Es una doctrina que
se centra en convicciones intelectuales y en una búsqueda de perfección
individual.
Por: P. Cristian Hernan Andrade | Fuente: Religion en Libertad
ES
UNA DOCTRINA QUE SE CENTRA EN CONVICCIONES INTELECTUALES Y EN UNA BÚSQUEDA DE
PERFECCIÓN INDIVIDUAL; TIENDE AL POLITEÍSMO, AL RITUALISMO Y AL SINCRETISMO
El budismo surgió como una reacción contra la
discriminación impuesta por los arios en la India, contra la poca satisfactoria doctrina védica de la reencarnación y contra
los rituales complicados; es una doctrina que se centra en convicciones
intelectuales y en una búsqueda de perfección individual.
Su carácter no ritual, su poco apego a las
tradiciones locales y la tremenda persecución
hindú hicieron que el budismo no se afianzara en la India. Su campo de
desarrollo fue China, de donde se extendió al sudeste asiático y a Japón.
Como en todas las religiones, en los grupos
populares el budismo tiende al politeísmo, al ritualismo y al sincretismo o
mezcla con otras tradiciones locales previas. En todos los tiempos, la carta
fuerte del budismo ha sido su élite, hombres admirables por su disciplina, su
capacidad intelectual y su ardor misionero.
MITOS
Y HECHOS
¿EL
BUDISMO ES UNA DOCTRINA PACÍFICA; A DIFERENCIA DE OTRAS RELIGIONES,
NUNCA EMPLEÓ LA VIOLENCIA?
FALSO. El
budismo sufrió varias persecuciones
injustas y encarnizadas. Sin embargo, los budistas de China impusieron su
religión por la fuerza, ejecutando a los sacerdotes taoístas y confucianos, al
menos en seis períodos distintos de la historia de esa nación. Siendo los
monjes budistas excelentes funcionarios del Estado, influyeron en los reyes de
Birmania, Tailandia y Corea, lo mismo que sobre los capitanes de guerra o
shogun japoneses para declarar su religión como la oficial y exterminar a las
otras creencias. Las guerras entre los budistas de Nara y los de Kyoto en el
siglo VIII, entre la secta Tendai y la Shingon en el siglo X o entre los Zen y
los Nirichen en el siglo XIII fueron más crueles que cualquier otro ciclo de
combates en la formación de Japón. En perspectiva histórica, el choque del
budismo con otras creencias, o incluso entre dos grupos rivales de la misma
religión, no es diferente a ejemplos más conocidos en el judaísmo, el
cristianismo o el Islam.
¿EN
EL BUDISMO SE ADORA AL DIOS BUDA?
FALSO. Las
representaciones budistas más conocidas en Occidente retratan a Siddharta Gautama,
el príncipe de la India que en siglo V AC dio
origen a esta religión. Sin embargo, no se adora en él a un dios, sino se
venera a un maestro que explicó cómo funciona la vida humana; el budista no
busca amar a Buda, sino convertirse él mismo en un Buddha o iluminado. Hay
centenares de miles de budas, y se cree que cualquier hombre puede alcanzar ese
estado.
¿EL
BUDISMO, A DIFERENCIA DE OTRAS RELIGIONES, NO BUSCA GANAR ADEPTOS?
FALSO. Por
el contrario, una de las características típicas del budismo es su actividad
misionera. Por ejemplo, en el mundo actual, la secta Zen se dedica desde
finales de los 50 a conquistar el oeste de EU y Canadá, mientras que los
Nirichen, financiados por la empresa trasnacional Mitutoyo, han establecido
centros misioneros de amplia difusión en California, Ontario, Hawaii, Neuss
(Alemania), Singapur, Sao Paulo y México. El Dalai Lama tiene adeptos difusores
entre figuras del espectáculo y la política de EU y Europa, e incluso los
tradicionalistas monjes Theravadin de Thailandia viajan a América Latina.
