miércoles, 27 de octubre de 2021

MALOS TIEMPOS PARA LA CIENCIA

 Cuando era un muchacho, me gustaba leer revistas científicas razonablemente accesibles, como Scientific American, Recherche, Quercus y otras muchas, que en las épocas previas a Internet ofrecían abundante alimento a un chico ávido de conocimientos y de saber. Por eso me hizo ilusión, años después, traducir numerosos artículos para Investigación y ciencia, la versión española de Scientific American, que en aquella época tenía un director estupendo.

Desde que dejé de traducir para ella hace bastantes años, sin embargo, no había vuelto a leer la revista, así que me llevé una fuerte desilusión al encontrarme en Internet un artículo aparecido en sus páginas. El artículo se titula (y no es una broma) Por qué el término ‘JEDI’ es problemático para describir programas que promueven la justicia, la igualdad, la diversidad y la inclusión”.

La sustancia del artículo (si es que se puede hablar de sustancia tratándose de algo tan vacuo) es que el acrónimo JEDI, que corresponde en inglés a las palabras justicia, igualdad, diversidad e inclusión, no debe considerarse apropiado porque recuerda a las películas de la Guerra de las Galaxias, en las que los caballeros Jedi son “un parangón de bondad, un ejemplar guardián del orden y un protector de los inocentes”.

A juicio de los autores del artículo, esto es completamente inadecuado, porque los caballeros Jedi de las películas son una orden religiosa de monjes policías intergalácticos, tendentes al salvadorismo (blanco) y a usar enfoques tóxicamente masculinos para resolver conflictos (duelos violentos con espadas de luz fálicas, trucos sicológicos mentales Jedi, etc.)”. También son una “secta excluyente”, “discriminatorios contra las personas con discapacidad” (porque el malo, Darth Vader, tiene una “discapacidad física"), “emblemas de una multitud de valores y suposiciones peligrosamente reaccionarios” y promueven una herencia de sexismo y “estereotipos racistas” (ya que según dice el artículo, las películas identifican el “ser extraterrestre” con “no ser blanco”).

No vamos a seguir porque supongo que ya se hacen una idea y las afirmaciones de este cariz al principio hacen gracia, pero pronto aburren. No sé lo que es todo eso, pero si hay algo de lo que puedo estar seguro es de que no es ciencia. Ni nada que se le parezca. Que este tipo de galimatías ridículo e incoherente (el más famoso de los caballeros Jedi de la serie, lejos de ser blanco, es verde y el “discapacitado” Darth Vader es, en realidad, uno de los hombres más poderosos del universo, tanto física como políticamente) se considere digno de aparecer en una revista de ciencia es una muestra de lo bajo que ha caído el listón en las materias científicas, hasta considerar “ciencia” literalmente cualquier cosa. Siempre que sea políticamente correcta, claro.

Es irónico que la Ilustración, que exaltó la razón y la ciencia contra la fe, haya terminado por engendrar el pensamiento débil posmoderno y también la degeneración y politización de la ciencia hasta extremos insospechados. Los hombres quisieron tener razón y ciencia sin fe y han terminado por quedarse sin fe, sin ciencia y sin razón. Las consecuencias en los campos más diversos están a la vista y todos vamos a tener que sufrirlas durante mucho tiempo, pero quizá, al menos, esto sirva para demostrarnos que la razón y la ciencia, lejos de ser enemigas de la fe, la necesitan desesperadamente para no convertirse en parodias de sí mismas.  O quizá no aprendamos nada de nuestros errores y sigamos descendiendo alegremente por el camino hacia el abismo. El tiempo lo dirá.

Bruno M.

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