Oyó
voces que le decían que su hija de tan sólo seis meses era «el mal» y que tenía que matarla para «salvar al universo». Esa es la
explicación que ha dado Marisol Fabiola Serrano Martínez durante su
interrogatorio en el juicio con jurado popular que ha comenzado ayer, 7 de
junio, en la sección compostelana de la Audiencia Provincial de La Coruña y en
el que está acusada del asesinato de la bebé el 31 de agosto del 2015.
La Fiscalía pide para ella 25
años de internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario porque entiende
que la mujer, natural de Chile pero que también tiene nacionalidad alemana, no
tenía control de sus actos porque sufrió un brote agudo de
esquizofrenia paranoide,
enfermedad que tenía diagnosticada. Así lo cuenta Xurxo Melchor en La Voz de Galicia.
La acusada ha admitido el
crimen. Ha ofrecido todo tipo de detalles de los hechos y de por qué lo hizo, señalando
que las voces que escuchó le «hablaban de forma telepática» y que aquel día llegó al convencimiento de que su
hija encarnaba el mal porque otro niño pequeño le puso un dedo en el ojo.
Palabras que, en opinión de la
Fiscalía y los médicos que trataron a la acusada, son las de una persona que
sufrió un brote de esquizofrenia paranoide. Palabras que justificaron la muerte
de la bebé porque era «la encarnación del mal», porque «oía voces que me decían que tenía que matar
a mi hija para salvar el universo» y porque tras su muerte «vendría una nave espacial para llevársela a Sirius,
que es el planeta donde viven los cristos, que son seres que
dieron su vida para salvar al mundo».
Ese mero hecho la hizo subir a la pequeña a la habitación del hotel en
el que se alojaban, colocarla sobre la cama, asfixiarla con sus propias
manos y después colocar sobre ella una toalla blanca a cuyos
extremos puso dos piedras. Un ritual que parece tener relación con las
creencias del grupo con el que había acudido a Santiago para participar en un
congreso, el Instituto Gnóstico de Antropología Samael y
Litelantes, considerado como una secta por diversas
entidades.
ARREPENTIDA Y CON ESQUIZOFRENIA
Marisol Fabiola, cuyos
apellidos de soltera son Raue Ortega, se ha mostrado arrepentida y entre
lágrimas ha manifestado al tribunal que ella no quería hacerle
daño ni a su bebé ni a su marido,
con el que mantuvo una fuerte discusión en las horas previas al crimen y que
asegura que llegó a sentir miedo de que le hiciese algún mal, por lo que se
marchó hasta en dos ocasiones al aeropuerto para intentar regresar a Alemania.
Reacciones que la acusada ha asegurado ahora que no tenían sentido y que eran
fruto de la enfermedad.
Los testigos que han declarado
hasta ahora no han podido corroborar que la acusada sufriese un brote de
esquizofrenia aquella tarde y tan solo han manifestado que estaba «triste y callada»,
estado que atribuyen a la discusión que mantuvo con su marido y de la
que fueron testigos porque despertó a los inquilinos de las habitaciones
vecinas.
La abogada defensora ha
adelantado que considera que el hecho de que su patrocinada no fuese consciente
de sus hechos debe derivar en una sentencia absolutoria y no está de acuerdo en
la medida de protección que solicita la Fiscalía, aunque aún no ha manifestado
que alternativa propone a los 25 años de internamiento en un centro
psiquiátrico penitenciario que ha pedido el ministerio público.
“NO FUE UN ACTO DEMENCIAL, SINO PRÁCTICAS DE LA
SECTA”
“No
fue un acto individual ni demencial, sino la ejecución de prácticas enseñadas
por la secta”. Fue la advertencia que el abogado argentino Héctor Walter Navarro (viajó
a Galicia a propósito para conocer el caso) hizo a la magistrada Ana López
Suevos sobre la muerte por asfixia de la pequeña Victoria Martínez en un hotel
compostelano el pasado mes de septiembre, tal como recuerda ahora Uxío
Santamaría en El Correo Gallego.
