En una oportunidad en la casa grande de la campiña huachana necesitaban un guardián y un obrero para trabajar en los viñales.
En eso se
presenta don Manuel Valladares a solicitar trabajo y lo contratan para los dos
empleos. El capataz Jesús Grados ordenó al obrero que echara azufre a todas las
uvas, a lo que contestó éste afirmativamente, pero que antes tenía que
descardar (limpiar) los frutos que estaban sucios.
El señor
Grados le manifestó, que eso le restaría tiempo, y el trabajador le respondió
que en tres horas las dos tareas estarán listas, pero que le dejara solo porque
le molestaba que le estén espiando.
El
capataz se retiró y pasado las tres horas regresó y se da con la sorpresa que
todo el trabajo había sido realizado satisfactoriamente y en tiempo récord. Y
entonces le preguntó ¿Tan pronto has terminado? y
el obrero le contestó: "lo que he hecho es cumplir
con mi palabra, y ahora quiero que usted me pague porque tengo una deuda que
saldar". Aquel le alcanza el dinero y el obrero le recibe y al mismo
tiempo lo devolvió, manifestándole: ¡Cóbrate de una
deuda que tenía con usted! y acota: "he
venido a la tierra a trabajar y pagar lo que le debía, para que no siga usted
vociferando a todo el mundo de la cuenta".
En ese
instante el capataz se dio con la sorpresa de que la persona con quien estaba
hablando había fallecido hace algún tiempo y cuando volteó éste desapareció.
Tradición oral recogida por: Julia Guerrero Salvador.
Fuente: Mitos y leyendas de Huacho y distritos aledaños. 2017.
Compilador: Samuel Cornelio Abad.








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