DESARROLLO
A)
DOCTRINA
El budismo parte de la conciencia del dolor
inherente a la existencia, el dolor de la frágil e insatisfactoria vida
presente y también el dolor del ciclo de la reencarnaciones. El universo es un
mecanismo de causa y efecto en el que no hay dios que guíe, provea o salve. Lo
único que cuenta son los actos, que dejan su marca en los seres y condicionan
su desarrollo. Los hombres sufren y hacen sufrir porque tienen ideas
inadecuadas de la vida y la realidad. La única vía de salida de esta ignorancia
son las “Cuatro
nobles verdades”:
- La vida está llena de sufrimiento
- La causa del sufrimiento es el deseo
- Extinguir el deseo hace cesar el
sufrimiento
- Para extinguir el deseo y su consiguiente
sufrimiento, hay que seguir el Óctuple Camino
El
Óctuple Camino es:
- Visión correcta Vida correcta
- Aspiraciones correctas Esfuerzo correcto
- Palabras correctas Conciencia correcta
- Conducta correcta Concentración correcta
Siguiendo el Óctuple Camino, el hombre supera la
ilusión y se da cuenta que el mundo está regido por la anitya (=
transitoriedad, no permanencia de las cosas), que él mismo es anatman (= sin
alma, sin un centro más allá de las acciones y pensamientos) y que todo es
sunyata (= sin substancia, vacío). Si las cosas o el hombre fueran en realidad
-piensan los budistas- no cambiarían ni estarían sujetos al karma o efecto de
las acciones. Atenazados por el deseo, el karma nos atrapa en el ciclo de
reencarnaciones o samsara.
El samsara tiene seis tipos posibles de
existencia: en el infierno, como espíritu
torturado, como animal, como asura o espíritu maligno, como humano o como deva
o dios benigno. Ser un dios no mejora realmente la situación, pues se
tiene menos limitaciones que como ser humano, pero se puede ser igual o más
infeliz debido al deseo.
Cuando un hombre se decide a seguir el Camino,
entra a formar parte de la Samgha (= Hermandad) como monje o laico. Ayudado por
sus correligionarios y por la compasión de los budas, se esfuerza en el
paramita (= llegar a la otra orilla), la disciplina de ofrendas, moralidad y
meditación que son el centro de la religión. Finalmente, en alguna de sus vidas
-y por supuesto, se intenta que sea en la presente- se alcanza el bodhi o
iluminación, la perfecta certeza de las cuatro nobles verdades, de manera que
al morir se alcanza el nirvana o extinción, la superación absoluta del deseo,
del sufrimiento y de la existencia misma.
B)
BUDDHAS Y BODHISATTVAS
El budismo arranca de la predicación y vida de
Siddharta Gautama (558-478 AC). La tradición budista señala que Gautama fue el
hijo del rey de Kapila, en las fronteras de la India y Nepal. Una profecía
señaló que el recién nacido sería el emperador de todo el universo o bien el
maestro que enseñaría la perfecta sabiduría, si es que tenía la oportunidad de
conocer el sufrimiento. El rey prefería el primer destino, de manera que rodeó
a su hijo de una corte perfectamente lujosa, donde no hubiera espacio para
ninguna preocupación o dolor. Siddharta se convirtió en un hábil guerrero y en
un cortés príncipe, casado con una mujer bellísima y padre de un hijo. Pero un
día quiso conocer el mundo, y ya que no pudo hacerlo desistir, su padre el rey
mandó retirar de las calles de la ciudad todo signo de dolor o miseria.
Sin embargo, fue inevitable que Siddharta viera
a un hombre anciano, con los achaques de la decrepitud, a un enfermo con graves
padecimientos, para finalmente toparse con un cadáver. Pero el encuentro
determinante del día fue el que tuvo con un asceta, que mendigaba su comida
pero que afirmó tener una vida plena. Siddharta huyó, abandonando su trono y su
familia, y se dedicó a la vida ascética. A punto de morir de inanición,
comprendió que eso tampoco lo haría feliz. Sakyamuni, como era llamado
entonces, hizo un voto: no se levantaría de meditar
bajo un árbol de tilo hasta no descubrir la clave de la vida. Así, a los
35 años, alcanzó la iluminación y se convirtió en Buddha. Dedicó el resto de su
vida a enseñar las cuatro nobles verdades y a practicar el paramita; en una
dulce agonía, rodeado de sus discípulos, entró en el nirvana a los 80 años, en
Kusinagara, en el norte de la India.
Para el budista, Sakyamuni es sólo una
manifestación histórica de la “budidad”. La
existencia misma es ilusión, lo único que hay es el perfecto vacío de
Thatagatha, el Bendito, el Buddha eterno. De hecho, Sakyamuni tuvo antes otras
seis existencias, y en todas alcanzó la iluminación. Las direcciones de la
realidad están presididas por cinco Buddhas: Vairocana
en el centro, Ratnasambhava en el sur, Amithaba en el oeste, Amoghasiddhi en el
este y Aksobhya en el norte. Además de infinitos Buddhas ya logrados,
están los Bodhisattvas, seres de todo tipo que hicieron un voto de no alcanzar
ellos mismos el nirvana hasta no ayudar a otros seres a lograrlo; el más
importante de todos ellos es Maitreya, que vive en un paraíso fuera de este
mundo y que un día vendrá, se vestirá con la túnica de Sakyamuni y completará
su obra.
