CARDENAL ROBERT SARAH
"FUE ASÍ COMO
IMPEDIMOS LA ORDENACIÓN DE UNA MUJER". CARDENAL SARAH. CONFERENCIA
Conferencia
Draguignan, 18
de Sept de 2021
Traducción:
lectores de QNTLC
INTRODUCCIÓN
Queridos amigos,
Yo deseo, en primer lugar,
agradeceros por el honor que vosotros me hacéis, viniendo a escucharme, pero en
efecto, yo no he venido en mi nombre, sino en el nombre de Jesús. Es a él a
quien vosotros escucháis a través de mi voz, (torpe, inhábil, imperfecta), y el
tema de mi conferencia, que les fue anunciado, es la Visión del futuro de la
Iglesia en Europa…
Tengan certeza que no soy un
profeta, ni un hijo de profetas, por hablar del futuro, pero, en mi último
libro, “Se hace tarde y anochece”. Allí,
yo trato de analizar la crisis de la fe, la crisis sacerdotal, la crisis de la
Iglesia, el derrumbamiento espiritual del occidente… Después de haberlo leído,
un periodista me hizo la siguiente pregunta:
¿Qué respondería
Ud., a los que podrían estimar, que este libro es pesimista (ver alarmista)?
Yo le respondí que “Se hace tarde y anochece” trata de hacer
una constatación, un diagnóstico, con el máximo de prudencia, con gran
preocupación por el rigor, la precisión, y la objetividad.
Me parece que no estoy muy
lejos de la verdad, y de las realidades de cosas, y de situaciones que vivimos
hoy. Bien cierto, los carteles de la decadencia de occidente y del mundo pueden
parecer sombríos, pero ya el papa Benedicto XVI, él mismo ha dicho, en 2005 en
Subiaco, un mes antes de su elección a la silla de San Pedro: Él dijo que el occidente atraviesa una crisis como no se
ha visto en toda la historia de la humanidad. La realidad está allí. Lo que ahora aparece a
plena luz del día tiene causas profundas. Se debe tener el coraje y la
honestidad de denunciar con claridad.
1. CRISIS ESPIRITUAL DE LA FE
La crisis que viven el clero,
la Iglesia, el occidente y el mundo, es radicalmente una crisis espiritual. Es
una crisis de la fe en Dios. Uno no puede decir que no hay crisis de la fe,
cuando vemos bien que las iglesias en la mayoría de los países europeos están
vacías. A título de ejemplo: En Alemania, cada año, hay
200000 católicos que abandonan la Iglesia Católica, paralelamente, 300.000 protestantes que abandonan la iglesia
protestante. El descenso de la fe en la presencia real de Jesucristo
está al corazón de la crisis actual de la Iglesia y de su declinación, sobre
todo en occidente. Realmente no se cree más en la presencia real de Jesucristo.
Después de ver un sacerdote celebrar la misa, uno puede saber si tiene la fe o
no… Cuando el sacerdote tiene la eucaristía uno puede
saber si él tiene la fe o no… Por cómo se comportan cuando la gente viene a
pedir la eucaristía sobre la lengua uno puede saber si él tiene la fe o no, el
padre que les trata mal (es decir que no sabe lo que él tiene en sus manos).
Uno ha dicho frecuentemente
(dice George Bernanos), uno frecuentemente ve con lágrimas de impotencia, de
pereza, o de orgullo, que el mundo se descristianice, pero el mundo no ha
vencido a Jesucristo… Somos nosotros que lo hemos recibido por él, es de
nuestro corazón que Dios se retira… Somos nosotros que nos descristianizamos…
miserables…
2. REMPLAZO DE LA MISIÓN FUNDAMENTAL DE LA IGLESIA
En lugar de afirmar que, la
cuestión cristiana de la fe, y la misión fundamental de la Iglesia, es el
anuncio del evangelio, y el nombre de Jesucristo, único salvador del mundo… Alguno pasa mucho tiempo a hablar de la homosexualidad, del recibimiento
a los inmigrantes, de diálogo, de la apertura, del medio ambiente,
de cuestiones socio económicas, de política… Otro organiza toda una estrategia
de presión por hacer cambiar la enseñanza de la Iglesia, sobre el celibato,
sobre la moral sexual. Yo no digo que haya que minimizar o despreciar esas
cuestiones importantes y urgentes, que la Iglesia las debe también enfrentar
con franqueza y a la luz del evangelio y la revelación.
