EL FILÓSOFO FRANCÉS, JUDÍO CONVERSO, SE CONFIESA «MUY APOCALÍPTICO»
NUESTRA ÉPOCA, SOSTIENE HADJADJ, ES LA PRIMERA QUE AVIZORA NO EL FIN DE UNA CIVILIZACIÓN, SINO DE LA HUMANIDAD MISMA.
Fabrice Hadjadj es autor de Últimas noticias del hombre (y
de la mujer) ,
una antología de crónicas en las que mezcla reflexiones inspiradas en la vida
cotidiana sobre el sexo, la religión, la técnica y el trabajo. A medias entre Houellebecq y Chesterton, nos
ofrece una deliciosa crítica de nuestro tiempo. Así lo expresó en entrevista concedida a Eugénie
Bastié para Le Figaro:
-En su libro usted hace
una crónica del futuro de nuestra humanidad, amenazada por el desarrollo, cada
vez mayor, de la técnica. ¿Es usted tecnófobo o, peor, "decadentista"?
-La verdad, soy
absolutamente tecnófilo. El desafío, en mi opinión, es incluso salvar la
técnica, porque nunca ha estado tan en retroceso como ahora. Un personaje como Houellebecq, en Las partículas elementales,
confiesa: "Mis competencias técnicas son muy inferiores a las de un hombre
de Neardental". Hasta hace relativamente poco, el hombre tenía unas manos,
órganos muy espirituales, receptivas más que aprehensivas, que parecían flores
animadas capaces de hacer florecer al mundo, estrellas de carne que podían
saludar, construir, ofrecer, resplandecer sobre las cosas. Pero la organización
tecnológico-comercial nos ha dejado mancos.
»El
progreso tecnológico es, la mayoría de las veces, una regresión técnica. En lugar de tocar un instrumento
musical, clicamos una playlist. En lugar de hacer cosas, las compramos,
gracias al sueldo ganado al crear tablas Excel o presentaciones en PowerPoint.
La innovación no me necesita para ser criticada, porque ya presupone la
obsolescencia de sus maravillas. Para tenernos en vilo y que olvidemos nuestras
manos, no cesa de destruirse a sí misma.
»Supongamos que me adhiero plenamente a la idea de que el iPhone X es realmente
lo último en dispositivos electrónicos con su aplicación Face ID, que permite
convertir nuestro rostro en medio de pago: Apple me impedirá hacerlo, porque
después saldrá el iPhone XI, el XII, por lo que tendré que eliminar el iPhone
X. En resumen, un martillo tiene más futuro que cualquier smartphone. Yo tengo
un martillo y una guitarra que pertenecían a mi padre, que en cambio no me dejó
en herencia su Blackberry 5790.
»Por lo tanto, la hegemonía tecnológica es lo que favorece la decadencia
humana. Nada es más decadente que las esperanzas del transhumanismo: ¿acaso su
proyecto no es desencarnarnos, remplazar el logos por el software y
la destreza por la impresora 3D?
»Por consiguiente, no se trata sólo de trazar un límite entre la buena y la
mala tecnología, sino de comprender que la tecnología es buena sólo si se pone al
servicio de la técnica. Es bueno, por ejemplo, mirar un vídeo en
YouTube para redescubrir la cocina de las abuelas, hacer un potaje, hacerse un
vestido o restaurar un mueble…
-Usted recomienda la
vuelta a una vida simple, el gusto por el hogar y la reducción del consumo.
¿Qué responde a esas personas que le acusan de querer volver a las velas o de
querer vivir como un amish?
-Me gustan los amish,
lo confieso. Tengo la ingenuidad de pensar que cultivar la tierra, desplazarse
a caballo y leer la Biblia en familia es mejor que hacer HFT [High Frequency
Trading, operaciones financieras ultrarrápidas de compraventa], coger los RER
[Réseau Express Régional, trenes de cercanías de París] o conectarse con
Netflix.
Único testigo [Witness] (1985), de Peter Weir, con Harrison Ford y Kelly
McGillis: la película que dio a conocer a millones de espectadores la
existencia de las comunidades amish.
»Sin embargo, no recomiendo ningún tipo de "vuelta atrás". No quiero
abandonar mi posición. Si la Providencia me ha hecho nacer en esta
época, es para que permanezca en ella. Marx demostró claramente que las "robinsonadas" son
cómplices de la lógica capitalista: se pretende volver a la naturaleza, rehacer
el mundo en una isla desierta con algunos viejos utensilios, pero ignorando
que el hombre es, por naturaleza, heredero de una historia, reforzando así el
fantasma de un hombre hecho a sí mismo.
»Una vida sencilla... sí, claro, ¿quién no desearía, en el fondo, una vida
sencilla? Pero no se llega a ella sin drama, sin estructura; sin modus
vivendi. Mi tono es, además, menos prescriptivo que descriptivo. Nunca
grito: "¡Viva el menor consumo!". Sencillamente observo que el consumo
de mercancías nos hace perder la práctica de las cosas. Si tuviera que
vincularme a alguna corriente política, lo haría al movimiento Arts and Crafts
de William Morris (18341896)
y, sobre todo, al distributismo de Chesterton (ambos admirados también por Houellebecq).
»Situados los dos a una distancia equitativa del socialismo y el capitalismo, y
sus correspondientes monopolios de estado o multinacionales, ambos
preconizaban, no una mejor repartición de las rentas (lo que no refuta la
supremacía monetaria o comercial), sino una justa distribución de los medios de
producción, elogio de la pequeña propiedad familiar.