C)
PRÁCTICAS
La práctica fundamental del
budismo es el Camino, que se traduce en una serie de mandamientos, los cuales
se derivan concretamente de las exigencias propias del óctuple camino:
- Visión correcta: creer las cuatro nobles
verdades;
- Aspiraciones correctas: no codiciar, no ser
avaro, no tener ira;
- Palabras correctas: no mentir, no insultar,
no hablar en vano;
- Conducta correcta: no matar, no robar, no
adulterar (aquí está la base del ahimsa o no violencia);
- Vida correcta: no hacer nada vergonzoso;
- Esfuerzo correcto: dedicarse a los fines
adecuados;
- Conciencia correcta: lograr la
tranquilidad;
- Concentración correcta: alcanzar la
sabiduría.
Existen muy pocos rituales comunes a todo el
budismo; entre los más importantes están la entrada en la Hermandad, los
festejos en conmemoración del nacimiento (8 de abril) y de la iluminación (8 de
diciembre) de Sakyamuni, y las dos semanas de Higan (una en primavera y otra en
otoño) en la que toda la Hermandad se esfuerza por desarrollar la disciplina.
Al aceptar la existencia de dioses (pero
restándoles importancia), el budismo en cada región asimila mitos y ritos
anteriores, en los que se introduce pocos cambios para hacerlos compatibles con
la doctrina. Así ocurre con las festividades paganas del sudeste asiático, las
prácticas adivinatorias del taoísmo chino o el complicadísimo ritual del
shintoísmo japonés.
Para conservar los restos de Sakyamuni, se
construyeron en la India las estupas, templos circulares originalmente sin
ninguna representación humana; andando el tiempo y extendiéndose
geográficamente, los templos budistas comenzaron a presentar bajorrelieves
(todavía se representaba a Buddha como un árbol de tilo, una llama o una rueda
de ocho rayos -el Camino-) y decoraciones con figuras animales y vegetales.
Finalmente se representó a Sakyamuni, a los buddhas de las direcciones y a todo
tipo de héroes, reyes, maestros y boddhisattvas; muchos templos hoy llegan a
tener más de mil ídolos.
Para la oración y meditación diarias se recurre
a cantos y mantras, a la quema de incienso y veneración de imágenes. Los monjes
de las distintas observancias desarrollaron o adaptaron prácticas de meditación
e integración psicofísica: yoga, mandalas, artes marciales, meditación con
sonidos, jardinería, pintura, escritura, estudio, aislamiento, celibato.
D)
DESARROLLO DEL BUDISMO
A la muerte de Sakyamuni, la Hermandad era un
pequeño grupo de unas cuatro mil personas. Asoka, el más grande rey de la
dinastía Maurya, en el siglo II AC, se convirtió al budismo y difundió su
doctrina en todo el reino. Pocos años después de su muerte, el budismo fue
perseguido y los monjes se refugiaron en Nepal, para después extenderse por
Bactriana, Indochina, Indonesia y China, a donde llegaron alrededor del 150 DC.
Por esas épocas se dio la gran división del budismo: un grupo conservador, en el
que el acento está en la perfección personal, con los laicos sosteniendo
materialmente y venerando a los monjes y monjas, llamado Theravada (= abogados
de los mayores) y un grupo progresista, con el acento en la armonía con el
universo, más igualitario, llamado Mahayana (= gran vehículo, con “lugar para todos”).
El budismo Theravada es típico de Nepal,
Birmania, Camboya y Thailandia; el budismo Mahayana es predominante en China,
Mongolia, Corea y Japón. El budismo chino se caracterizó por la influencia de
los monjes en el gobierno y su gran contribución a la organización, la
legislación, la medicina y la educación. En Japón, el budismo captó a la élite
intelectual; sus especulaciones metafísicas, sus técnicas de éxtasis y su
contribución al arte son muy influyentes aún hoy. Hasta la llegada del
cristianismo y el Islam, el budismo fue la única religión sin ningún tipo de
restricción en cuanto a raza, cultura, extracción social, edad o sexo para
pertenecer plenamente a la comunidad.
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