Aquel temor intenso e irracional a creer en lo revelado por Dios.
Por: José Miguel Arráiz | Fuente:
ApologeticaCatolica-org
En la cultura moderna, existe un notable rechazo
a la palabra “dogma” pues es vista como la imposición de una
doctrina inventada por parte de
la Iglesia de forma indiscutible e irreformable, que puede estar equivocada e
incluso obsoleta.
Este rechazo existe de forma abundante en el
protestantismo relativamente joven y las comunidades eclesiales no
denominacionales, para las cuales “no existen
dogmas” como tampoco hay “religión". Ellos prefieren llamarle “relación", que en el fondo es lo mismo pero
les hace sentirse más a gusto con su religión a su medida.
No sucede así con el protestantismo tradicional,
que aunque difiere de nosotros en cuales doctrinas admiten como
dogmas, reconoce tener dogmas y
reconoce al cristianismo como una religión.
En la parte del catolicismo infestada por las
tesis modernistas, el
dogma-fobia se ha ido expandiendo como gangrena. Una expresión de este rechazo lo vemos en las
declaraciones de Juan Zapatero Ballesteros, sacerdote de
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona, España), en la que intentando defender a
Sor Lucía Caram luego de que negara el dogma de la virginidad de María, ha
expresado en una entrevista: «¡Qué mal si mi fe se fundamentara en los dogmas!» y continúa diciendo: «menos mal que no es así ni
mucho menos; la verdad que no me quitan
el sueño ni me aportan nada por lo que a mi fe se refiere».
DEFINICIÓN DE DOGMA
Según
el Diccionario de la Real Academia Española, un dogma se define como:
- 1. m. Proposición tenida por cierta y como
principio innegable.
- 2. m. Conjunto de creencias de carácter
indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier religión.
- 3. m. Fundamento o puntos capitales de un
sistema, ciencia o doctrina.
Los católicos llamamos “dogma”
a una verdad que
pertenece al campo de la fe o de la moral, que
ha sido revelada por Dios, transmitida desde los Apóstoles ya a
través de la Escritura, ya de la Tradición, y propuesta por la Iglesia
para su aceptación por parte de los fieles.
IMPORTANCIA DE LOS DOGMAS
La existencia de dogmas es fundamental porque
nos permite profesar juntos una misma
fe, como dice San Pablo tenemos: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efesios 4,5).
San Pablo también nos exige en nombre de Jesús que “no
haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una misma
mentalidad y un mismo juicio” (1 Corintios 4,1) y es tan radical y
coherente en esto, que excomulga a cualquiera que llegaba enseñando un
evangelio diferente (Gálatas 1,8).
Imaginemos por ejemplo, que yo afirmo ser
católico pero no creo que Cristo sea Dios, mientras mi vecino que también dice
serlo cree lo contrario. ¿Podremos decir
que ambos somos católicos? De
ser ese el caso bien podría un luterano o calvinista o inclusive un testigo de
Jehová llamarse católico aunque creamos doctrinas bien distintas en casi
cualquier tema.
No nos confundamos: el problema no es
que existan nombres para las denominaciones,
sino que dichos nombres denominacionales
permiten identificar grupos de personas que profesan creencias o “dogmas”
comunes y comparten una misma fe y doctrina. Un luterano se llama a sí
mismo luterano porque comparte con otras personas las mismas enseñanzas que
enseñó Lutero, y esto aunque el día de mañana prefiera llamarse a secas “cristiano".
TODOS TENEMOS “DOGMAS”
De hecho, incluso aquellos que afirman no creer
en dogmas, lo suelen hacer de forma inconsciente. La mayoría de protestantes como los que he
conversado que rechazan creer en dogmas, están muy seguros de doctrinas
que ellos consideran ciertas e inmutables. Aunque no lo admitan, esos son sus “dogmas”. La diferencia es que son dogmas creados en base a
su propia opinión, o la de los fundadores de su denominación y no verdades
reveladas por Dios, ni definidas de forma solemne por la Iglesia.
El controvertido sacerdote que dice que su fe no
se fundamenta en dogmas, no explica sobre
qué se fundamenta. Seguramente
dirá que su fe se fundamenta en Cristo, pero ¿quién es Cristo?, quizá responda
que el Hijo de Dios, en cuyo caso estará expresando
su fe en un dogma.
El problema probablemente con este sacerdote no
sea solo una deficiente comprensión del significado de lo que es un dogma de fe
católica, sino que él no considera los dogmas
católicos como relevantes o importantes, lo cual es mucho peor porque significa que no
profesa la fe católica, ni la comparte.
El mismo admite que el dogma de la virginidad de
María es también para él irrelevante. ¿pensará lo mismo del dogma de la primacía del Papa, o
de la existencia del purgatorio, de la comunión de los santos, o de la
transubstanciación? ¿Nada de esto agrega ni quita?.
CENTRALIDAD DE LOS DOGMAS DE FE CATÓLICA
Evidentemente hay una jerarquía entre los
dogmas: hay dogmas más centrales en la fe cristiana que
otros. Pero si dejamos de
profesar aunque sea un solo dogma de fe dejamos de ser católicos.
Eso es lo que nos diferencia de los protestantes, donde cada denominación
agrupa a aquellos que piensan similar, y cada vez que alguien comienza a
profesar doctrinas distintas, puede hacer una nueva denominación en la que aun
sin hacerlo explícitamente comparten un nuevo conjunto de “dogmas".
La naturaleza de la Iglesia Católica es muy
distinta. No debemos ser como “niños, llevados a
la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la
malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error” (Efesios
4,5).
Como católicos creemos que sólo hay una religión verdadera, y sus dogmas son revelados por Dios. Puede
parecer arrogante, pero si a alguien le parece así, es síntoma de que él
también ya ha dejado de ser católico. Quien sí es arrogante es aquel que inconscientemente cree que puede ser su propia fábrica de
dogmas.
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