Ante la popularidad de la serie televisiva El Juego del Calamar, también conocida como Ojingeo Geim o Squid Game y difundida por la cadena de streaming Netflix, el sacerdote dominico Nelson Medina advierte: “No es simple entretenimiento”.
En un video publicado en su
canal de YouTube, el sacerdote y doctor en Teología Fundamental, conocido en
redes sociales como Fray Nelson, señaló que “yo
mismo no he visto la serie, entre otras cosas por limitaciones de tiempo y
también por cierto cuidado, por cierto amor a mi propia integridad intelectual
y moral”.
Sin embargo, precisó, “estoy bastante bien
informado de lo que está sucediendo en El Juego del Calamar y de las
repercusiones que tiene”.
El Juego del Calamar es una exitosa serie televisiva surcoreana
transmitida desde el 17 de septiembre de este año a través de Netflix. El
programa presenta a 456 personajes que participan en una serie de juegos
letales, buscando ganar un premio de alrededor de 38 millones de dólares.
El Juego del Calamar se convirtió pronto en la serie más vista en
Netflix, con más de 142 millones de suscriptores atentos al programa durante
sus primeras cuatro semanas de difusión.
En su análisis de la serie, Fray Nelson se enfocó en “cinco ejes”, y el primero es “inocencia
y crueldad”.
El sacerdote colombiano explicó que “inocencia
y crueldad quiere decir que te vas a encontrar con una especie de paradoja,
porque la serie muestra la realización de una serie de juegos que son juegos
infantiles y se supone que los juegos infantiles tienen esa carga de
inocencia”.
“Pero el resultado de ganar o perder en esos juegos
infantiles, entre comillas, es que muere gente. Empiezan un poco más de 450
personas y la idea es que quede un ganador. Y
el que va perdiendo, pues no solamente
pierde el juego sino que pierde el juego de la vida”.
“Entonces aparece aquella muñeca gigante y aparecen
esos distintos juegos. Pero en realidad no son juegos, porque son más bien
batallas y son batallas a muerte”, añadió.
En el segundo eje de su análisis, Fray Nelson apuntó al “eje económico, es decir, entre pobreza y riqueza”.
Quienes participan en El Juego del Calamar, dijo, “son
personas prácticamente desechadas de la sociedad o desechables por la sociedad. Es decir, son vidas baratas”.
“Y son vidas baratas porque son vidas de personas
pobres. El pobre se convierte en un objeto”, lamentó.
“Y el que lo usa, como nos damos cuenta al final de
la serie, por lo menos en esta temporada que se ha publicado, el que lo usa es
el rico”, añadió.
El sacerdote colombiano señaló que “hay
serios cuestionamientos éticos”, pues “nos
damos cuenta que en nuestra sociedad, de hecho, a las personas necesitadas
muchas veces se les trata como si fueran objetos de compra y venta hasta los
extremos absolutamente aberrantes de la explotación sexual, de la prostitución,
etcétera”.
Fray Nelson criticó que “la gran
explicación de toda la crueldad en El Juego del Calamar es 'estábamos
aburridos'” y “para vencer el aburrimiento se necesita diversión. ¿Y
qué precio tiene la diversión? Pues el precio de vidas humanas”.
El sacerdote dominico comparó El Juego del Calamar con “lo que eran los gladiadores en la época del Imperio
Romano”.
“El parecido es muy grande”, dijo, pues “los juegos
de los gladiadores eran juegos a muerte y eran financiados por personas que
tenían una gran cantidad de dinero, pero que también tenían gran avidez de más
poder, pues para conseguir más dinero”.
“De hecho, muchos videojuegos tienen una estructura
semejante”, señaló, con “una estructura en la que la diversión está
unida a la pérdida de vidas humanas o está unida al torturar, al decapitar, al
acribillar, al masacrar”.
El siguiente eje del análisis de Fray Nelson es el “que va entre la virtualidad y la realidad”.
“¿Qué sucede en la persona, qué sucede en el
espectador, que mira capítulo tras capítulo del Juego del Calamar? Pues está
viendo cómo estos gladiadores se están despedazando unos a otros, cómo mueren
unos a otros, como su muerte se convierte en un espectáculo y se convierte en
el escalón necesario para subir al siguiente nivel”, dijo.
Pero esa violencia, continuó, “es algo que
también nos habla de la realidad”.
“De hecho, los productores y directores de la serie
hablan de eso como una especie de justificación. Dicen que esta serie finalmente
tiene que ver con una descripción de cómo es el mundo”, dijo.
“Entonces es virtualidad. Es algo que está en una
pantalla. Pero es algo que salta de la pantalla y se mete en mi vida. O tal vez
es algo tomado de mi vida y metido en una pantalla, y hay un eje entre
virtualidad y realidad”, expresó.
El sacerdote dominico señaló que el quinto y final eje de su análisis de
El Juego del Calamar “es el de la descripción y la
producción”.
“Para los realizadores y productores y directores
de esta serie, en el fondo se trata de una descripción de lo que de aquello en
lo que se ha convertido la vida humana”, insistió.
Sin embargo, precisó, “si tú estás haciendo
solamente descripción” lo que “estás haciendo es subrayar lo que está
sucediendo”.
“Entonces, al presentar una realidad sin alternativa,
¿no se le está dando también fuerza a esa realidad? Es decir, ¿no es
éste un modo de afianzar una lógica, afianzar una manera de ser?”, cuestionó.
“Cuando se presenta ese tipo de diversión sin
alternativa se favorece la perpetuidad, la repetición del mismo esquema”, advirtió.
“Es decir: de unos días de espectáculo sangriento
en el circo romano lo único que sigue es esperar a la nueva temporada de juegos
en el circo romano”, dijo.
Fray Nelson lamentó que en El Juego del Calamar “lo
que parece al principio como un cuestionamiento, quizás, en lo que se convierte
es en una especie de reafirmación de lo mismo. Y la reafirmación de lo mismo es
espantosa. Utiliza la inocencia para ser cruel, usa a los pobres si tienes
riqueza. ¿Estás aburrido? Diviértete. No importa si eso supone la muerte de
otros”.
“Se parece en algo al proyecto del Metaverso
que desea realizar Mark Zuckerberg, el de Facebook”, advirtió. “Cuidado porque va en la misma
idea”.
Para Fray Nelson El Juego del Calamar “no es
simple entretenimiento, están trabajando en nuestra mente.
“¿Por lucro, por una agenda global y mundial que
tienen, por avance del mercado coreano en nuestro tiempo en nuestro mundo, en
nuestra geografía? No lo sé. Pero que quieren trabajar nuestra mente,
indudablemente lo quieren”, indicó.
POR DAVID RAMOS | ACI Prensa
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