La guerra es algo con consecuencias tan espantosas que difícilmente es remedio para cualquier mal. Ojo, en algunas ocasiones, la guerra puede ser la mejor solución; pero en la mayor parte de las ocasiones produce males muy superiores a los perjuicios que pretende solucionar.
Imaginemos
que un país protege a un grupo terrorista que actúa en otro país. Lo más normal
es que una guerra produzca más bajas, más quebranto económico, que sufrir esos
atentados. Por supuesto que esto tiene un límite, pero el límite es muy alto.
Por supuesto
que la Unión Soviética favorecía a grupos terroristas de todo tipo. Pero una
guerra con los soviéticos hubiera sido pero que el mal que se sufría.
La Unión
Soviética invadió varios países (por ejemplo, los países bálticos), pero
hubiera sido peor liberarlos por la fuerza que permitir semejante terrible
opresión. La suma de males final hubiera sido muy superior que el bien que se
pretendía obtener. Esta es una lección que, ojalá, hubiéramos aprendido para el
futuro. Pero estoy seguro de que no la hemos aprendido.
Esto es algo
que debemos recordar frente a China, Rusia, Corea del Norte y otros países.
Sufrir con paciencia, muchas veces, es lo mejor para todos. Lo dicho para la
geopolítica vale para el matrimonio.
P. FORTEA
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