% de los niños y el 86% de las niñas que experimentan cierto grado de incongruencia de
género en la infancia volverán a aceptar la concordancia entre su sexo
biológico y su identidad de género al final de la pubertad". Por el
contrario, el tratamiento con hormonas cruzadas "es muy
perjudicial porque detiene el proceso de las hormonas de la
pubertad, que crean las respuestas que el cuerpo biológico está esperando...
Cuando eso no sucede, los sistemas no maduran... Se habla de que los
bloqueadores de la pubertad son totalmente reversibles y la respuesta es que no
lo son". Y alerta: "¡Por favor, no
permita que esto le pase a su hija! No es la respuesta correcta. No es lo que
se anuncia que es. No resolvió los problemas de salud mental, creó
más problemas de salud mental de los que resolvió".
El mayor estudio realizado hasta
la fecha sobre la relación entre disforia de género y trastornos previos
determinó que el 63% de
las personas que solicitaron un cambio de sexo después de la pubertad habían
tenido uno o más diagnósticos de trastorno psiquiátrico antes
de anunciar que eran transgénero. No eran hormonas o cirugía lo que
necesitaban, sino atención de esa naturaleza en vez de 'reafirmación',
sostienen los especialistas en Transformados.
EL
SEÑOR DE TU VIDA
Por ese motivo, países como
Finlandia o Suecia, o estados norteamericanos como Texas, están frenando
esta epidemia infantil y juvenil y reconsiderando sus protocolos para
llevar a cabo una completa evaluación psicológica antes de pasar al paciente a
los expertos en género.
El propio doctor Miroslav Djordjevic, cirujano de reasignación de género del
Instituto Belgrado y del hospital Monte Sinaí de Nueva York, reconoce cómo han
cambiado las cosas: "Hace treinta años, la
edad media de quienes venían a operarse era de más de 45 años. Hoy tienen menos
de 21 años". Y admite también que una de las peores "complicaciones" que se presentan es
cuando los intervenidos, al cabo de un tiempo, se arrepienten: "Puedo decirte que [su número] ha
empezado a incrementar en los últimos diez años". Aunque
él plantea las cosas con una perspectiva adicional: "Se realizan 1,5 millones de cirugías transgénero en
el mundo al año. Tenemos un mínimo de un millón de órganos en la basura. Mi
objetivo es crear un banco internacional y usar estos órganos para otras
personas que están buscando esto".
La amplia variedad de casos
examinados en Transformados incluye también otra "epidemia imparable y silenciosa", así descrita por Santiago Moreno Guillén, jefe del
servicio de enfermedades infecciosas del hospital Ramón y Cajal de Madrid y
catedrático de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares: el chemsex, es decir, la utilización
de drogas para prolongar la actividad sexual, muy utilizado en la comunidad
gay. "Es ya de hecho un problema de salud pública",
acrecentado porque los mismos consumidores "no
tienen la impresión de ser adictos". Ya hay estudios que hablan de
que el chemsex multiplica por cinco el riesgo de infección por VIH: "El consumo de chemsex tiene asociados dos problemas
de salud: el biológico-médico (infecciones) y el psicológico (trastornos
psicopatológicos)".
Transformados ofrece
todo este caudal de información de forma concisa, precisa y amena, al mismo
tiempo que vamos asistiendo al planteamiento, nudo y desenlace de las historias
de Kathy Grace, Leah, Andrés y Carlos Eduardo.
Un desenlace en el que, junto a su propio malestar natural con su situación,
tiene un papel decisivo la intervención, de una forma u otra, de Jesucristo. Con una
reflexión de uno de ellos que sirve de colofón: "El
problema de muchos cristianos es que tienen a Jesús como su Salvador, pero
no como su Señor. Mi problema era que el señor de mi vida era
yo".
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