ESTA ORDEN DE RELIGIOSAS FUNDADA EN 1929 ES LA ÚNICA ESPERANZA PARA UNA MAYORÍA DE JÓVENES DROGADICTOS EN MOMBASA (KENIA).
LA HERMANA MALIKA VISITA CADA DÍA PELIGROSAS CHOZAS
Y CALLEJONES PARA RESCATAR A NIÑOS DE LA DROGA
Cada vez quedan
menos niños y jóvenes en Mombasa, (Kenia). Esclavizados por la droga,
solo son una sombra de lo que eran y sus juegos y sonrisas se han visto
sustituidos por expresiones demacradas, ojos inyectados en sangre y rostros
adultos en cuerpos adolescentes. Unas religiosas, las hermanas
de San José, y un lugar, el centro de rescates nietos de Abraham, son la única
esperanza de la región.
En la región costera de Kenia, los jóvenes no van a la escuela: "Dedican todo su tiempo al consumo de drogas
y son una amenaza para la seguridad como
carteristas y participantes en robos", dijo el comisionado de
Mombasa, Gilbert Kitiyo, a Global Sisters Report.
El negocio y el cártel ha llevado a la región a vivir una auténtica
anarquía.
Los datos son un reflejo de ello: cada año son arrestadas más de
1000 personas de media por crímenes
relacionados con la droga, los menores de entre 10 y 15 años atrapados en la
drogadicción son cada vez más numerosos y solo en la región
de Mombasa se encuentra la mayoría de enfermos mentales
del país debido al uso de drogas.
1 DE CADA 3 CONSUME DROGAS EN MOMBASA
Según el informe elaborado por
las autoridades nacionales para la campaña contra el abuso de alcohol y drogas,
uno de cada tres residentes de la región consume al menos una sustancia
adictiva y más del 34% de los
habitantes de Mombasa consumen una o más drogas, entre ellas el khat, bhang,
heroína, cocaína y hachís.
La corrupción, la falta de voluntad política, una
tediosa burocracia judicial o la proximidad de la región con los canales de difusión de las drogas
son algunos de los motivos que según las religiosas agravan esta crisis.
Por ello y por su profundo conocimiento de Kenia y concretamente de
Mombasa, las hermanas de San José son prácticamente el único muro
de contención que enfrenta la
drogadicción y sus problemas asociados en enfermos, niños, jóvenes y huérfanos,
así como infectados de SIDA. Están presentes en
la región desde1929.
Para hermana Jane Frances Kamanthe Malika, el principal problema es que "la droga se vende en todas las calles, lo que facilita su obtención por los jóvenes, que
continuamente afirman que les ayuda a olvidarse de sus problemas".
Festus Modali, uno de los miles de jóvenes que recorren las calles en
busca de "una dosis más", asegura:
"No puedo vivir sin drogas, moriría".
La corresponsal Doreen Ajiambo
menciona cómo en las calles "se pueden ver
jóvenes demacrados", cuyos "rostros,
piel manchada y sus ojos inyectados en sangre" hacen confundir la
edad a quienes les observa.
UNA VISITA AL INFIERNO PARA AYUDAR
Actualmente, la labor de las hermanas es
crítica en la lucha por salvar a los jóvenes de la droga. La hermana Malika lidera labor social de
rescate en la congregación, a través de frecuentes visitas a edificios abandonados, chozas y callejones donde acuden los drogadictos.
"Visito esos lugares dos veces por semana para
hablar
con los niños y que vengan al centro de rescate", dijo. En esas visitas, la
religiosa les da libertad para ir cuando lo deseen tras informarles de los
peligros asociados a su adicción: “Creemos que si
uno mismo toma la decisión de corazón, facilita la rehabilitación”, menciona.
Solo cuando dan el paso, las religiosas los llevan al centro de rescate Grandsons of Abraham
-Nietos de Abraham-, donde ayudan a los adictos a
desintoxicarse y les ofrecen educación y habilidades laborales.
Tras esta primera formación, las hermanas ofrecen a los niños y jóvenes
el acceso a amplios programas académicos en sus más de 20 escuelas y academias repartidas por todo el país. En
estos programas, "la enseñanza de la religión es una parte
integral" en la
misión de las hermanas, que también preparan a los que lo deseen para recibir
los sacramentos.
"Cada hermana de San José es una catequista
llamada a difundir la buena noticia del Reino de Dios. Dondequiera que se encuentre
una hermana de San José, esta se esforzará por difundir el amor y la esperanza
a todas las personas con las que trata", menciona el portal de las
hermanas.
Su principal herramienta, además de la oración, es el centro de
rescate dirigido por las religiosas que encuentra a los jóvenes adictos y les
ofrece rehabilitación y formación.
Kaleb Kanja, estudiante de economía de 27 años, es uno de los miles de
rescatados por las religiosas de San José. Tenía solo 6 años cuando ellas aparecieron. Entonces ya consumía pegamento, cannabis y heroína.
"Empecé a consumir drogas como cualquier niño
y terminé en la calle y en los lugares donde se consume, usé todo tipo de
drogas. La vida en la calle era difícil y [de no ser por ellas] hoy sería como
otros jóvenes cuyas vidas se han visto destruidas por las drogas. Las
hermanas me han ayudado a ser quien soy hoy”, confiesa Kanja.








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