El análisis de Gabriele Kuby en «El abuso
sexual en la Iglesia católica»
Gabriele Kuby ha publicado en varios idiomas «La
Revolución Sexual Global». En su nueva obra muestra cómo ha afectado de manera
especialmente dolorosa a la Iglesia.
Si en vez
de conducir a los fieles en un gran "movimiento
penitencial" y ejercer la autoridad "para
purificar a la Iglesia", sus autoridades permiten la "relativización del depósito inmutable de la
fe" y la subsistencia de las "redes
homosexuales" de las que está "impregnada"
la Iglesia, lo más probable es que la Iglesia, más que por "la conversión y el arrepentimiento... sea
purificada a través de la persecución". Que "obispos y cardenales" escojan "el camino de la Cruz" es "el único camino para que la Iglesia recupere su
autoridad moral", pero "son pocos
los obispos que están dispuestos a asumir esta cruz en el seguimiento de
Jesús".
Es el
diagnóstico de Gabriele Kuby
sobre la crisis de los abusos, tal como lo ha expuesto en su último
libro, El abuso sexual en la Iglesia
católica (Homo Legens), y que viene avalado por los
prólogos del cardenal Gerhard Müller,
antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y del obispo de
Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla.
Kuby,
socióloga y madre de tres hijos, es la autora del best
seller internacional La Revolución Sexual Global,
traducido a 14 idiomas. Una revolución a la que atribuye buena parte de la
responsabilidad en lo que ha pasado, no tanto en sí misma como en su penetración incontestada en el seno de la Iglesia.
DECADENCIA
TEOLÓGICA
Una
impregnación ideológica y moral, por un lado. En 1968, la encíclica Humanae Vitae de Pablo
VI suscitó una rebelión muy amplia por parte de obispos y sacerdotes,
que en la práctica anularon su efecto formador sobre la conciencia de los
fieles. "Una vez que la conexión entre la
sexualidad y la reproducción se abandona teórica y prácticamente, la puerta
está abierta para la justificación de cualquier tipo de comportamiento
sexual", afirma. En la Iglesia "la
validez de las normas morales absolutas fue abandonada", y en
consecuencia los pecados sexuales "estaban justificados
teológicamente, declarados en el confesionario como inexistentes y tolerados y
silenciados en los seminarios".
"La proclamación de la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad
ha sido un completo fracaso desde la década de los 70", reconoce Kuby, quien participó en el movimiento del
68 como marxista y atea y, tras un periodo de tiempo vinculada a
espiritualidades de la Nueva Era, se convirtió a la fe católica hace veintidós
años. El dato que ofrece al respecto -por lo demás, una experiencia
prácticamente universal- es demoledor: "Ni
una sola vez desde mi conversión en 1997 he oído una homilía sobre los temas
mencionados en un servicio ordinario de Iglesia", a
pesar de que "el pastor, que debe estar
preocupado por la salvación eterna, debe clarificar a las ovejas a través de
qué acciones perderán su estado de gracia".
REDES
HOMOSEXUALES
Pero el
problema no ha sido solo teórico. La encíclica Veritatis Splendor
(1993) de Juan Pablo II,
destinada a recuperar los fundamentos de la moral en la predicación, "llegó demasiado tarde": "El resplandor de
la verdad ya no tenía poder para romper las estructuras de pecado dentro de la
Iglesia".
Esas "estructuras de pecado" son la segunda
parte de la ecuación: "Las redes homosexuales
y las camarillas son demasiado poderosas".
No se puede negar, recuerda, que muchos obispos "promovieron
la subcultura homosexual en los seminarios", y que en
Estados Unidos al menos quince han sido ellos mismos acusados de abuso, con el
ex cardenal y ex sacerdote Theodore McCarrick a la cabeza.
