En el Antiguo Testamento encontramos el libro de Judith, una narración que ensalza a una mujer, cuyo coraje, valor y astucia, salva una vez más al pueblo judío de sus enemigos. También nos enseña como Dios, a menudo, escoge a los, aparentemente más débiles, para conseguir los propósitos más difíciles.
El propósito del autor del
libro, a quien ni la historia ni la geografía parecen preocuparle mucho; más
bien pretende ponderar las acciones de una mujer que se convierte en la
estrella indiscutible del relato. No obstante, Judith recién aparece en el
capítulo octavo.
El escritor anónimo quiere
preparar al lector y presentarle una serie de acciones malvadas en los siete
primeros capítulos para ponerlo del lado de Judith y justificar los medios que
emplea, no demasiado morales, para salvar al pueblo judío.
UN RESUMEN DEL LIBRO
Un tal Nabucodonosor, rey de
Nínive, envía a su poderoso general Holofernes para someter a los judíos. Este
último los asedia en Betulia, una ciudad al borde sur de la llanura de
Esdrelón. Ajior, el amonita, que habla en defensa de los judíos, es maltratado
y enviado a la ciudad sitiada a la espera de su castigo cuando Holofernes la
haya tomado.
El hambre socava el valor de
los sitiados y contemplan la entrega. Aquí aparece nuestra heroína Judith que
les increpa y les dice que ella defenderá la ciudad. Piensa un plan y le pide
ayuda a Dios para ejecutarlo.
Así, se presenta en el
campamento de los asirios y cautiva a Holofernes con su belleza, y finalmente
toma ventaja de la intoxicación del general para cortarle la cabeza. Regresa a
la ciudad con la cabeza de él como trofeo, y una en salida de parte de los
judíos, ya sin el poderoso general, produce la huida de los sitiadores.
El libro cierra con un
precioso himno de celebración de la victoria que hace Judith al Todopoderoso
UNA VERDADERA JOYA
El Libro de Judit es una joya muy instructiva, nos muestra las dos bestias del capítulo 13 del Apocalipsis, aquí representadas por Nabucodonosor y Holofernes, que conquistan a todas las naciones, haciendo que adoren a Nabucodonosor como único dios… a todo el mundo, ¡excepto al pequeño pueblo de Israel!, que lo derrota. Judith prefigura a la Virgen María en la Iglesia.
De
hecho podemos decir que todas las mujeres célebres del Antiguo Testamento
figuran a María.
·
Eva, madre de la humanidad, pero para su perdición…
María será la verdadera Madre para salvación nuestra.
·
Jael, que traspasa con un clavo la cabeza de Sisara
enemigo del pueblo de Dios… es la Santísima Virgen aplastando la cabeza del
demonio.
·
Judit, matando a Holofernes y librando a su pueblo
del tirano… imagen es de María por la que todos nos libramos de Satanás.
·
Ester, ante el trono del Rey intercediendo por su
pueblo… significa a la Santísima Virgen, que sin cesar pide e intercede por
nosotros ante el Trono de Dios…
y así sucesivamente podríamos
recorrer todas las figuras grandes del Antiguo Testamento y en todas veríamos a María.
BREVE Y LLENA DE FUERZA
Es una pequeña novela, que
ocurre poco después de que el Pueblo había vuelto del destierro, y reconstruido
Jerusalén y el templo, y era «fiel a Dios». Dios
había prometido que protegería al Pueblo cuando le fuera fiel, es un libro
precioso sobre la providencia de Dios para los que son fieles, ¡no tienen que temer a nada ni a nadie!
«Judith» significa «judía», ¡una mujer!, lo más humilde de
aquellos tiempos, pero de ella se hace 3 veces la misma profecía que a la
Virgen María, ¡todas generaciones te alabarán, te
llamarán bienaventurada! Es tipo de María, y, como María, piadosa y muy
hermosa, con una fe indomable en el Señor.
El libro es muy similar al de
Tobías, donde también se confiesa la fe en el cuidado de Dios sobre los
individuos y las familias. El libro de Judith proclama esa misma protección
sobre el entero pueblo de Israel, también expresa la fe del pueblo escogido:
Dios es el Señor, capaz de dispersar a los enemigos como guerrero poderoso.
En cualquier caso, la fe en
Dios providente no excluye la necesidad de la colaboración humana. La derrota
de los asirios, según el relato, es fruto del empuje, la iniciativa y la habilidad
de Judit, y no de espectaculares intervenciones divinas.
LA HEROÍNA MÁS VALIOSA
Era una «mujer viuda», que era lo más humilde de aquel
entonces, por así decir ¡una don nadie! Era
muy bella, y se señala que su principal atributo es ser temerosa de Dios. No
como quien le tiene miedo a alguien que le puede castigar, sino como la que no
quiere causar ningún disgusto al que sabe que le ama.
El texto nos dice también que
era mortificada, que ayunaba todos los días. Que era humilde y piadosa, y
también muy decidida, con fortaleza actuó cuando el resto del pueblo tenía
miedo. Fue valiente al oír que los jefes estaban pensando en entregarse a
Holofernes.
Para animarles les da un famoso discurso, uno de los más bellos de la Biblia: «¿Quiénes son ustedes para tentar a Dios, poniéndole
límites; al Dios omnipotente pretenden ponerlo a prueba? ¡Clamemos a El!…
nosotros no conocemos otro Dios fuera de Él… y de
nosotros depende no solamente nuestra vida, sino que el santuario, el templo y
el altar sobre nosotros se apoyan… sobre nuestras oraciones y nuestra fe en el
Señor… Escuchadme, yo me propongo hacer una hazaña…» Jdt
(8:10–35).
Judith, pues, es la mujer
salvadora de su pueblo, la mujer discreta que entra en acción y salva a su
pueblo porque, como ella misma entona: «¡Ay de las
naciones que se levanten contra mi pueblo! El Señor omnipotente las castigará
el día del juicio, dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y gemirán dolor
para siempre» Jdt (16, 21).
JUDITH Y EL PAPA FRANCISCO
Al reflexionar durante la audiencia
general, el Papa Francisco ha afirmado que, desde su punto de vista, «las mujeres son más valientes que los hombres», hablando
de la figura de Judith, a la que ha definido como una persona de «gran belleza y sabiduría que habló al pueblo con el lenguaje
de la fe».
Francisco ha aseverado que
ella es el reflejo de una mujer “llena de fe y de
valor, capaz de orientar a los hombres y mujeres de su tiempo, que se
enfrentaban a una situación límite y desesperada, hacia la verdadera esperanza
en Dios”.
También resalto que Judith nos
enseña que, «ante
las situaciones difíciles y dolorosas, el camino a seguir es el de la confianza
en Dios, y nos invita a recorrerlo con paz, oración y obediencia, haciendo
también todo lo que esté en nuestra mano para superar estas situaciones, pero reconociendo siempre y en todo la voluntad del
Señor».
Escrito por: Padre Juan Carlos Vásconez








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