7 recomendaciones
prácticas nos sirven de respuesta.
Por: Fray Nelson Medina, OP | Fuente: fraynelson.com
PREGUNTA:
Hola Fray Nelson Dios te bendiga hoy y siempre.
quería preguntarte lo siguiente: ¿Cómo hacer que todo cuanto hagas se convierta
en oración? - LTVJ.
RESPUESTA:
Haces bien en preguntar porque el apóstol Pablo nos exhorta: "Orad sin cesar" (1 Tesalonicenses
5,17). Algunas recomendaciones prácticas sirven de respuesta:
1. Vivir en gracia de Dios. El primer modo de estar en
comunión con Dios es también la primera razón por la que somos gratos a Él, a
saber, porque acogemos de una manera viva y agradecida el don de su amor y
redención, lo cual, en lenguaje breve y sencillo se dice: estar en gracia de Dios; gracia renovada con la
participación en los sacramentos y singularmente la Eucaristía, ojalá
diariamente.
2. Tener un ritmo de oración propiamente dicha. Antes de intentar que "todo" sea oración hay que tener
experiencia viva, frecuente, habitual, gozosa sin romanticismo, de lo que es
orar. Además de la Eucaristía cotidiana, si es posible, conviene tener unos
ritmos propios de oración por ejemplo a través de la Liturgia de las Horas, el
Santo Rosario, la Coronilla de la Misericordia, o prácticas semejantes.
3. Ofrecer el día a Dios, desde su comienzo. El Señor ha querido que
seamos libres y no roba lo que no queremos darle. Un corazón lleno de fe y
gratitud hace una intención diaria, incluso renovada a lo largo del día, de
ofrecer tanto los éxitos como las dificultades. Como ganancia adicional, este
tipo de ejercicio ayuda a educar nuestro carácter y a madurar emocional y
espiritualmente.
4. Utilizar jaculatorias: breves invocaciones que caben
en un segundo o dos, y que nos recuerdan las buenas intenciones de nuestro
ofrecimiento diario y de las demás intenciones. Una de las más comunes entre
estas jaculatorias es: "¡Por tu amor,
Jesús!" -- muy útil en momentos de dificultad o de contradicción.
5. No olvidar completar la jornada con un examen de
conciencia. No tiene que
ser exhaustivo pero sí completo. Nos ayuda a mejorar los propósitos, y a
aprender a usar mejor las oportunidades de unión con Dios.
6. Recordar a menudo nuestros santos afectivamente
más cercanos. Así como
ellos son "amigos fuertes de Dios," según
la expresión de Santa Teresa de Jesús, también son fuertes amigos de nuestra
santificación. Sus ejemplos, la manera como respondieron a sus propios
desafíos, las palabras y enseñanzas que dejaron, son elementos preciosos que
podemos ir integrando a nuestra personalidad y camino de fe.
7. "Mira que envío un Ángel, que irá delante
de ti," le dijo Dios a Moisés, refiriéndose al camino de todo el pueblo. No nos ha abandonado Dios, y
sus Ángeles Custodios son poderosos aliados, no solamente para rescatarnos de
dificultades materiales o de accidentes físicos, sino sobre todo, aliados en la
obra sublime del adelanto en nuestra conversión y santificación.
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