En aquellas situaciones en que el fiel cristiano siente decaer su vida interior, pierde la capacidad de rezar, o convierta la oración en una rutina vacía, el Papa Francisco sugiere recurrir al Espíritu Santo: “Llamad al Espíritu, continuamente, para que esté presente en nuestra vida”.
Durante la Audiencia General presidida este miércoles 17 de marzo en el
Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre explicó que “muchas veces sucede que no rezamos, que no tenemos ganas
de rezar, o no sabemos, o rezamos como papagayos, con la boca, pero con el
corazón alejado”.
“Ese es el momento de decirle al Espíritu: ‘Ven,
ven Espíritu Santo, calienta mi corazón. Ven. Enséñame a rezar. Enséñame a
mirar al Padre, a mirar al Hijo. Enséñame cómo es el camino de la fe. Enséñame
cómo amar. Y, sobre todo, enséñame a tener una actitud de esperanza’”.
El Pontífice concluyó este miércoles la serie de catequesis sobre la
oración y se centró en la relación con la Santísima Trinidad, “en particular con el Espíritu Santo”.
Francisco señaló que “el primer don de toda
existencia cristiana es el Espíritu Santo. No es uno de los muchos dones, sino
el Don fundamental. El Espíritu es el Don que Jesús prometió enviarnos. Sin el
Espíritu no hay relación con Cristo y con el Padre. Porque el Espíritu abre
nuestro corazón a la presencia de Dios y lo atrae a ese ‘torbellino’ de amor
que es el corazón mismo de Dios”.
“En nosotros”, continuó
el Papa, “habita el Espíritu Santo; es Él quien nos
transforma en lo profundo y nos hace experimentar la alegría conmovedora de ser
amados por Dios como verdaderos hijos”.
De hecho, “todo el trabajo espiritual dentro
de nosotros hacia Dios lo hace el Espíritu Santo. Este Don trabaja en nosotros
para llevar adelante nuestra vida cristiana hacia Dios con Jesús”.
El Espíritu Santo “nos ‘recuerda’ a Jesús y
lo hace presente en nosotros. Podemos decir que es nuestra memoria trinitaria.
Es la memoria de Dios en nosotros. Nos recuerda. Hace presente a Jesús para que
no se reduzca a un personaje del pasado. Es decir, el Espíritu trae al presente
a Jesús en nuestra conciencia. Si Cristo estuviera tan solo lejano en el
tiempo, nosotros estaríamos solos y perdidos en el mundo”.
Por medio del Espíritu Santo “a los
cristianos de todo tiempo y lugar se les abre la posibilidad de encontrar a
Cristo. No recordarlo únicamente como un personaje histórico, no. Él atrae a
Cristo a nuestro corazón y es el Espíritu el que hace nuestro encuentro con
Cristo”.
“Él no está distante, está con nosotros: todavía
educa a sus discípulos transformando su corazón, como hizo con Pedro, con
Pablo, con María Magdalena, con todos los apóstoles. Pero ¿por qué está
presente Jesús? Porque el Espíritu lo trae a nosotros”.
La acción del Espíritu Santo en la vida de oración de quien lo invoca es
una experiencia “que han vivido muchos orantes:
hombres y mujeres que el Espíritu Santo ha formado según la ‘medida’ de Cristo,
en la misericordia, en el servicio, en la oración, en la catequesis… Es una
gracia poder encontrar personas así: nos damos cuenta que en ellos late una
vida diferente, su mirada ve ‘más allá’”.
El Papa Francisco resaltó que el Espíritu Santo no actúa únicamente “en los monjes, en los eremitas; se encuentra también
entre la gente común, gente que ha tejido una larga vida de diálogo con Dios, a
veces de lucha interior, que purifica la fe. Estos testigos humildes han
buscado a Dios en el Evangelio, en la Eucaristía recibida y adorada, en el
rostro del hermano en dificultad, y custodian su presencia como un fuego
secreto”.
Por ello, “la primera tarea de los
cristianos es precisamente mantener vivo este fuego, que Jesús ha traído a la
tierra, es decir el Amor de Dios, el Espíritu Santo. Sin el fuego del Espíritu
las profecías se apagan, la tristeza suplanta la alegría, la costumbre
sustituye al amor, el servicio se transforma en esclavitud”.
El Pontífice comparó la acción del Espíritu Santo con “la lámpara encendida junto al tabernáculo, donde se
conserva la Eucaristía. También cuando la iglesia se vacía y cae la noche,
también cuando la iglesia está cerrada, esa lámpara permanece encendida,
continúa ardiendo: no la ve nadie, pero arde ante el Señor. Así es el Espíritu
en nuestro corazón. Siempre presente, como en aquella lámpara”.
El Papa Francisco concluyó su catequesis: “No
lo olvidemos. El Espíritu está presente en nosotros. Escuchemos al Espíritu,
llamemos al Espíritu. Es el Don, es el regalo que Dios nos ha hecho”.
Redacción ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario