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Ciudad del Vaticano, 26
abril 2014 (VIS).- Karol Józef Wojtyla, conocido como Juan Pablo II
desde su elección al papado en octubre de 1978, nació en Wadowice, una pequeña
ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era el más pequeño de los
tres hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su
hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del
ejército) en 1941. Su hermana Olga murió antes de que naciera él.
Fue bautizado por el sacerdote Franciszek Zak el 20 de junio de 1920 en la
Iglesia parroquial de Wadowice; a los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los
18 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la
escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad
Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro.
Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven
Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay),
para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania.
A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de
formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de
Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los
promotores del ´´Teatro Rapsódico´´, también clandestino.
Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de
Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad
Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de
1946 de manos del Arzobispo Sapieha.
Seguidamente fue enviado a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés
Garrigou-Lagrange, se doctoró en 1948 en teología, con una tesis sobre el tema
de la fe en las obras de San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum
Ioannem a Cruce). En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el
ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.
En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y
capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios
filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin
una tesis titulada ´´Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica
sobre la base del sistema ético de Max Scheler´´. Después pasó a ser profesor
de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la
facultad de Teología de Lublin.
El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo titular de Olmi y
Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de
1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz
Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien
le hizo cardenal el 26 de junio de 1967, con el título de San Cesareo en
Palatio, Diaconía elevada pro illa vice a título presbiteral.
Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-1965), con una
contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes,
el Cardenal Wojty a tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos
anteriores a su pontificado.
Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978.
Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su
ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Su pontificado ha sido
uno de los más largos de la historia de la Iglesia y ha durado casi 27 años
Juan Pablo II ejerció su ministerio petrino con incansable espíritu misionero,
dedicando todas sus energías, movido por la ´´sollicitudo omnium Ecclesiarum´´
y por la caridad abierta a toda la humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos
fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de
Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas.
Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los
responsables de las naciones: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las
1166 Audiencias Generales que se celebran los miércoles. Ese numero no incluye
las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas [más de 8 millones
de peregrinos durante el Gran Jubileo del año 2000] y los millones de fieles
que el Papa encontró durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en
el resto del mundo. Hay que recordar también las numerosas personalidades de
gobierno con las que se entrevistó durante las 38 visitas oficiales y las 738
audiencias o encuentros con jefes de Estado y 246 audiencias y encuentros con
Primeros Ministros.
Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la
Juventud. En las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado
se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo. Además, su atención hacia la
familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias,
inaugurados por él en 1994.
Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de
las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración
por la paz, especialmente en Asís.
Bajo su guía, la Iglesia se acercó al tercer milenio y celebró el Gran Jubileo
del año 2000, según las líneas indicadas por él en la carta apostólica Tertio
millennio adveniente; y se asomó después a la nueva época, recibiendo sus
indicaciones en la carta apostólica Novo millennio ineunte, en la que mostraba
a los fieles el camino del tiempo futuro.
Con el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, promovió
la renovación espiritual de la Iglesia.
Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables
ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro
tiempo: celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338
beatos- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Proclamó a santa
Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia.
Amplió notablemente el Colegio cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno
´´in pectore´´, cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte) en 9
consistorios. Además, convocó 6 reuniones plenarias del colegio cardenalicio.
Presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos: 6 generales ordinarias (1980,
1983, 1987, 1990, 1994 y 2001), 1 general extraordinaria (1985) y 8 especiales
(1980, 1991, 1994, 1995, 1997, 1998 (2) y 1999).
Entre sus documentos principales se incluyen: 14
Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas,11 Constituciones apostólicas y 45
Cartas apostólicas.
Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, a la luz de la Revelación,
autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano II. Reformó el Código de
Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales; y
reorganizó la Curia Romana.
Publicó también cinco libros como doctor privado: ´´Cruzando
el umbral de la esperanza´´ (octubre de 1994);´´Don y misterio: en el
quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal´´ (noviembre de 1996);
´´Tríptico romano - Meditaciones´´, libro de poesías (marzo de 2003);
?¡Levantaos! ¡Vamos!? (mayo de 2004) y ?Memoria e identidad? (febrero de 2005).
Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el
sábado, y ya habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la
Misericordia Divina.
Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias
del difunto pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a
Juan Pablo II, haciendo incluso 24 horas de cola para poder acceder a la
basílica de San Pedro.
El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años
de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización
de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini,
vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005.
Fue beatificado por Benedicto XVI el 1 de mayo de 2011,
que en su homilía lo recordó así:
´´Hoy resplandece ante nuestros ojos, bajo la plena
luz espiritual de Cristo resucitado, la figura amada y venerada de Juan Pablo
II. Hoy, su nombre se añade a la multitud de santos y beatos que él proclamó
durante sus casi 27 años de pontificado, recordando con fuerza la vocación
universal a la medida alta de la vida cristiana, a la santidad, como afirma la
Constitución conciliar sobre la Iglesia Lumen gentium´´.
´´El nuevo Beato escribió en su testamento: ´´Cuando, en el día 16 de octubre
de 1978, el cónclave de los cardenales escogió a Juan Pablo II, el primado de Polonia,
cardenal Stefan Wyszy½ski, me dijo: ´´La tarea del nuevo Papa consistirá en
introducir a la Iglesia en el tercer milenio´´. Y añadía: ´´Deseo expresar una
vez más gratitud al Espíritu Santo por el gran don del Concilio Vaticano II,
con respecto al cual, junto con la Iglesia entera, y en especial con todo el
Episcopado, me siento en deuda. Estoy convencido de que durante mucho tiempo
aún las nuevas generaciones podrán recurrir a las riquezas que este Concilio
del siglo XX nos ha regalado. Como obispo que participó en el acontecimiento
conciliar desde el primer día hasta el último, deseo confiar este gran
patrimonio a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo. Por mi parte,
doy las gracias al eterno Pastor, que me ha permitido estar al servicio de esta
grandísima causa a lo largo de todos los años de mi pontificado´´. ¿Y cuál es
esta ´´causa´´? Es la misma que Juan Pablo II anunció en su primera Misa
solemne en la Plaza de San Pedro, con las memorables palabras: ´´(No temáis!
¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!´´. Aquello que
el Papa recién elegido pedía a todos, él mismo lo llevó a cabo en primera
persona: abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y
económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le venía de
Dios, una tendencia que podía parecer irreversible. Con su testimonio de fe, de
amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo
ejemplar de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener
miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del
Evangelio. En una palabra: ayudó a no tener miedo de la verdad, porque la
verdad es garantía de libertad. Más en síntesis todavía: nos devolvió la fuerza
de creer en Cristo, porque Cristo es Redemptor hominis, Redentor del hombre: el
tema de su primera Encíclica e hilo conductor de todas las demás´´.
´´Karol Wojtyla subió al solio de Pedro llevando consigo la profunda reflexión
sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el
hombre. Su mensaje fue éste: el hombre es el camino de la Iglesia, y Cristo es
el camino del hombre. Con este mensaje, que es la gran herencia del Concilio
Vaticano II y de su ´´timonel´´, el Siervo de Dios el Papa Pablo VI, Juan Pablo
II condujo al Pueblo de Dios a atravesar el umbral del Tercer Milenio, que
gracias precisamente a Cristo él pudo llamar ´´umbral de la esperanza´´. Sí,
él, a través del largo camino de preparación para el Gran Jubileo, dio al
cristianismo una renovada orientación hacia el futuro, el futuro de Dios,
trascendente respecto a la historia, pero que incide también en la historia.
Aquella carga de esperanza que en cierta manera se le dio al marxismo y a la
ideología del progreso, él la reivindicó legítimamente para el cristianismo,
restituyéndole la fisonomía auténtica de la esperanza, de vivir en la historia
con un espíritu de ´´adviento´´, con una existencia personal y comunitaria
orientada a Cristo, plenitud del hombre y cumplimiento de su anhelo de justicia
y de paz´´.
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