»A decir verdad, es una historia antigua, que se encuentra ya en el Génesis.
Cuando Labán le propone a Jacob un salario mejor, éste le responde: "Ahora
bien, ¿cuándo voy a hacer yo también algo por mi propia casa?" (Gén, 30,
30).
-Usted es un gran
defensor de la diferencia de los sexos. En un momento en que el deseo está
siendo criminalizado por un feminismo puritano o caricaturizado por un universo
mercantil, ¿qué opinión tiene sobre las relaciones hombre-mujer?
-No soy un defensor
de los sexos; simplemente observo que tengo uno, bastante caprichoso por otra
parte, y que no es el otro. ¡Ojalá estuviéramos aún en la guerra de los sexos,
tipo Lisístrata! Pero no,
ahora estamos en la disputa victimaria y el contencioso contractual.
»Me explico. Debemos denunciar el acoso, la violación y hacer justicia; pero el
modo de denuncia actual tiene bases neo-liberales, que no tienen nada que ver con
los sexos. Queremos negar la oscuridad del deseo, pretendemos que todas las
relaciones se desarrollen como un contrato entre dos agentes racionales, cuyas
intenciones tienen que ser perfectamente transparentes. Para evitar
futuras acusaciones, los maridos tienen que tener la prudencia de obtener un
consentimiento firmado de sus esposas y, eventualmente, pagarlas por su
"trabajo emocional". Pero esto no funciona así. Nunca lo hace.
»La polaridad sexual no podrá reducirse jamás a un acuerdo entre dos partes
contratantes. Emmanuel Lévinas decía que tenía siempre una parte de
adoración y otra de profanación. Por lo tanto, hay que luchar -primero consigo
mismo- contra la violencia hecha a las mujeres, pero es necesario también
admitir que el deseo que impulsa a un hombre hacia una mujer -y recíprocamente-
no tiene nada que ver con la ficción del agente racional inventado por la
teoría económica moderna.
Los nuevos puritanos buscan la deshumanización, por racionalización pura,
del amor y del deseo (Robin Williams y Embeth Davidtz en una escena de El
hombre bicentenario [1999], de Chris Columbus).
-En una de sus
crónicas, usted vincula el terrorismo con el tecnocapitalismo… En su opinión,
¿la difusión de la ideología yihadista encuentra terreno favorable en la
mundialización espectacular y comercial?
-El enfrentamiento
entre consumismo e islamismo es sólo superficial: es la misma forma mentis.
En
ambos casos, se trata de llegar al paraíso apretando un botón.
Estado Islámico no tiene nada de retorno a unas supuestas tinieblas medievales:
es un movimiento postmoderno, formado por individuos desarraigados, reclutados
por internet, que se hacen selfies con Kalachnikov y salen en videos de
degüellos con puestas en escena que parecen series de televisión y que
subsisten gracias a los petrodólares. Su "Dios" no se hizo carne. No
es carpintero ni talmudista, lo que le habría dado, además del sentido de lo
concreto, un cierto sentido del humor. El yihadismo es, tal vez, una reacción
al vacío occidental, a su ausencia de sentido o de transcendencia, pero es
también una extensión de ese vacío, una pérdida radical de la tierra, de la
cultura, de la historia.
-Usted termina su
antología con un "cuento de Navidad". En un momento en el que el
consumo prima sobre el rito, ¿qué sentido puede aún tener esta fiesta
cristiana?
-Estamos
llegando a la consumación de los siglos. Nuestro sistema es muy frágil. La colapsología es
una ciencia que está muy en boga. El pavo con castañas puede engordar hasta
taparnos la vista, pero el hecho es éste: el alcaudón real de vientre rosa ha
desaparecido del territorio francés.
»Estamos sólo al principio de la desaparición de las especies y de los enormes
flujos migratorios, resultado del calentamiento climático. El black-out
que apagará todas las grandes arterias comerciales no está lejos: ¡tendrán
suerte los que aún tengan velas! En lo que atañe a los cíborgs, que nos
presentan como inmortales, no encontrarán ningún lugar donde recargar sus
prótesis o cambiar sus piezas, por lo que se quedarán averiados. De hecho, no
soy ni decadentista ni progresista. Soy, sencillamente, muy apocalíptico.
»Somos las primeras generaciones a las que nos han asegurado, no sólo que
"las civilizaciones son mortales", como decía Valéry, sino que la
especie humana está condenada a la extinción, a medio o largo plazo. ¿Cuál es
el sentido de esta certeza? ¿Por qué continuar, entonces, esta aventura humana?
Será necesario, cuando las pantallas se apaguen, plantearse en serio la
cuestión. Entonces nos percibiremos, tal vez, la estrella que hay encima del
establo de Belén: ese bebé judío que apareció en medio de la noche, entre su
madre, su padre, el buey y el asno, la adoración de los pastores y de los
reyes, es lo Eterno que nos dice que es bueno ser humano, tener un cuerpo,
trabajar con nuestras propias manos, hablar del cielo a través de las cosas
sencillas de la tierra; y que incluso si el mundo desapareciera
mañana -la figura de este mundo pasa, dice San Pablo-, sería necesario seguir
manteniendo nuestra posición en él, plantando árboles, criando a nuestros
hijos, transmitiéndoles la poesía de la alabanza y de la súplica.
»Este
misterio de la Encarnación será el último salvavidas contra el transhumanismo,
el islamismo, el animalismo, el espiritualismo y todas las demás
formas contemporáneas de desesperanza.
Traducción de Helena Faccia Serrano.
Publicado
originariamente en ReL el 31 de diciembre de 2017
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