3. RECHAZO DE DIOS EN LAS CONCIENCIAS
Dios, por lo tanto, está
puesto de costado. La crisis espiritual que nosotros atravesamos es casi
mundial, pero ella tiene su origen en Europa. El rechazo de Dios está en la
conciencia occidental. No solamente Dios es rechazado, pero Frederick
Nietzsche, que uno podría considerarlo como el vocero de occidente, afirma que
Dios está muerto. Dios está muerto y somos nosotros que lo hemos matado, somos
los asesinos de Dios… al temor de Dios en el mundo de los hombres, Nietzsche
opone la profecía del superhombre capaz de reemplazar a Dios. Hoy el hombre ha
tomado el lugar de Dios. Él se hace Dios y dicta nuevas leyes. Eso que Dios
había prohibido, el hombre lo legaliza hoy.
Matar un niño, eso es malo,
pero la Europa legaliza el aborto. Dios dijo, el hombre no abandonará jamás a
su mujer y la mujer no abandonará jamás a su esposo, los dos no son que una
sola carne. Hoy el hombre legaliza el divorcio. Él se pone en lugar de Dios.
Ese rechazo de Dios y esta crisis de fe, no se trata de un problema intelectual
o teológico, en el sentido universitario del término, se trata de encontrar una
fe viva, una fe que impregna y transforma la vida. Si la fe no encuentra una
vitalidad nueva, convirtiéndose en una convicción profunda y una fuerza real
gracias al encuentro personal e íntimo que ella instaura con Jesús, todas las
reformas de la Iglesia que nosotros emprendamos quedarán ineficaces y vacías, y
nos encaminarán hacia la ruina total. Esta pérdida de sentido de la
fe es la fuente y la raíz de la crisis de la civilización, de la crisis de la iglesia, del sacerdocio, que
atravesamos hoy.
Como en los primeros siglos
del cristianismo, cuando se derrumbó el imperio romano, todas las instituciones
humanas parecen hoy, ser la voz de la decadencia. Y perdiendo el sentido de
Dios, uno socava los cimientos de toda civilización humana y abre la puerta a
la barbarie totalitaria. El hombre separado de Dios es reducido a su sola
dimensión horizontal. Esta amputación es justamente una de las causas
fundamentales de los totalitarismos que han tenido consecuencias trágicas en el
siglo XX. Oscureciendo la referencia a Dios, uno deja lugar al relativismo y a
una concepción absolutista, ambigua, de la libertad, que termina por enlazar al
hombre a los ídolos. Si Dios pierde su carácter central, el hombre pierde su
justo lugar y él no reencuentra nunca su lugar en la creación, en las
relaciones con los otros. El rechazo moderno de Dios nos encierra en un nuevo
totalitarismo: el del relativismo y del liberalismo
absoluto que no obedece ninguna ley, si no es la del lucro (ganancia
material sin escrúpulos).
4. CRISIS INÉDITA DEL SACERDOCIO
El sacerdocio mismo ha entrado
en una crisis inédita, única en la historia de la Iglesia. Cierto, hay una
minoría de sacerdotes que están en una crisis profunda, pero igual, si hubieran
sido sólo dos, cuando un miembro sufre es todo el cuerpo que sufre. Cuando yo
estoy incapacitado de una mano, mi mano me incapacita todo mi cuerpo.
ENTONCES, EL
SACERDOCIO MISMO HA ENTRADO EN UNA CRISIS INÉDITA Y ÚNICA EN LA IGLESIA:
El celibato sacerdotal es
considerado como una realidad inhumana, imposible, una imposición cruel de la
cual hay que deshacerse. Yo no pienso que en el pasado, nosotros hayamos pasado
por acusaciones tan fuertes, tan horribles, como esas dirigidas actualmente
contra cardenales, obispos, sacerdotes, algunas veces, incluso condenados a
penas de prisión.
Cierto, el clero no ha sido
siempre ejemplar en su conducta. Ya en el siglo VII, Gregorio Magno, se quejaba
que había demasiados sacerdotes, porque muchos aceptaban el ministerio
sacerdotal, pero no hacían el trabajo del sacerdocio. ¡Qué
diría de hoy que somos 400.000 sacerdotes! Pero reconozcamos que eso que
está orquestado de manera maquiavélica, y eso que es real hoy concerniente al
clero, es inédito, es doloroso.
