JEAN-MARIE SALAMITO ES PROFESOR DE HISTORIA DEL CRISTIANISMO
ANTIGUO EN LA
UNIVERSIDAD DE LA SORBONA
Durante los últimos años se está
produciendo un interesante fenómeno en el que personalidades e intelectuales no cristianos,
incluso ateos, han hecho una defensa del cristianismo
y todo lo que representa para la sociedad occidental.
A su vez, en España en los
últimos meses también se ha producido un debate a la inversa sobre el papel de
los intelectuales cristianos en el mundo actual y su incomparecencia en la guerra
cultural.
Sobre esta tendencia que se está
dando de evocar el cristianismo ante una sociedad que ha abandonado toda su
herencia y se dirige a un abismo ha reflexionado el profesor Jean-Marie Salamito en una entrevista con Famille Chretienne.
"DISTINGUIR ENTRE
CRISTIANDAD Y CRISTIANISMO"
Este historiador es profesor de Historia del Cristianismo Antiguo en la
Universidad de la Sorbona (París
IV), donde además dirige la escuela de doctorado de Historia Antigua y
Medieval. Católico y militante de la Manif pour Tous es además
director de la colección de la Biblioteca Agustiniana, donde dedica sus
investigaciones a la patrística.
En primer lugar, cree que es
importante distinguir un concepto clave en el debate sobre el “elogio fúnebre” de la civilización cristiana que
hacen algunos intelectuales no cristianos. “Hay que
distinguir cristiandad y cristianismo,
muchas veces confundidos”, explica, pues estos dos términos “no abarcan la misma realidad”.
De este modo, considera que hay
que tener “cuidado de que este réquiem tardío no
vaya acompañado de un falso diagnóstico del cristianismo”. Salamito
defiende que todas las tendencias coinciden en señalar que el cristianismo
sigue siendo la primera religión mundial y que tiene todas las posibilidades de
seguir siéndolo. “Los cristianos, en cambio, no se lamentan:
confían en las promesas de Jesús a su Iglesia”, agrega.
Sin embargo, este profesor
destaca cómo estos intelectuales sí son capaces de “intuir la barbarie
que nos amenaza”. El ateo Michel Onfray denuncia el peligro del “transhumanismo”, Jean-Marie Rouart habla del “islamismo” mientras que Patrick Buisson alerta
sobre “el universo tecnológico desprovisto de
humanidad”. Estos días también Houellebecq ha hablado de la eutanasia
con la que se “autodestruye” Occidente.
Según Salamito, “frente a estas formas de barbarismo, el
cristianismo es portador de una antropología que defiende la unidad
de la humanidad y la dignidad de la persona humana”.
LAS CIVILIZACIONES SON
FRÁGILES
Igualmente, este historiador se
felicita de que autores “que no se adhieren al
mensaje de salvación de la Iglesia hayan constatado que el cristianismo ha
aportado una serie de beneficios en la historia humana”. Y cita varios ejemplos: “cambiar las relaciones entre padres e hijos, entre
enfermos y sanos, hombres y mujeres, además de sus aportes sociales, económicos
y artísticos”.
Ante la pregunta de si puede
haber civilización sin cristianismo, Jean María Salamito lo tiene claro. A su
juicio, Dios “permite a los no cristianos construir
civilizaciones de verdadera grandeza”, pero advierte de que “las civilizaciones son frágiles”.
Precisamente, este es un aspecto
que para el profesor de la Sorbona es de una “actualidad
sumamente importante”.
Recuerda que Occidente ya no cree
“en estos valores puramente humanos” ya
que han “olvidado su fundamento cristiano”. Por
tanto, añade: “hemos llegado a un punto de perder la influencia
cristiana en Occidente, y en lugar de tener humanismo,
tenemos un vacío”.
Ante el riesgo de que muchos
cristianos asuman las tesis de estos autores no creyentes pero que defienden
esta idea de cristiandad, Salamito llama a “ser capaz de
escuchar lo que es verdadero en cualquier autor”.
“El cristiano de
hoy, como el cristiano de la antigüedad, tiene la tarea de retomar todo lo que
le parece bien en la vida intelectual de sus contemporáneos, simplemente como
los primeros cristianos admiraban a Platón o Virgilio, ambos paganos. Debemos
adoptar esta ‘hospitalidad’ que el cardenal Henri de Lubac atribuyó al
cristianismo. Una hospitalidad bidireccional: presta servicio y acoge lo bueno del
mundo”, agrega.
Uno de los riesgos es que los
cristianos puedan convertirse en prisioneros de un discurso no cristiano sobre
el cristianismo. Pero Salamito cree que no tiene que ser así “si testificamos que el cristianismo está vivo,
que aún tendrá un aporte y que aún habrá
civilizaciones cristianas. El cristiano toma de su fe un discurso de optimismo
histórico. Reconocemos en Dios al Maestro de la Historia, y sabemos que la
Historia tiene, gracias a Él, un sentido global, aunque se nos escape el
sentido de muchos acontecimientos”.
El historiador de la Sorbona
confiesa que en estos momentos le llama mucho la atención “el dinamismo del catolicismo francés actual, su
capacidad de creación”. Y por ello afirma que los cristianos no deben
dejarse “arrastrar hacia el pasado, porque nuestra
relación con el tiempo es una relación con la eternidad”.
EL PATRIMONIO NO DEBE
SER UN MUSEO
Es decir, los cristianos –añade- “somos de todas
las épocas. Frente a quienes lamentan una Iglesia que no conocieron,
debemos saber tener un discurso típicamente cristiano, conscientes de que la
Ciudad de Dios camina hacia un futuro no terrenal, sino celestial”.
Acerca del patrimonio histórico
que atesora la Iglesia explica: “la vocación de la
Iglesia es la misión, debe estar en continuidad con sus dos mil años de
historia, no mirar su patrimonio como un museo, sino como un tesoro del que sacar
ideas, soluciones cristianas encontradas por otros cristianos,
cuando hubo, como hoy, problemas misioneros, fases de decadencia y luego
periodos de renacimiento. Este movimiento es incesante en la historia de la
Iglesia”.
Por último, Jean-Marie Salamito
recuerda que “el cristianismo no es ante todo una civilización,
es un mensaje de salvación eterna que
trae también la felicidad en este mundo. Debemos dar testimonio de nuestra
alegría de ser cristianos. Ser cristiano no es fácil, pero te hace feliz ahora,
mientras te preparas para la eternidad”.
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