miércoles, 27 de mayo de 2020

ALMA ALEGA EN EL JUICIO QUE NO HABÍA OÍDO HABLAR DEL INFIERNO


(ECOS de la CAVERNA) “¿Por qué nadie me advirtió de que existía el infierno?”, preguntó el alma al ver que su juicio particular no iba a terminar bien. “¡Creí que era un cuento de viejas! ¡Nadie me dijo que era de verdad!”.
Los ángeles investigadores descubrieron, con horror, que tenía razón. Después de haber asistido a 3.847 misas, 48 funerales, 0,6 cursillos prematrimoniales, 53 horas de catequesis de Primera Comunión, 27 sesiones de dinámicas de grupo/catequesis de jóvenes y lo que pareció una eternidad (pero solo fueron cinco sesiones de media hora) de charlas para adultos de su párroco, el alma no había oído hablar en ninguna ocasión del infierno.
De hecho, su única relación con el concepto de condenación eterna se había producido al escuchar una canción en la que el infierno se presentaba como un lugar donde iban al morir los rockeros, que al llegar organizaban inmediatamente una fiesta. “A mí me gustan las fiestas. ¡La misa es una fiesta!”, gimió el alma, intentando desesperadamente recordar algo de lo aprendido en la catequesis durante su niñez.
Tras considerar la nueva información, de forma provisional y mientras se revisaba su caso, se concedió al alma el atenuante de “necedad, locura o ignorancia de proporciones cósmicas”. Los registros celestes, de hecho, parecen indicar que este atenuante se ha ido haciendo cada vez más frecuente en los fallecidos de un tiempo a esta parte. “Es como una epidemia de estupidez”, declaró un serafín que no quiso dar su nombre.
Sin embargo, y en ejercicio de la Justicia divina (de la que tampoco había oído hablar el alma), esta circunstancia se aplicará en el futuro como agravante a los obispos, sacerdotes y catequistas que no puedan demostrar que advirtieron a los fieles sobre la existencia del infierno. En los atrios celestiales se rumorea que este agravante podría añadir un par de ceros a la duración de la estancia media en el purgatorio y que Pedro Botero ha hecho un pedido de calderos XXL a China para afrontar el previsible aumento de la demanda.
De hecho, se han descubierto ya siete casos de almas de sacerdotes que pretendían hacerse pasar ante el tribunal celeste por milicianos de las Brigadas Internacionales para “tenerlo más fácil en el Juicio”. En una ocasión, los ángeles tuvieron que intervenir para evitar que el alma de un obispo recién fallecido le arrebatara por la fuerza los documentos de identidad a un político abortista para cambiarlos por los suyos. “Yo no tengo la culpa”, declaró Mons. [censurado], “si hubiera predicado sobre el infierno y el pecado me habrían llamado rígido y tradicionalista! ¡No podía hacer otra cosa!”.
Cavernicola

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