5. DEMOLICIÓN DE LA FAMILIA, DECADENCIA,
HOMOSEXUALIDAD
En el transcurso de la
historia del mundo y de los pueblos, no parece que haya existido una
civilización donde los pueblos hayan legalizado el aborto, como he dicho
recientemente, donde la homosexualidad, la eutanasia, han demolido la familia y
destruido el matrimonio, a un punto tal como lo hace el occidente hoy. Esos
son, por lo tanto, aspectos esenciales de la vida humana: si no hay más familia, si no hay más matrimonio, la
sociedad desaparece. Estamos en una situación difícil, y la crisis es
profunda, grave, y peligrosa para la supervivencia de la humanidad. El mundo
moderno está en una crisis que amenaza mortalmente nuestro futuro.
6. PROGRESO EN BENEFICIO DEL MAL
Cierto, no debemos ignorar los
éxitos extraordinarios del occidente en el plano de la ciencia y la tecnología.
En efecto, es evidente, que el mundo moderno presenta una extraordinaria
intensidad de vida intelectual con maravillosos prodigios y progresos de todas
las ciencias, el desarrollo extraordinario de las letras y las artes. El
progreso fantástico de una multitud de técnicas, poniendo cada vez más medios
al servicio del hombre sobre toda la faz del planeta, el desarrollo
considerable de relación o de contactos humanos gracias a tecnologías
prodigiosas, es verdaderamente excepcional: Los medios de comunicación social.
Los hombres han podido
servirse frecuentemente de toda esa tecnología, de todo ese progreso, para
hacer el mal, difundir mentiras, incitar a la violencia y a la rebelión,
provocar guerras, y destruirse mutuamente. Sería absurdo negar que, incluso
así, esos medios técnicos son buenos, son reales progresos. Igualmente hay que notar una proliferación increíble de corrientes de pensamiento y de
ideologías, las más diversas.
A pesar de todos esos aspectos
positivos y esos inmensos éxitos científicos y tecnológicos, no podemos
honestamente, negar el déficit crónico de la natalidad, sobre todo en
occidente. La demolición programada de los fundamentos de la familia y el
matrimonio, los vicios contra natura, los actos pedófilos, abusos de
menores, los actos homosexuales y los horrores de la pornografía, que
profanan y malignizan el cuerpo masculino y femenino. Todo eso manifiesta una
profunda crisis antropológica y una decadencia de la civilización en occidente.
Como decía el papa Benedicto XVI (él fue un hombre que verdaderamente estuvo
presente, y que estudió el occidente de manera profunda y seria. Uno puede
fiarse de él, cuando analiza la situación del mundo occidental hoy): él decía así:
“El
matrimonio monógamo, la estructura fundamental de la relación entre la esposa y
el esposo, así como la familia concebida como célula de formación para la
comunidad social, es eso lo que se debe modelar y debe llevar la fe cristiana y
la fe bíblica. La Europa no sería más la Europa, si esa célula fundamental del
organismo social desapareciese y se viese totalmente transformada. Nosotros
sabemos todos hasta qué punto el matrimonio y la familia están amenazados. Ellos
lo están, en razón del divorcio, hecho siempre más fácil, lo que ha hecho
desaparecer el carácter indisoluble: ellos lo están también, en razón de nuevos
comportamientos que se van generalizando: la vida común de un hombre y una
mujer sin la forma jurídica del matrimonio, en ruidoso contraste, se ve ahora
personas homosexuales, que reclaman de manera paradojal, que su vida común sea
jurídicamente reconocida, para ser asimilados más o menos al matrimonio. Esta
tendencia nos hace salir de la historia moral de la humanidad”.
Yo pienso que eso que
Benedicto XVI ha dicho es para retener de una manera absoluta.
7. IDEOLOGÍA DE GÉNERO: REBELIÓN CONTRA DIOS
Hablemos de la ideología de
género, que viene a agravar la crisis antropológica. Esta ideología deja entender
que cada uno se crea a sí mismo, hasta su
identidad sexual, por lo tanto, uno puede elegir ser un hombre, o una mujer o
una persona neutra… ¡Jamás en la historia de la humanidad uno ha visto una tal
degradación del hombre! hacerse uno mismo, elegir su sexo, cambiar de sexo…
La ideología de género es en
ciertos aspectos, superada, cuando uno habla al presente, de personas
androgénicas o agenéricas, entre otras categorías que se multiplican en el
discurso contemporáneo…
Y así, podríamos ser todo y
nada, según nuestros estados de ánimo interiores, de cada uno… Una manera de
sustraer al hombre, de los límites de su condición humana, en tanto que todos,
tenemos que recibirnos (aceptarnos) en nuestro propio cuerpo de hombre o de
mujer, que nos han sido dados, en lugar de creer que nos damos a nosotros
mismos, que nos creamos a nosotros mismos. Es por eso que un hombre no cambiará
jamás a mujer y una mujer no se convertirá jamás en un hombre, a menos que se
mienta a uno mismo o juegue con las apariencias…
¿Cómo hemos
llegado a una demencia tal, a tal una crisis? Es porque masivamente hemos rechazado a Dios. Dios no tiene ya lugar en
la sociedad. El único ambiente donde él es tolerado, es considerado y consignado a residencia vigilada: Es en el dominio privado. El hombre
ha tomado el lugar de Dios.
