FRANCISCO: «EL TIEMPO DE CUARESMA ESTÁ HECHO PARA VOLVER A DIRIGIR LA MIRADA A LA PACIENCIA DE DIOS»
En su mensaje para la Cuaresma
2021, el Santo Padre Francisco alienta a los cristianos a prepararse para la
celebración de la Pascua, recorriendo un camino de conversión basado en tres
puntos clave: La fe, la esperanza y la caridad, expresadas en tres gestos
concretos que podemos aplicar en nuestra vida diaria: EL
AYUNO, LA ORACIÓN Y LA LIMOSNA.
(Vatican.news) El papa Francisco ha dado a
conocer hoy su mensaje con motivo de la
Cuaresma 2021, que lleva como título «Mirad,
estamos subiendo a Jerusalén...» (Mt 20,18). Cuaresma: un tiempo para renovar
la fe, la esperanza y la caridad.
Recorriendo el camino
cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, el Santo Padre
invita a los fieles a vivir plenamente este tiempo de conversión, «renovando
nuestra fe, saciando nuestra sed con el «agua viva» de la esperanza y
recibiendo con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos
y hermanas en Cristo».
CAMINANDO HACIA
NUESTRA CONVERSIÓN
Y en este camino de
preparación para la noche de Pascua, en la que -recuerda Francisco- renovaremos
las promesas de nuestro Bautismo, «para renacer
como hombres y mujeres nuevos»; resulta fundamental consolidar tres
pilares que nos ayudan en nuestra conversión: El
ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su
predicación (cf. Mt 6,1-18).
«La vía de la
pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el
hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos
permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante»
LA FE NOS LLAMA A
ACOGER LA VERDAD Y A SER TESTIGOS
Asimismo, en su mensaje el
Pontífice señala que la fe nos llama en este tiempo litúrgico, «a acoger la Verdad y a ser testigos», ante Dios y
ante nuestros hermanos y hermanas.
«Es por ello que
en este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en
Cristo, significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la
Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una
construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o
ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a
la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de
que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo
que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino –exigente pero
abierto a todos– que lleva a la plenitud de la Vida»
En este sentido, Francisco
subraya que el ayuno vivido como experiencia de privación (para
quienes lo viven con sencillez de corazón), «lleva
a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de
criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento»,
porque ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que la abarrota, «incluso de la saturación de información -verdadera o
falsa- y de productos de consumo», para permitir que Dios habite en
nosotros.
LA ESPERANZA COMO
«AGUA VIVA» EN EL CAMINO
Por otra parte, el Santo Padre
destaca el elemento de la esperanza como «agua viva» que nos permite continuar
nuestro camino de conversión.
«La samaritana,
a quien Jesús pide que le dé de beber junto al pozo, no comprende cuando Él le
dice que podría ofrecerle un «agua viva» (Jn 4,10). Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material,
mientras que Jesús se refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en
abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no
defrauda. Al anunciar su pasión y muerte Jesús ya anuncia la esperanza, cuando
dice: «Y al tercer día resucitará» (Mt
20,19)»
«Jesús nos habla
del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par», continúa Francisco: «Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la
historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni
con el pecado que crucifica al Amor».
El Papa también hace hincapié
en las grandes dificultades que atravesamos como humanidad, especialmente en
este tiempo de pandemia, «en el que todo parece
frágil e incierto» y donde «hablar de
esperanza podría parecer una provocación».
«El tiempo de
Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la
paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a
menudo la maltratamos (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44). Es
esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os
pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el
corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en
difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo»
SENTIR QUE
DIOS «HACE NUEVAS TODAS LAS COSAS»
Por tanto, para Francisco,
vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, «somos testigos del tiempo nuevo» en el que Dios «hace nuevas todas las cosas».
Pero... ¿Dónde encontrar esa esperanza? Precisamente «en el recogimiento y el silencio de la oración»,
que es donde -dice el Pontífice- se nos da la esperanza como inspiración y luz
interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: «Por esto es fundamental recogerse en oración (cf.
Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de
la ternura».
CARIDAD VIVIDA TRAS
LAS HUELLAS DE CRISTO
Como último punto de su
mensaje, centrándose siempre en el proceso de conversión al que estamos
llamados a vivir como cristianos en esta Cuaresma, el Papa destaca la caridad, «vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y
compasión por cada persona», ya que se trata de la expresión más alta de
nuestra fe y nuestra esperanza.
«La caridad se
alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está
angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad…
La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y
que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión. La caridad es don
que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve
privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo
poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se
transforma en una reserva de vida y de felicidad»
AYUDA A LOS
NECESITADOS EN ESTA PANDEMIA
«Y así sucede
con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con
gozo y sencillez», añade el Sucesor de Pedro indicando que vivir una Cuaresma de caridad «quiere decir cuidar a quienes se encuentran en
condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de
COVID-19».
Antes de finalizar, Francisco
recuerda que cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar.
«Este llamado a
vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir
nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y
personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del
Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del
Padre», concluye el
Santo Padre pidiendo a la Virgen María, «Madre
del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia», que
nos sostenga con su presencia solícita, y que nos acompañe en el camino hacia
la luz pascual.
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