JORGE GUTIÉRREZ BERLINCHES ANALIZA «LA TRAMPA DEL SEXO DIGITAL»
FOTOGRAFIAR Y COMPARTIR: UNA PRÁCTICA DE RIESGO ANTE LA QUE SE TOMAN MUY POCAS PRECAUCIONES.
"La adicción a
la pornografía es secreta, pero las consecuencias no lo son: ha
destrozado mi vida", le dijo uno de sus pacientes a María Hernández-Mora, psicóloga clínica especializada en
adicción sexual en el hospital Simone Veil de París.
Lo cuenta ella misma en el
prólogo a La
trampa del sexo digital, de Jorge Gutiérrez Berlinches,
una obra que aborda de frente este problema con características de epidemia.
Según el Informe Juventud en España 2020, publicado en marzo de 2021, el 50% de los hombres entre 15 y 29 años ven pornografía al menos una vez por semana.
Evidentemente, ver
pornografía no es lo mismo que ser adicto a ella, pero como señala el autor del libro, su
problema de fondo es que el mero consumo ya produce una ruptura interior "entre sexualidad e intimidad, entre placer y
afectos, entre respeto y cosificación". Y donde hay una ruptura interior, los riesgos de
desequilibrio psíquico o psicológico se multiplican.
HAY SALIDA
En 2015, Gutiérrez Berlinches
puso en marcha Dale una Vuelta, un proyecto que ofrece información
sobre la pornografía e iniciativas de prevención (con orientación a
escuelas, profesionales sanitarios y medios de comunicación) y recuperación, que llevan a cabo con un equipo clínico de
psicólogos y sexólogos.
Con La
trampa del sexo digital no
se trata, aclara, ni de alarmar innecesariamente ni de desesperanzar, porque "siempre hay salida". El libro habla de ellas. Enseña a los padres a
detectar comportamientos adictivos
en sus hijos, pero también, en el caso de un adulto, a analizarse a sí mismo
para saber si de una forma u otra está 'enganchado'
a esa práctica. Y ofrece soluciones muy prácticas para combatir el
consumo o, según el caso, acudir a un profesional.
La trampa del sexo digital: criterios y soluciones para un
problema cada vez mayor entre los adolescentes y muy presente en los adultos.
En el aspecto preventivo el
elenco de medidas y tareas es amplio, pero se abordan algunas áreas que suelen
descuidarse y son para muchos adolescentes pistas de despegue para
familiarizarse, activa o
pasivamente, con el mundo de la pornografía.
1. EL
"SEXTING"
El sexting (de
sex y texting) consiste en el envío a través de dispositivos
móviles de material sexual audiovisual. En España,
el 20% de los niños de 11 y 12 años ha practicado sexting, y el 45% de los
adolescentes entre 15 y 16 años ha recibido mensajes sexuales.
Independientemente de otras
consideraciones, el problema que esto supone para los menores ('nativos
digitales') es que para ellos la comunicación a través de redes sociales es una forma aceptable de conocerse, algo que para
generaciones anteriores tendría un valor secundario.
"Estamos ante
una confusión evidente entre el mundo real y el virtual", lamenta Jorge Gutiérrez, que lleva a muchos jóvenes a "compartir su intimidad con alguien no merecedor de
ello".
Tener a tan temprana edad una
experiencia de esta naturaleza deforma
la interpretación del sexo en un sentido facilitador de la aceptación de
la pornografía.
2. TIKTOK, LA
SENSUALIDAD Y LA BÚSQUEDA DEL LIKE
Según datos de 2018, el 90% de
los jóvenes españoles tiene un perfil en redes sociales, y la mitad tiene más de 250 contactos. Es obvio
que lo que se comparte con todos ellos se comparte con innumerables personas desconocidas. Sin embargo, eso
no detiene sino que acelera la caza de likes,
emblema del triunfo en este ámbito de comunicación y "nueva droga digital".
Y NO HAY NADA MÁS
EFICAZ PARA EL LIKE QUE LA SENSUALIZACIÓN DEL CONTENIDO.