Él edita nuevas leyes en total
oposición a las de Dios y a las de la naturaleza.
El hombre occidental estima y permite que hombres puedan legalmente casarse
entre ellos y las mujeres igualmente entre ellas y que esas parejas del mismo
sexo puedan adoptar niños, rompiendo y enturbiando radicalmente todo el sistema
filial y parental.
Entonces, cuando uno tiene la
impresión de luchar por la supresión o la abolición de la pena capital, ¡es una comedia hoy!, todo el mundo desea que se
suprima la pena capital y al mismo momento la muerte de los niños por nacer se
ha hecho legal, el aborto se ha convertido en un derecho de la mujer, uno
eutanasia legalmente las personas ancianas o las enfermas.
Mientras uno combate por todos
lados contra la mutilación genital aplicada inhumanamente en ciertos países,
conjuntamente uno legaliza en occidente la mutilación de personas que desean
cambiar de sexo.
Yo tuve que tratar un caso,
cuando todavía era prefecto del culto divino y las disciplinas de los
sacramentos:
Una mujer
casada, 11 años de matrimonio, su marido puede ser, muerto o separado, eso no
figura en su legajo, ella decide convertirse en hombre. Ella se hace operar, un
seno, segunda operación, el otro seno, tercera operación el útero, y se
convierte en un trans perfecto, reconocido por la ley francesa. Yo no sé si el
obispo ha controlado su legajo. Esa persona entra al seminario y hace toda su teología,
ella es ordenada diácono, pero el obispo que le ordenó va a la
pensión y su sucesor encuentra su legajo. Él me escribe, mire la situación en
que me encuentro, ¿qué Piensa Ud? Yo le dije: Escuche, vea a esa persona, hagan
un comunicado juntos, y diga que aplaza la ordenación (faltaban tres meses para
la ordenación) y rechace esa ordenación sine die y yo le digo porque:
“Su ordenación diaconal es inválida, porque uno ha ordenado una mujer”. Fue
así como impedimos la ordenación de una mujer en Francia.
En otro caso, una chica de 13
años, ya hace 2 años, ella se preparaba para la confirmación. El obispo nos
escribió: “¿esta chica desea ser hombre, ha
comenzado su tratamiento, sus padres están de acuerdo, yo confirmo una mujer o
un hombre?”.
Yo le escribí: “es una persona que se rebela contra Dios, porque la rebelión contra Dios es el pecado, es negar
eso que Dios me ha hecho, es decir Señor tú me has hecho mujer, tú has hecho
mal Señor, yo voy a convertirme en hombre. Y bien, no confirme esta mujer, a
menos que Ud. la convenza que quede como mujer”.
Estos son casos que pueden
ocurrirnos frecuentemente hoy. Véanlo vosotros: al mismo tiempo que uno combate
contra las mutilaciones genitales, en occidente se legaliza esta mutilación…
Yo me disculpo al dar estos
casos precisos, pero lo que yo escribo es por una larga observación; el diagnóstico
es preciso, real, objetivo y yo solamente voy a llamar la atención de que los occidentales van hacia una deriva irreparable, si no dejan
de querer transformar al hombre, haciéndolo Dios.
Vivimos hoy en la confusión,
un verdadero caos se desparrama. Hay allí un rechazo a ese recibir de Dios. El
derrumbamiento espiritual, la confusión en la enseñanza doctrinal y moral de la
Iglesia, y la erosión de la fe cristiana, tienen por lo tanto, caracteres
puramente occidentales.
8. RECHAZO DE LA PATERNIDAD VS BENEFICIO A
CUALQUIER PRECIO
DESEARÍA SEÑALAR EN
PARTICULAR EL RECHAZO A LA PATERNIDAD.