Los hechos sucedieron en el
contexto del Congreso Gnóstico Internacional de Antropología, organizado por el
Instituto Gnóstico, una organización considerada secta por los expertos. Así lo
aseguraba durante su estancia en la capital gallega el letrado latinoamericano,
quien durante su extensa trayectoria profesional estudió cientos de casos
relacionados con el mundo de las sectas. “¿No será que la madre pudo pensar que su hija había
sido concebida por un mago negro y que había que hacerle un ritual de muerte y
de resurrección para limpiarla de todo su karma?”, dejó caer el abogado Héctor Navarro en
declaraciones a los medios.
La vista está previsto que se
desarrolle entre los días 7 y 10 de junio, según La
Voz de Galicia. La Fiscalía pide
para Marisol Fabiola Raué Ortega, de 34 años, una pena de 25 años de
internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario, ya que los forenses han
dictaminado que padece un trastorno mental severo que la llevó a cometer el
crimen porque «la sintomatología psicótica y
afectiva grave que presentaba (…) influyó en la comisión» del delito «llegando
a anular» su «capacidad volitiva e intelectiva», recoge el informe médico.
UN INTENTO DE “RESUCITACIÓN”
Durante su declaración, la
acusada ha relatado los días que pasó en la capital gallega con motivo de su
propia participación, y la de su marido, en el congreso organizado por la secta
durante la última semana de agosto de 2015. Sobre el principio del viaje, según
relata el diario La Región, días antes de la jornada de los hechos, ha contado
esta mujer que se sentía “contenta”, al ser la visita a Santiago, puesto que éste era el “primer
viaje que hacíamos con la niña”, ya que residían en Alemania.
Sin embargo, pasados unos días
empezó a sentirse “mal” y se puso “celosa” de la ex-esposa de su marido, de modo que “me vino como una crisis y por eso discutí”, motivo por el cual se quiso ir a Alemania, y
según relató llegó a ir hasta en dos ocasiones al aeropuerto para volar hacia
su casa, idea de la que finalmente desistió. Tras ello, ha contado cómo
discutió con su marido, llegando a pegarle con “un
zapato”, aunque ha insistido en
que en realidad ella no quería “hacerle daño ni
a mi marido ni a mi hija”.
Tras esa discusión, su marido
visitó la ciudad de Compostela y ella se quedó en el hotel, en el que también
se alojaban otros participantes en el Congreso. Mientras estaba en la cafetería
del establecimiento con una de las parejas que asistían al Congreso, el hijo de
ellos, de aproximadamente un año, “le puso el
dedo en el ojo a mi niña”, por lo que
ella pensó que su hija “era mala”. “Oía una voz telepática que me dijo
que tenía que matar a mi hija” y que salvaría “el universo”
si mataba a su bebé que encarnaba el “mal”.
Durante el interrogatorio,
Marisol Fabiola Raue ha contado que ésta no fue su primera “crisis” en
la enfermedad, ya que en junio de 2014 experimentó otra crisis que hizo que,
sin motivo aparente, se fuese de la ciudad y viviese cinco días fuera,
situación que su marido denunció a la policía. Según ha contado, esos días los
pasó con “un mendigo” que la violó, por lo que desconoce si el
padre biológico del bebé era su marido o este mendigo, ya que “podrían
ser ambos”.
En la sesión del primer día
también han declarado como testigos tres personas que participaban en el
Congreso Gnóstico. Una de las mujeres dormía en la habitación contigua a la de
la acusada y fue quien descubrió que la niña no respiraba, por lo que pidió ayuda a su marido, experto en primeros auxilios y que intentó “resucitar” al bebé.
Los otros dos testigos, el
marido de la primera compareciente y otro compañero, han descrito cómo
intentaron reanimar a la niña, pero uno de ellos ha recordado como en el
momento en el que le dijo a la acusada: “tranquila,
parece que va a respirar”, la
propia madre se abalanzó sobre el cuerpo del bebé y “le puso la mano a la altura del cuello”, por lo que la apartaron de allí.
Secretaría RIES
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