En un artículo del National Catholic Register se
informó sobre los lugares donde, con mayor certeza y basándose en
investigaciones actualizadas de arqueólogos, se encontrarían las tumbas de los
12 apóstoles.
Los doce apóstoles son: Simón, llamado Pedro, y su
hermano Andrés; Santiago el Mayor (hijo de Zebedeo) y su hermano Juan; Felipe y
Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el Menor (hijo de Alfeo); Simón
el Cananeo, Judas Tadeo y Judas Iscariote, quien entregó a Jesús. En reemplazo
de este último, se nombró luego a Matías.
SAN PEDRO
El artículo del
escritor Thomas Craughwell, indica que durante los últimos 100 años,
los arqueólogos casi han confirmado la ubicación de las tumbas de San Pedro,
San Pablo y San Juan.
Alrededor del año 64, San Pedro fue crucificado de cabeza por Nerón en
la colina del Vaticano. Los cristianos recuperaron su cuerpo y lo enterraron en
un cementerio cercano. Alrededor del año 326, el emperador Constantino niveló
lo que quedaba de la arena y la colina y erigió una gran basílica con el altar
mayor colocado sobre la tumba de San Pedro. Pero después de siglos de
restauraciones y reconstrucciones, la ubicación de la tumba se perdió. La
tradición seguía insistiendo en que los huesos de Pedro yacían debajo del altar
mayor de su basílica, pero nadie lo había visto en siglos.
En 1939, los trabajadores cavaban una tumba para el Papa Pío XI en las
grutas debajo de San Pedro, cuando uno de ellos sintió que su pala no
encontraba más tierra. Al pasar una linterna por el agujero, el equipo vio el
interior de un mausoleo del siglo II. La exploración reveló una necrópolis
romana entera y perfectamente conservada que fue cubierta por pedido de
Constantino. Directamente debajo del altar mayor de San Pedro, los arqueólogos
encontraron una tumba simple que contenía los huesos de un hombre robusto y
anciano. En la pared de la tumba se encontraron innumerables oraciones y
peticiones a San Pedro, así como una inscripción griega que decía: “Pedro está dentro”. Después de años de estudio,
San Pablo VI declaró en 1968 que los huesos en esa tumba pertenecían a San
Pedro.
SAN JUAN
La tradición indica que San Juan Evangelista murió en Éfeso, en lo que
ahora es Turquía, alrededor del año 100. En el siglo IV, después de que
Constantino pusiera fin a la persecución contra la Iglesia, los cristianos de Éfeso
construyeron una capilla sobre la tumba del apóstol. En el siglo V, el
emperador Justiniano reemplazó la capilla con una gran basílica. Después de que
la región fue conquistada por los turcos, la basílica se convirtió en una
mezquita, que a su vez fue destruida por Tamerlane en 1402. En la década de
1920, equipos arqueológicos de Grecia y Austria excavaron los restos de la
basílica y encontraron en su interior la tumba de San Juan. La tumba estaba
vacía y nadie sabe qué fue del cuerpo del apóstol.
SAN ANDRÉS
San Andrés, el primer hombre al que Cristo llamó a ser apóstol, fue el
hermano de San Pedro. Se dice que después tras la ascensión de Cristo al Cielo,
Andrés llevó el evangelio a las tierras que ahora son Rusia y Ucrania. Luego,
en su vejez, viajó a Grecia, donde fue martirizado en la ciudad de Patras. Los
cristianos locales lo enterraron allí, pero en el año 357 la mayoría de sus
huesos fueron trasladados a Constantinopla. En 1204 los cruzados italianos
saquearon el santuario de San Andrés y llevaron sus reliquias a Amalfi, donde
permanecen hasta el día de hoy.
En 1964, San Pablo VI devolvió algunas de las reliquias de Andrés a la
Iglesia ortodoxa griega, y están nuevamente consagradas en la basílica
construida sobre lo que se cree que es la tumba original del apóstol.
SANTIAGO EL MAYOR
En el año 44, Santiago el Mayor, hermano de San Juan, fue martirizado en
Jerusalén, siendo el primero de los apóstoles en dar su vida por la fe
católica. Según la tradición, su cuerpo fue transportado milagrosamente al
norte de España y enterrado en un cementerio cristiano (los españoles creen que
durante los viajes misioneros de Santiago por el Mediterráneo predicó el
evangelio en España).
Una leyenda popular dice que las reliquias del apóstol se quedaron allí,
olvidadas, hasta el 814, cuando un ermitaño llamado Pelayo siguió una estrella
a un campo abierto y descubrió los restos del apóstol. Hoy están consagrados en
la Catedral de Santiago en Santiago de Compostela. Curiosamente, debajo de la
catedral, los arqueólogos han encontrado un cementerio cristiano del primer
siglo.
SANTIAGO EL MENOR
Santiago el Menor sirvió como primer obispo de Jerusalén y fue
martirizado allí: arrojado desde el techo del templo y, dado que aún estaba
vivo, fue golpeado y apedreado hasta la muerte. Según la tradición, Santiago
fue enterrado en el Monte de los Olivos, con vista a Jerusalén. En el siglo VI,
el emperador Justiniano II trasladó sus reliquias a Constantinopla. En algún
momento, una parte o quizás todas las reliquias de Santiago se trasladaron a la
Iglesia de los Doce Apóstoles en Roma, donde hoy se encuentran en el mismo
santuario con las reliquias de su compañero apóstol, San Felipe.