Se ha convencido a nuestros
contemporáneos que para ser libre no se debía depender de nadie. Hay allí un
error trágico. Los occidentales están persuadidos que recibir es contrario a la
dignidad de la persona humana. Pero el hombre civilizado, él es
fundamentalmente heredero: él recibe una historia, una cultura, un idioma; él
recibe una religión, una fe, un nombre, una familia, una tradición, una patria…
El hombre civilizado es un heredero. Eso es lo que lo distingue del
bárbaro.
Rechazar el inscribirse en una red de dependencia, de tradición, de
herencia, de filiación, nos condena a entrar desnudos en la jungla de la
competencia de una economía abandonada a ella misma, porque del rechazo de
aceptarse como heredero, el hombre se condena al
infierno de la mundialización liberal sin referencias morales ni
éticas, donde los intereses individuales se enfrentan sin ninguna otra ley que
la del beneficio a cualquier precio.
En el libro “Se hace tarde y anochece” intento recordar
a los occidentales que la verdadera razón de ese rechazo de la herencia, de ese
rechazo de la paternidad es, en el fondo, el rechazo a Dios, el rechazo a Dios
dentro de la sociedad occidental. Recibimos de Él, nuestra naturaleza de hombre
y de mujer; Dios ha creado al hombre a su imagen, a la imagen de Dios él les
crea, “hombre y mujer los creó”. Eso por lo
tanto, se convierte en insoportable a los espíritus modernos. La ideología de
género es efectivamente un rechazo a recibir de Dios su naturaleza sexual.
Algunos en occidente, se
rebelan contra Dios y se oponen frontalmente contra su creador y Padre, y se
mutilan horriblemente, pero inútilmente para cambiar de sexo. Sin embargo,
cambian fundamentalmente nada en su estructura de hombres y de mujeres. La
ciencia lo prueba. Podemos mutilar una mujer para transformarla en hombre, nada
cambia. Igualmente sucede con el hombre. El occidente rechaza recibir y sólo
acepta aquello que él mismo construye.
9. TRANSHUMANISMO
El transhumanismo es el último
avatar de esos movimientos. Como vemos, más el mundo va mal y amenaza
derrumbarse, más se debe soñar; es necesario alimentar las poblaciones con
promesas exorbitantes, magnificar al hombre, volverlo inmortal, volverlo
todopoderoso. Pero vemos muy bien cómo los virus nos hacen tomar conciencia de
nuestra fragilidad, de nuestra nada. Nosotros que nos creemos poderosos… un
virus nos ha hecho reconocer, notar, que morimos, que no somos eternos. Nadie
es eterno. Nosotros estamos hechos para encontrarnos con el Señor, porque
estamos sólo en peregrinación aquí. Estamos hechos para los siglos de los
siglos.
10. EL HOMBRE ESTÁ HECHO PARA LA ETERNIDAD
Entonces, cuanto peor va el
mundo y amenaza derrumbarse, más deben darse promesas exorbitantes varias
veces, revelándonos otro error, que consistiría en considerar un progreso
continuo, con el cual lo más perfecto estaría siempre
en el futuro, y el presente es una etapa hacia algo mejor.
Contra tal error, hay que
repetir que Jesucristo es absolutamente perfecto, en todos los órdenes, que la
perfección absoluta y definitiva se realizó en él, que nada puede ser más
perfecto, ni será jamás perfecto, y que la Iglesia no esperará jamás una
perfección nueva, que no encuentra desde su origen. La Iglesia es perfecta,
desde el origen, y santa, desde el origen. Todas
las reformas de la Iglesia son falsas. Somos nosotros los que nos debemos reformar, no la Iglesia. La Iglesia
es santa. Lo proclamamos en el Credo. Uno desea crear una Iglesia nueva, una
Iglesia moderna, pero no la de Cristo.
CRISTO Y EL
CRISTIANISMO SON DEFINITIVOS, PARA LA ETERNIDAD.
Pero nosotros, los miembros de
la Iglesia, debemos reformarnos, convertirnos. Debemos convertirnos en cristos.
Es por eso que nosotros llevamos el nombre de cristianos, debemos ser cristos.
Yo digo frecuentemente a los sacerdotes, ustedes no son solamente alter Christus, otros cristos, ustedes son ipse Christus, Cristo,
Él mismo, y cada uno, cada cristiano, puede decir la misma cosa. Es Cristo
quien se prolonga en mi vida. Cuando uno vea un cristiano, uno debe ver a
Cristo, cuando uno escucha un cristiano, uno debe escuchar a Cristo. Toda la
verdad de Dios nos es dada y revelada en Cristo. Jamás una nueva verdad se
agregará a esa de la revelación.
La cruz de Cristo es una
fuente infinita de santidad a la cual no habrá jamás nada que agregar. Jamás un
santo agregará nada a la santidad de Jesucristo. Jamás habrá otro medio que los
siete sacramentos establecidos por Jesucristo, otras sociedades que la iglesia
fundada por Él, pudiendo ser salvadas y santificadas por Él. Jamás vendrá
después del cristianismo una religión nueva y superior que Él (Cristo) hubo
preparado.
Decimos Cristo es el mismo,
ayer, hoy y siempre. Debemos creer esto mismo y vivir esto mismo. Lo que la fe
cristiana nos hace afirmar, excluye otro error: la de considerar la evolución
de la creación marchando hacia su fin como una evolución continua y sin
ruptura. La fe cristiana nos hace considerar en la historia dos partes
esencialmente diferentes: antes y después de
Cristo. Antes de Cristo, lo perfecto y definitivo, no ha sido todavía
realizado. Y en Dios y en el futuro, a partir de Cristo, Él es
realizado.
Cristo no es en la historia,
una etapa hacia algo más perfecto, superior. Él es una línea que nos hace
llegar a la cima. Con Cristo vemos bien que, detrás de la ilusión de nuevos
horizontes, de una humanidad magnificada, bien podría aparecer una humanidad
finalmente disminuida, una humanidad desnaturalizada, mutilada.
11. REDESCUBRIR A DIOS
Entonces, ¿qué hacer para salir de todas estas crisis y de la confusión
moral y antropológica? ¿Quién echó a Dios del mundo de los hombres?
Para salir de su crisis, el
hombre debe redescubrir a Dios y su amor infinito por nosotros. Debemos
convencernos absolutamente que jamás la humanidad se
encontrará en un orden puramente natural,
donde ella podrá realizar su destino, por el simple desarrollo de la naturaleza
humana, por la simple evolución de la persona humana. Es para la eternidad y de
una manera inmutable que Dios nos ha creado, para ser infinitamente más que
hombres y tener en nosotros mismos, una naturaleza puramente humana.
Dios nos ha hecho para
nosotros, para reencontrar la naturaleza divina, porque nosotros compartimos Su
vida divina. Jamás Cristo ha venido para mantenernos humanamente, sino para
elevarnos hacia el Padre, para divinizarnos. Jamás Cristo nos ha dicho “sed perfectos como hombres perfectos”, “realícense plenamente
en vuestra humanidad”. Él ha dicho “sed
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
Estamos hechos para Dios y
nuestro corazón está inquieto en la medida que no descansa en Dios. Ese es el
corazón de nuestra fe: creer que desde ahora podemos compartir la vida de Dios.
Entonces, está establecido para la eternidad que ¡los
hombres no pueden realizar sus destinos, sino es dentro de un orden
sobrenatural, donde por los dones
enteramente gratuitos de la gracia de Dios, ellos son hijos de Dios!
No le fue dicho “sed perfectos de una perfección
humana”, de pleno desarrollo en el dominio humano, sino “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
El hombre encontrará y se realizará, y realizará su perfección, no solamente en
el plano humano, sino en Dios.
Lo que creemos, es la
respuesta que Dios da, a la pregunta ineludible, sobre el sentido de la
existencia humana. Esta respuesta está entera, en un adagio, que es tradicional
en la Iglesia desde los primeros siglos. Parece que el primero en utilizarlo
fue San Ireneo, obispo de Lyon, que murió en el año 200. Este adagio fue
repetido por los padres de la Iglesia, sean del occidente, o del oriente. Yo se
los voy a citar en latín para que él tenga su carácter de autenticidad. Decía
San Ireneo:
“Dei homo
factus est ut homo fieret Deus”, esto es, “Dios se hace hombre para que el
hombre se haga Dios”. Es entonces urgente re-evangelizar occidente.
Ayudarlo a reencontrar las raíces cristianas de su cultura, de su ser.
Occidente debe reencontrar la fuente de su vida, de su historia, de su cultura,
sino se arriesga a paganizar el mundo entero. Si occidente se rechaza y se
encierra en su laicismo, en su autonomía respecto de Dios, se arriesga a
desaparecer y morir, como lo hemos dicho antes.
Un árbol, no importa
lo vigoroso que sea, si pierde sus raíces muere.
Un río, por
majestuoso que él sea, si es aislado de su fuente, él se seca y desaparece. Gracias.
Cardenal Robert
Sarah
Javier Olivera
Ravasi
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