Llegué
a casa esa tarde del trabajo y mi esposa me estaba esperando con una cara de
“Ya no más”. Efectivamente me dijo: “Mi amor, ya no soporto este olor, es
necesario hacer algo. El ratón muerto hiede insoportablemente, hay que
localizarlo”.
Esa
tarde con pocas ganas de hacerlo inicie mi profunda pesquisa y luego de casi
una hora siguiendo mi olfato, mi escasa intuición y mi poca experiencia
forense, logré dar con el muerto.
Estaba
en el cielo raso cerca de la cocina. Nos había atormentado el olor los últimos
tres días, pero ahora había llegado la hora del alivio y descanso para nuestros
golpeados olfatos sensibles. Ese día entendí que cuando el ratón muere, la vida
no debe parar. Hay que buscarlo, desecharlo,
no ignorarlo y volver a comenzar.
Cuando
algo muere hay que enterrarlo. Nada es eterno, salvo la vida que el Señor
ofrece. Todo lo demás muere. Se mueren las finanzas, las personas, la épocas,
las relaciones, la salud, el trabajo, las posiciones. Cuando algo muere en la
vida, no debemos parar. Hay que buscar el ratón y enterrarlo.
He
encontrado muchos que prefieren vivir el restos de sus vidas con el olor
nauseabundo del lamento, la queja y la victimización y cuando eso pasa la vida
deja de fluir. Se quedan en la esquina de la existencia humana sin procesar el
quebranto ignorando que cuando algo muere es porque hay otro algo que quiere
vivir.
El
Señor le dijo a Josué en el capítulo 1 de Josué. “Mi siervo Moisés ha
muerto…ahora sube tú a la tierra que os he entregado”. Josué, La Vida no para.
Ha Moisés lo entierras y tú sigue adelante.
Nos
gozamos con promesas en la Biblia que nos alientan pero ignoramos a veces la
antesala de las promesas. Una de esas promesas que nos alienta está en Jeremías
29:11 “Porque yo sé los pensamientos que tengo
acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz y no de mal, para daros
el fin que esperáis”.
Maravillosa
promesa, pero no miramos la primera palabra de este verso: “Porque”. Esta palabra es un Puente entre una
antesala y la promesa. Toda promesa tiene una antesala, una razón de ser
promesa. Es una promesa que llega cuando el ratón se muere. Veamos los primeros
versos del mismo capítulo y entenderemos el “por
qué” de la promesa.
Porqué
el ratón de la Libertad murió:
“Así ha dicho el Señor de
los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice
transportar de Jerusalén a Babilonia”: Jeremías 29:4
El
pueblo había sido llevado cautivo, estaban llorando el estar en tierra
extranjera y el haber perdido casas, propiedades , familia. A ellos es que Dios
les da la promesa, pero lo que les dice en este verso 4 es, el ratón de la
libertad murió. Nada sucede sin el permiso de Dios. Fue Dios el que los hizo
transportar a Babilonia.
La
Vida no debe Parar.
“Edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed del
fruto de ellos.
Casaos y engendrad hijos e
hijas; dad mujeres a vuestros hijos y dad maridos a vuestras hijas, para que
tengan hijos e hijas. Multiplicaos allá, y no disminuyáis”. Jeremías 29:5,6
El
Señor les dice: “No paren, El ratón murió,
búsquenlo y entiérrenlo. Vuelvan a comenzar. Edifiquen, Planten, Coman,
Cásense, engendren hijos, multiplíquense, no se achicopalen, no
disminuyan. No se queden en la esquina del mundo llorando el resto de sus
vidas, porque si no perderán la promesa.
A
pesar de las Circunstancias Impacten, Inyecten y propulsen el ambiente, el
lugar y la gente donde están: “Procurad la paz de la
ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella al Señor, porque en su
paz tendréis vosotros paz”. Jeremías 29:7.
Yo los
lleve allí, Aunque no les guste yo tengo mi propósito y mientras eso se cumpla,
Hagan un impacto donde está,. Inyecten paz, fe y esperanza y propulsen un
ambiente que contagie a todos, porque esa paz los tocará a ustedes y a quienes
les rodean. Ustedes están hechos de otra fibra. Entierren el ratón y
vayan más allá de lo que los oprimen. Rueguen a Dios que la Oración es la mejor
herramienta para volver a comenzar.
