—DEFINICIÓN
DE REVELACIÓN DIVINA
La Revelación es «la manifestación que Dios hace a los hombres en forma
extraordinaria de algunas verdades religiosas, imponiéndoles la obligación de
creerlas» [1].
Se dice en forma
extraordinaria para diferenciarla del conocimiento natural, que es la forma
ordinaria de conocimiento.
Nos referimos a la Revelación
pública, es decir, aquella que Dios realiza para provecho de todos los hombres,
porque quiere «que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad» [2]
—TÉRMINO
DE LA REVELACIÓN
La Revelación pública terminó
con los apóstoles. Se cerró, no caben más verdades en el Depósito que las
contiene, y que custodia la Iglesia. Fue llenado con la muerte del último
apóstol.
Cabe aumentar la comprensión y
la explicitación (sacar afuera, explicar mejor) pero no cabe añadir supuestas nuevas verdades, tampoco las
supuestamente procedentes de otras religiones o fenómenos religiosos. En este
sentido no podemos hablar de un depósito vivo, si con vivo queremos
decir o insinuar que está abierto.
—TIPOS
DE VERDADES REVELADAS Y SU NECESIDAD
1. Verdades imposibles de
conocer con la razón natural, por pertenecer al orden sobrenatural. [3]
2. Verdades posibles de
conocer con la razón natural. [4]
Respecto al primer tipo de
verdades, la Revelación es absolutamente necesaria: «puesto
que nos elevó al orden sobrenatural, era indispensable que nos manifestase ese
orden» [5]
Respecto al segundo tipo de
verdades, la Revelación es moralmente necesaria para conocer las verdades
morales y religiosas de orden natural con facilidad, con firme certeza y sin
mezcla de error:
«Porque, aun cuando la razón
humana, hablando absolutamente, procede con sus fuerzas y su luz natural al
conocimiento verdadero y cierto de un Dios único y personal, que con su
providencia sostiene y gobierna el mundo y, asimismo, al conocimiento de la ley
natural, impresa por el Creador en nuestras almas; sin embargo, no son pocos
los obstáculos que impiden a nuestra razón cumplir eficaz y fructuosamente este
su poder natural. Porque las verdades tocantes a Dios y a las relaciones entre
los hombres y Dios se hallan por completo fuera del orden de los seres
sensibles; y, cuando se introducen en la práctica de la vida y la determinan, exigen
sacrificio y abnegación propia.
»2. Ahora bien: para adquirir
tales verdades, el entendimiento humano encuentra dificultades, ya a causa de
los sentidos o imaginación, ya por las malas concupiscencias derivadas del
pecado original. Y así sucede que, en estas cosas, los hombres fácilmente se
persuadan ser falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero. Por todo
ello, ha de defenderse que la revelación divina es moralmente necesaria, para
que, aun en el estado actual del género humano, con facilidad, con firme
certeza y sin ningún error, todos puedan conocer las verdades religiosas y
morales que de por sí no se hallan fuera del alcance de la razón» [6]
La ofuscación de la razón por
el pecado y las debilidades personales hace moralmente necesaria la Revelación
de verdades morales y religiosas de orden natural.
«Ya Santo Tomás
advertía que gran parte de los hombres, por carecer de talento, o de tiempo o
de formación, o por hallarse dominados por pasiones o intereses personales, no
llegarían por sí mismos a ese conocimiento» [7]
DESENFOQUE PERSONALISTA DEL CONCEPTO DE REVELACIÓN
—LA
REVELACIÓN COMO EPIFANÍA Y FE SUBJETIVA
Guardini define la Revelación
como:
«manifestación
de Dios de que habla la Sagrada Escritura del Antiguo y Nuevo Testamento, y la
respuesta de que hace capaz a quien la oye» [8].
La definición es confusa
porque no precisa si dicha manifestación es de Dios mismo, es decir, una
epifanía; o de ciertas verdades. También es confusa porque parece hacer
equivalentes la fe subjetiva (la respuesta) con la fe objetiva (las verdades
reveladas).
Es incompleta porque como
fuente sólo cita la Escritura, y no la Tradición.
También es un tanto confusa la
segunda definición que ofrece de la Revelación como:
Es extraño afirmar de la
Revelación que es una manifestación absolutamente
válida de la verdad, porque
entonces parece que quiere decir expresión (humana), que es privilegiada y
divina por ser absolutamente válida, en lugar de por ser comunicación por parte
de Dios. Pero puede referirse a la doctrina de Jesucristo, que obviamente es
absolutamente válida.
Tampoco queda claro si se
refiere a los dos tipos de verdades antes mencionadas, o solamente a las
verdades de índole sobrenatural.
—LA
REVELACIÓN CONTINÚA
Por ciertas expresiones
desenfocadas, los personalistas parecen creer que la Revelación, de alguna
manera, continúa prolongándose en la historia. Es decir, que no ha terminado.
Sea referida a sí misma, como
si dijéramos del «hecho de la Revelación y su
presencia en el transcurso del tiempo» [10].
Sea referida a su
relación histórica con otras religiones:
«Los fenómenos
de religión natural no se pueden entender de ningún modo por sí mismos. Su
pleno sentido sólo se hace visible en el contexto histórico que muestra la
Revelación como historia de la salvación» [11].
Sea como proceso histórico, en
que se continúa y completa el fenómeno religioso natural, como si éste fuera
parte de un mismo movimiento de perfeccionamiento continuo:
«Todo fenómeno
de religión natural está en el Adviento; esto es, aguarda ese enjuiciamiento y
completamiento que sólo le puede dar la Revelación. Si no se acepta ésta,
entonces esos fenómenos se encierran en su propia contradicción y esterilidad» [12].
—¿LA
REVELACIÓN DEBE ACOGER LOS DATOS DE LAS RELIGIONES ADÁMICAS?
Por lo dicho, Guardini parece
presentar, de forma difusa, la Revelación, también, como perfeccionamiento de
las religiones naturales, como si lo sobrenatural fuera un perfeccionamiento de
lo natural. Y viceversa, propone que la Revelación debe estar abierta a los
datos de las religiones naturales «al margen de
la Biblia» [13]:
«la vida
religiosa al margen de la Biblia, en los diversos pueblos y a través de los
tiempos, ha producido una riqueza de experiencias, un tesoro de comprensiones
espirituales y una abundancia de símbolos significativos, que la doctrina de la
Revelación debe recibir con buena disposición y gratitud, aunque con cuidadosa
distinción» [14]
Cabe preguntarse si no está
sobrevalorando las religiones adámicas, fruto del defectuoso intento de
religación del hombre caído, en estado de enemistad con Dios.
En el caso de Guardini, cuya
obra posee pasajes bellos y piadosos, nos parece que la influencia de Heidegger
y de la perspectiva fenomenológica ha perjudicado la claridad de su obra.
AÑADIMIENTO
En la definición que dimos al principio, se decía que Dios comunica
algunas verdades naturales y sobrenaturales imponiendo al hombre la obligación
de creerlas.
El personalismo, sin embargo, postula la libertad religiosa, esto es,
que el hombre puede elegir la religión que prefiera o no preferir ninguna, y
abandonarla o cambiarla por otra según lo crea conveniente.
Este postulado supone negar la obligación que todo hombre tiene de creer
la verdad natural y sobrenatural revelada por Dios, consistiendo esta
aceptación, por la fe, un deber religioso universal. Que no se puede forzar,
pero tampoco impedir. Que no se puede eludir ni omitir, que debe realizarse
libremente, pero que debe realizarse.
Es bueno recordar que la libertad de cultos, es decir, la libertad
personal y civil de adherir o no las verdades naturales y sobrenaturales
reveladas por Dios, y sustituirlas públicamente por opiniones y doctrinas
religiosas equivocadas, no es propiamente una libertad, sino un abuso. Que si
se da en personas bautizadas y sociedades antaño cristianizadas, se denomina
apostasía, sea individual o colectiva.
[4] El objeto de revelar este tipo de verdades es que
todos los seres humanos puedan conocerlas con facilidad, certeza y sin mezcla
de error.
Alonso Gracián
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