Cuando tú te empeñas en ser «el otro», te estas empeñando en no ser el que Dios sonó.
Y
Dios no te conoce disfrazado en el «otro»
No
te espera en el andén del «otro»
Por
ese anden extraño y esos disfraces ajenos os exponéis a que Dios os diga en el último
encuentro: «No os conozco»
No hay comentarios:
Publicar un comentario