No
escuchen las voces que deprimen, oprimen o restringen: “Porque
así ha dicho el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros
profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos, ni hagáis caso de los
sueños que sueñan. Porque falsamente os profetizan en mi nombre. Yo no los
envié, ha dicho el Señor». Jeremías 29:8,9.
Cuando
el ratón muere nunca faltan los que vienen para culparnos de la muerte del
ratón, para darnos las consabidas clases de lo que deberíamos haber o no haber
hecho. Llegan los maestros de la vida para decirnos que debido a la
muerte del ratón no podremos volver a comenzar. Que nuestra meta se acabó. Que no vale la pena volver a comenzar.
Job
los tenía en medio de su quebranto. Eran filósofos y eruditos de la
existencia humana que solo multiplican el olor de lo que murió, pero no se
mueven a ayudarnos a buscar el ratón muerto. Ellos podrían escribir
libros que lo explican todo y serían best Sellers. Dios dice a esos no los
envíe yo. No son mis profetas.
Ustedes
no paren ni para escucharlos. La vida no para. Aprende de lo sucedido y sigue
adelante. Ellos pueden dar sus clases en otro salón, porque ustedes están
ocupados en hacer salón para mis promesas.
Dios
tiene sus tiempos y sus tiempos nunca se equivocan: “Porque así dijo el Señor: Cuando en Babilonia se cumplan los
setenta años, yo os visitaré y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para
haceros volver a este lugar”.
Los
tiempos de Dios son precisos. No fallan. Cuando algo muere es porque hay otro
algo que comenzará a vivir. Él es el
principio y el Fin. En El todo comienza y todo acaba. No te aferres a nada,
menos a los muertos. Lo que hoy te hace llorar, mañana te hará reír. Cuando el
tiempo se cumpla lo verás.
El
reloj de Dios tiene su tiempo ajustado y siempre da la hora exacta aunque casi
nunca coincide con mi reloj.
La
Promesa es Real y Segura:
Ahora es cuando puedo
entender el por qué de la promesa: “Porque yo sé los pensamientos que tengo
acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz y no de mal, para daros
el fin que esperáis”.
Él Sabe, Él tiene y el Da.
Él
Sabe los pensamientos que tiene. Él tiene
algo acerca de nosotros y él da el fin que esperamos.
Que
bella promesa… pero es más bella cuando la
vemos en el cuadro completo y mucho de ese cuadro nos hizo llorar o temblar. ¡Gloria a Dios¡. Ahora lo podemos ver.
Y
cuando enterramos el ratón y vemos la promesa nuestra forma de orar cambia: “Entonces me invocaréis.
Vendréis y oraréis a mí, y yo os escucharé.
Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo
vuestro corazón.
Seré hallado por vosotros,
dice el Señor; haré volver a vuestros cautivos y os reuniré de todas las
naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice el Señor. Y os haré
volver al lugar de donde os hice llevar”. Jeremías 29:12-14.
La
perspectiva de la oración cambia cuando veo el cuadro completo. Ya el olor no
está no está. Ahora está el Señor. Al ratón ya lo encontramos y lo enterramos,
pero ahora hallamos al Señor. El panorama cambia. Los colores toman vida. El
paisaje resplandece.
No
comenzó ahora. Comenzó cuando buscamos al ratón y lo enterramos. Comenzó cuando
entendimos que la vida no para. Comenzó cuando lo vimos a él y él nos amó en
medio de la soledad, la desilusión y el quebranto.
¿Que se te murió? ¿Lo
lloras? Está bien llóralo un rato pero luego entiérralo
y recuerda la vida no para, tampoco pares tú. El Señor no para.
La vida es corta pero la esperanza es Larga.
Miremos
al final del camino… allá nos espera la
promesa y un poco más allá quien nos dio la promesa para decirnos.: “Ven buen siervo fiel. En Lo poco haz sido fiel…en
lo mucho te pondré”
Cuando
el camino se estrecha… con corazón se expande.
Dios
te siga sosteniendo.
Dr. Serafín Contreras Galeano.
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