Kuby
relata varios casos del penoso frontón en el que acabaron convertidos algunos
obispados ante las denuncias fiables que llegaban de parte de seminaristas y
sacerdotes íntegros (es el caso de David Marsen,
formador en el seminario nacional de Irlanda hasta que tiró la toalla)
e incluso a través de libros de conocimiento general, como los de Enrique Rueda y Michael S. Rose,
entre los más célebres.
Porcentaje
de víctimas masculinas y femeninas en los casos de abusos del clero estudiados
en el informe del Ruth Institute,
el más exhaustivo hasta la fecha.
Que las
prácticas homosexuales son una parte esencial del problema de los abusos a
menores lo constata Kuby a partir de las investigaciones más exhaustivas
realizadas hasta el momento, como el de Paul Sullins para el Ruth Institute: el 80% son
cometidos sobre varones púberes, el porcentaje de sacerdotes con atracción por
el mismo sexo ha llegado a ser ocho veces superior al promedio de la población,
y hay una correlación temporal entre dicho porcentaje y los periodos de mayor
incidencia de abusos. Esta realidad se ha encontrado con una "gigantesca tolerancia" y un "encubrimiento" por
parte de muchos obispos.
RUINA
DEL ALMA DEL SACERDOTE
La perspectiva sobrenatural está muy
presente en El
abuso sexual en la Iglesia católica. Así, Kuby describe
cómo "la integridad sacerdotal está hecha pedazos"
en los sacerdotes que llevan esa doble vida moral: ¿cómo "predicará con convicción acerca del pecado y
la culpabilidad"? Al revés, "quien
no vive las enseñanzas de la Iglesia no la defenderá, sino que colaborará a
diluirla", se aferrará "a
justificaciones teológicas" y buscará contactar "con personas que refuercen eso en él".
"El abuso tiene lugar cuando el impulso sexual está completamente
fuera de control", explica
Kuby, y en alguien que "se ha refugiado en la
mentira": "¿Puede creer todavía que un día estará ante Dios y
deberá dar cuentas?" No queda otro camino que huir hacia
adelante, y "es probable que pretender el
poder clerical se convierta en un estímulo mayor", con el cual
poder además apoyar y ser apoyado a otros sacerdotes en situación similar, que "corren el peligro de ser desenmascarados" (en
palabras de Dariusz Oko, otro
experto en la cuestión).
De esta
forma, sacerdotes esclavos de sus instintos, con la fe y la esperanza perdidas,
justificados teológicamente por el relativismo moral que esas mismas redes les
han enseñado y protegidos por redes poderosas cuyas ramificaciones siguen sin
ser conocidas en su totalidad, han dispuesto durante años de la posibilidad de
hacer un mal inmenso.
VÍCTIMAS
DEVASTADAS EN SU CAMINO DE FE
Que es lo
que cuenta. Pues Kuby tiene presente que, en la crisis de los abusos sexuales
en la Iglesia, quienes sufren un daño más "devastador"
son sus víctimas. Y no se circunscribe a su cuerpo o a su psicología,
sino que va mucho más allá: en la mayoría de los casos queda "destruido" su "camino
de fe". ¿Cómo alguien que ha vivido
esa experiencia querrá hacer "el camino de la vida eterna de la mano de la
Madre Iglesia"?
Y así, "la credibilidad de la Iglesia católica y la
reputación de la Cátedra de San Pedro están permanentemente dañadas. Ya nadie
necesita de una Iglesia que va de la mano del espíritu del tiempo en cuestiones
fundamentales de antropología cristiana y no muestra a la gente cómo buscar y encontrar
el camino de la salvación eterna".
LA
BIFURCACIÓN EN CIERNES
Además de
la oración y la penitencia, Kuby muestra el camino de purificación: por un
lado, "el poder redentor de los sacramentos",
que actúan con independencia de la mayor o menor (o nula) santidad de
quien los administra. Los fieles han de acudir a esos sacramentos porque
necesitan fuerzas: les espera "una situación
de bifurcación en la que o bien reconocen a Jesucristo y se sacrifican
por Él, o bien le traicionan".
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