SAN FELIPE
En julio de 2011, los arqueólogos que trabajaban en Turquía anunciaron
que habían descubierto lo que creían que era la tumba original de San Felipe.
El sarcófago romano del siglo I se encontró en las ruinas de una iglesia de los
siglos IV o V dedicada al apóstol. De acuerdo con una tradición registrada en
el documento apócrifo del siglo IV, conocido como los Hechos de Felipe,
alrededor del año 80, el apóstol fue arrestado en Hierópolis, clavado de sus
pies en un árbol, boca abajo y finalmente decapitado.
El sitio de la tumba de San Felipe se convirtió en lugar de
peregrinación y los arqueólogos han descubierto el camino que conducía al
Martyrium o santuario de los mártires. El santuario fue destruido en el siglo
VII por un violento terremoto e incendio; las reliquias de San Felipe fueron
trasladadas a Constantinopla y de allí a Roma, donde fueron consagradas con las
reliquias de Santiago el Menor en la Iglesia de los Doce Apóstoles.
Cuando los arqueólogos abrieron el sarcófago en Hierópolis, no
encontraron huesos humanos en la tumba, por lo que es posible que los restos de
San Felipe se conserven en la cripta de los Doce Apóstoles en Roma.
TOMÁS, BARTOLOMÉ,
MATEO, SIMÓN Y JUDAS TADEO, Y MATÍAS
La antigua tradición dice que Santo Tomás viajó más lejos que cualquiera
de los otros apóstoles, predicando el evangelio en la India, donde fue martirizado
por un sacerdote hindú que lo atravesó con una lanza. Hoy en día, una porción
de los huesos de Santo Tomás son venerados en la Basílica de Santo Tomás en
Chennai (India). De alguna manera, la mayoría de sus restos fueron
transportados a Edessa en Mesopotamia. En 1258 estas reliquias fueron llevadas
a Ortona (Italia), donde se encuentran en un cofre de oro dentro de un altar de
mármol blanco en la Basílica de Santo Tomás Apóstol.
Se cuenta que después de Pentecostés, San Bartolomé llevó la cristiandad
a Armenia, donde fue martirizado tras ser desollado vivo. En el 809, las
reliquias de San Bartolomé fueron trasladadas de su tumba en Armenia, a Lipar,
y luego en 838 a Benevento, en el sur de Italia. En 983, el emperador romano
Otto III erigió en Roma una iglesia en la isla Tiberina, en el río Tíber;
dedicó la iglesia a San Bartolomé y tenía allí una parte de las reliquias del
apóstol. Así que tanto Roma como Benevento son los santuarios principales de
San Bartolomé.
El recaudador de impuestos que se convirtió en evangelista, San Mateo,
predicó en Etiopía, donde fue martirizado cuando celebró la Misa. En el 954,
las reliquias de San Mateo fueron trasladadas de su tumba en Etiopía a la
ciudad de Salerno en Italia. Las reliquias son veneradas en la cripta de la
catedral de San Mateo de Salerno.
Cada año, millones de peregrinos visitan la Basílica de San Pedro de
Roma, y la mayoría de ellos camina por el altar que alberga las reliquias del
inmensamente popular San Judas Tadeo y de San Simón, menos venerado.
La tradición dice que los dos apóstoles viajaron juntos para predicar el
evangelio en Persia, donde fueron martirizados: Judas
fue golpeado hasta la muerte con un palo y Simón fue cortado por la mitad. Es
incierto cuándo sus reliquias fueron trasladadas a Roma.
Los once apóstoles sobrevivientes eligieron a San Matías para reemplazar
a Judas Iscariote, que traicionó a Nuestro Señor y luego se quitó la vida. Se
dice que alrededor del año 326, la emperatriz Santa Elena encontró la tumba de
San Matías en Jerusalén y envió sus reliquias a los cristianos de Tréveris
(Alemania). Sus restos todavía son venerados en la Basílica de San Matías de
Trier.
LOS RESTOS DE SAN PABLO
Aunque Saulo de Tarso -posteriormente llamado Pablo-, no fue parte de
los apóstoles que siguieron a Jesús, es conocido también como el apóstol de los
gentiles.
Según la tradición, San Pablo fue decapitado el mismo día que San Pedro
fue crucificado. Constantino no olvidó a San Pablo: construyó
una basílica sobre la tumba del apóstol en la Vía Ostiense. En 2009, el
Papa Benedicto XVI anunció que, después de varios años de estudio, los
arqueólogos del Vaticano se sintieron seguros de que los restos consagrados en
un sarcófago debajo del altar mayor de la Basílica de San Pablo Extramuros de
Roma son, de hecho, las reliquias de San Pablo.
“Fragmentos de hueso fueron carbonizados por
expertos que no sabían nada sobre su procedencia y los resultados mostraron que
eran de alguien que vivió entre el siglo I y II. Esto parece confirmar la
tradición unánime e indiscutible de que estos son los restos mortales de Pablo
el Apóstol”, dijo Benedicto XVI.
Traducido y adaptado por Diego López
Marina. Publicado originalmente en National
Catholic Register.
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