En este sentido, TikTok ha
supuesto una revolución, en particular entre los preadolescentes. Aunque los
contenidos son muy variados, "el algoritmo
parece centrarse siempre, qué casualidad, en chicas guapas, jóvenes y con poses
más o menos sensuales". Una menor reconocía a Pablo Duchement,
perito judicial e ingeniero informático, que "cuanta
más carne enseñaba" más seguidores conseguía.
La sexualización
de los selfies es un
pasaporte seguro al like, y deja al descubierto la contradictoria
actuación de las redes, que "premian lo
erótico pero censuran la desnudez".
3. EL EFECTO
DESINHIBICIÓN ON LINE
Mary Aiken, ciberpsicóloga, apunta como una característica de la relación con
internet el llamado "efecto desinhibición online",
en virtud del cual "la
información personal privada es expuesta de un modo mucho más fácil que en un encuentro presencial, cara a cara".
Esta desinhibición se debe a la falta de autoridad, al anonimato y a la
sensación de distancia física.
Por eso, a pesar de que enviar una
foto personal comprometida (como en el sexting) o exhibirse en un vídeo
que se hace público, son actos desnudan nuestra intimidad a perpetuidad y nos quitan para siempre el control
sobre el material compartido, son percibidos por el adolescente con "una cierta seguridad emocional" porque la distancia física
"sirve de amortiguador".
"Se produce
una cierta ilusión de que el mundo virtual es más seguro que el
real", explica Jorge Gutiérrez, "y que el contacto online tiene menos riesgos
que el contacto real". Además de un gigantesco error de percepción
de consecuencias devastadoras, es toda una predisposición hacia la pornografía
como sustitutivo de relaciones personales.
4. LA ESPECIALIZACIÓN
EN LAS AFICIONES
Es un efecto que en inglés se
denomina online syndication: la facilidad que ofrece internet para contactar
con personas de intereses similares a los propios, algo que, si son
muy específicos, solo se consigue personalmente en las grandes urbes.
Esto no es de por sí malo, todo
lo contrario. Si esa afición es legítima e inofensiva pero muy particular, "de repente dejo de verme como alguien especial,
extraño, y normalizo mi querencia por lo que me gusta".
'Normalizar' es la palabra clave. Porque no se aplica solo a aficiones legítimas e
inofensivas, también a parafilias y prácticas sexuales degradantes. Y además,
subraya el autor, "el vínculo que se establece
con otra persona es más fuerte cuanto más específico
sea el motivo que une".
Eso fomenta el vínculo entre un
joven (o adulto) que busca en la pornografía fantasías aberrantes y el propio consumo que las normaliza, favoreciendo así la adicción.
LOS VIDEOJUEGOS PUEDEN
SERVIR PARA ALLANAR EL TERRENO A LA PORNOGRAFÍA
5. LOS VIDEOJUEGOS
Aunque la adicción a los
videojuegos constituye un problema distinto al de la adicción a la pornografía,
no son tan distantes. La Universidad de Stanford llevó a cabo un estudio,
dirigido por el psicólogo Philippe Zimbardo,
de la relación entre ambos consumos entre 20.000 jóvenes. Una de las
conclusiones fue que la pornografía se consumía como 'descanso' entre juego y juego,
dado que éstos exigen concentración y las largas horas dedicadas producen
cansancio.
Otro aspecto predispositivo de
los videojuegos a la pornografía es que en ambos "la
recompensa es buscada con la continua estimulación"
y abundan los escenarios y opciones y por tanto la sensación de poder y
libertad.
NO HAY 'PORNO BUENO'
Gutiérrez concluye afirmando que,
independientemente de que haya adicción o no, no existe lo que algunos intentan
vender como "porno educativo, porno feminista,
porno ético o porno saludable", porque "la intimidad, los afectos, la comunicación y el respeto son necesarios
en toda relación sexual", y
mostrarla a terceros conlleva siempre riesgos.
La esperanza es que empieza a
haber conciencia de ello y de que "hay un
placer mayor que el porno: salir de él y apostar por una sexualidad sana, por
el amor".
Carmelo López-Arias / ReL
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