Es mi impresión. Vamos por la vida de puntillas, midiendo gestos y palabras, hablando de cuatro generalidades para no molestar, evitando cada vez más cuestiones por molestas, incomprendidas o porque nosotros mismos cada vez tenemos las cosas menos claras. Mejor dicho, vamos de puntillas en algunas cosas y como locazas desbocadas en otras. Me explico.
Aquí
mandan los medios progresistas de izquierdas. Ya saben, y vamos a dar
nombres: El País, la Ser, la Sexta, Público… en
lo civil, y Religión Digital en lo eclesiástico. Religión Digital cada vez
manda menos, pero curiosamente es el terror de muchos eclesiásticos: ¡que no se enfade Vidal! Antes muertos que
molestar a esta gente. Horror, terror y pavor que
pudiera sacarnos Guarroming en la Sexta o que Vidal y Bastante nos tachen de
ultraconservadores. Por tanto, nada que pudiera molestar a estos medios.
Pueden
estar tranquilos con nosotros, que salvo algún obispo recalcitrante, curas infocatólicos y de
francesa sacristía y algunos más, nada de nada. La Iglesia no
molestará con el aborto, la eutanasia, la familia, la ideología de género, la
enseñanza, ni siquiera con el curriculum de la clase de religión.
Lejos de nosotros hablar de antropología o derecho natural. Tampoco seremos especialmente insistentes en lo de evangelizar. Nos
limitaremos a Caritas.
Comprendan que alguna vez se rocen algunas cosas, pero es porque no queda más
remedio.
No
vamos a molestar con ese incordio de la moral cristiana ni recordando esas antiguallas
de Veritatis Splendor que nos recuerdan que hay cosas intrínsecamente
desordenadas sin matices. Mucho mejor una moral
permanentemente “ad casum” y depende. Nunca más hablar de los novísimos.
Todos al cielo. Y por si hiciera falta, estamos dispuestos a admitir, siempre y
en cualquier circunstancia, la maldad de las cruzadas, el horror de la
evangelización de América, la inquisición y los abusos a niños desde el Antiguo
Testamento. Tampoco haremos reproches a comunistas ni recordaremos episodios
como Paracuellos. No nos gusta incordiar, y si algún obipso lo hiciera, mejor,
para que se vea que es un verso del todo suelto. Ni caso.
Esto es la nada. Lo sabemos. ¿A qué tenemos miedo? En la medida que la fe se
desdibuja acabamos teniendo más miedo a la Sexta y a la prensa que al juicio de
Dios. Normal, empeñados en que el infierno no existe, o en el caso
de que exista está vacío, ya no hay que preocuparse del más allá sino de ir
sobreviviendo en el más acá.
Luego hay otros miedos que
habría que superar, aunque en estos tiempos de misericordia y
sinodalidad dicen que no hay nada que temer. Dicen. Je. Veo a muchos sacerdotes callados: es que
a ver qué vas a decir, es que cómo vas a soltar eso, es que imagina… Los
obispos con tendencia a ponerse de perfil por si el gobierno se enfada,
los peridistas los tachan de ultracatólicos o nos amenazan con una revisión de
los acuerdos Iglesia - estado que hiciera desaparecer la crucecita. Pues vale.
Siempre tendremos el arma, nunca esgrimida, de cerrar colegios y centros
concertados y que lo hagan ellos, que no tienen dinero, y de paso cerrar
Cáritas, mandar a los pobres a la administración y nosotros dedicarnos al
anuncio del evangelio a los pobres. Ya saben: enseñar
al que no sabe, y algunos solo aprenden así.
En
lo que vamos como motos es en apoyar la agenda 2030, aplaudir al colectivo gay, apuntarnos a
los nuevos modelos de familia y proclamar que lo importante es el amor -a ver
qué se entiende por amor- para que nadie se ofenda, y cargarnos todo lo que
huela a tradicional.
Cada vez menos.
Normal. Pero no pasa nada. Nunca pasa nada.
Sigamos por esta
senda.
Jorge González
Guadalix
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