DESDE NIÑO TUVO GRAN DEVOCIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN
DURANTE SU VISITA A PERÚ EN 1985, SAN JUAN PABLO II
CORONÓ A LA VIRGEN DEL CARMEN EN CUZCO.
Este domingo 16 de julio se
celebra una de las advocaciones marianas más celebradas y arraigadas, la de
la Virgen del Carmen, con millones de
devotos. Uno de los más conocidos y que más habló del escapulario y de la
importancia de María fue san Juan Pablo II.
Muchas son las referencias que muestran cómo a lo largo de toda la vida del
santo polaco, desde que era niño, en su corazón estaba la Virgen del
Carmen. Cari Filii News recuerda esta
devoción:
En el año 2001 se celebraba el 750º aniversario de la
entrega del Escapulario del Carmen a San Simón Stock,
y con ese motivo el Papa reinante, San Juan Pablo II, proclamó un Año Mariano Carmelitano. El 25 de
marzo, festividad de la Anunciación, dirigió una carta-mensaje a la Orden del
Carmen donde hacía una confesión: “También yo llevo sobre mi corazón, desde hace mucho
tiempo, el escapulario del Carmen”.
“Desde mi
juventud“, reiteró el 16 de julio de 2003 en
Castelgandolfo, “llevo en el
cuello el escapulario de la Virgen y me refugio con confianza bajo el manto de la Bienaventurada
Virgen María, Madre de Jesús. Espero que el escapulario sea para todos,
particularmente para los fieles que lo llevan, ayuda y defensa en los peligros,
sello de paz y signo del auxilio de María”.
Para entonces ya era bien
conocida esta devoción del Papa polaco a la Virgen del Carmen, que está en la
raíz de su interés por San Juan de la Cruz.
Siendo estudiante universitario leyó las obras del místico español y pensó ingresar en un convento carmelita donde solía hacer con los religiosos los ejercicios
espirituales. No llegó a cumplir ese deseo (fue el cardenal Stefan Sapieha,
arzobispo de Cracovia, quien disipó sus dudas, confesaría luego), pero sí le
consagró su tesis doctoral, defendida años después en el Angelicum de Roma.
Había, pues, un plan de Dios, como había reconocido él mismo en 1988 al coronar
(como haría varias veces a lo largo de su pontificado) una imagen de Nuestra
Señora del Carmen o del Monte Carmelo, en aquella ocasión la que se venera en
Czerna. Fue durante su viaje apostólico a su Polonia natal, y no dudó en
afirmar: “Hoy admiro los designios de la
Providencia, que me ha incorporado a la espiritualidad carmelitana… Mi
primer escapulario, al que he permanecido fiel, y el cual constituye mi fuerza“.
Así explicó él mismo la influencia de la espiritualidad carmelitana en sus
primeros años: “Al referirme a los orígenes de mi
vocación sacerdotal, no puedo olvidar la trayectoria mariana, La veneración a
la Madre de Dios en su forma tradicional me viene de la familia, y de la
parroquia de Wadowice… En Wadowice había sobre la colina un monasterio
carmelita, cuya fundación se remontaba a los tiempos de San Rafael
Kalinowski. Muchos habitantes de Wadowice acudían allí, y esto tenía un reflejo
en la difundida devoción al Escapulario de la Virgen del Carmen. También
yo lo recibí, creo que cuando tenía diez años; y aún lo llevo. Se
iba a los carmelitas también para las confesiones. De ese modo, tanto en la
iglesia parroquial, como en la del Carmen se formó mi devoción
mariana durante los años de la infancia y de la adolescencia”.
Ya como Papa, esa devoción se
tradujo en un hecho significativo, que recuerda el padre carmelita
Enrique Llamas: “Él ostenta el récord entre todos los Papas por
el número de documentos marianos publicados, y en particular por el
número de documentos sobre la Virgen del Carmen, el Escapulario, y los
Carmelitas”.
Y otro dato: cuando la reforma litúrgica implantada por el Beato Pablo
VI en 1969 relegó la festividad de la Virgen del Carmen al
rango litúrgico de “memoria libre”, Karol Wojtyla, ya arzobispo de Cracovia,
fue uno de los numerosos obispos del mundo que escribieron a la Santa Sede que
fuese restablecida y conservase al menos el rango de “memoria obligatoria“,
como finalmente se hizo.
LA VIRGEN, GUÍA Y AUXILIO
PARA CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS
La razón de esta preferencia por la advocación del Carmen no es
solamente pietista o referida a su devoción infantil, sino profundamente teológica, en cuanto arraiga en el simbolismo
bíblico del Monte Carmelo. Así lo expresó el mismo Juan Pablo II el 16 de julio
de 2000, en el rezo del Angelus en el Valle de Aosta, donde se encontraba
pasando unos días de descanso: “Al contemplar estas
montañas mi mente acude hoy al Monte Carmelo, cantado en la Biblia por su
belleza. Y es que celebramos la fiesta de la bienaventurada Virgen del Monte
Carmelo. Sobre ese monte, el santo profeta Elías defendió con arrojo la
integridad y la pureza de la fe del pueblo elegido del Dios vivo. En esta
misma montaña. reuniéronse algunos ermitaños que se dedicaron a la
contemplación y a la penitencia. El Carmelo indica simbólicamente el monte de
la plena adhesión a la voluntad divina. Todos estamos llamados a
escalar esta montaña…”.
Si alguien encarna esa adhesión a la voluntad divina es
la mujer del ¡Fiat! a la Encarnación redentora. Y si alguien
encarna el auxilio para encaramarnos a ese monte, es la mediadora de todas las gracias. La Virgen
del Carmen, esa que, según propia confesión, constituía “toda la fuerza” del Papa Wojtyla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario