martes, 2 de julio de 2019

(365) DESENFOQUE DEL CONCEPTO DE REVELACIÓN


—DEFINICIÓN DE REVELACIÓN DIVINA
La Revelación es «la manifestación que Dios hace a los hombres en forma extraordinaria de algunas verdades religiosas, imponiéndoles la obligación de creerlas» [1].
Se dice en forma extraordinaria para diferenciarla del conocimiento natural, que es la forma ordinaria de conocimiento.
Nos referimos a la Revelación pública, es decir, aquella que Dios realiza para provecho de todos los hombres, porque quiere «que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» [2]
 —TÉRMINO DE LA REVELACIÓN
La Revelación pública terminó con los apóstoles. Se cerró, no caben más verdades en el Depósito que las contiene, y que custodia la Iglesia. Fue llenado con la muerte del último apóstol.
Cabe aumentar la comprensión y la explicitación (sacar afuera, explicar mejor) pero no cabe añadir supuestas nuevas verdades, tampoco las supuestamente procedentes de otras religiones o fenómenos religiosos. En este sentido no podemos hablar de un depósito vivo, si con vivo queremos decir o insinuar que está abierto.
—TIPOS DE VERDADES REVELADAS Y SU NECESIDAD
1. Verdades imposibles de conocer con la razón natural, por pertenecer al orden sobrenatural. [3]
2. Verdades posibles de conocer con la razón natural. [4]
Respecto al primer tipo de verdades, la Revelación es absolutamente necesaria: «puesto que nos elevó al orden sobrenatural, era indispensable que nos manifestase ese orden» [5]
Respecto al segundo tipo de verdades, la Revelación es moralmente necesaria para conocer las verdades morales y religiosas de orden natural con facilidad, con firme certeza y sin mezcla de error:
«Porque, aun cuando la razón humana, hablando absolutamente, procede con sus fuerzas y su luz natural al conocimiento verdadero y cierto de un Dios único y personal, que con su providencia sostiene y gobierna el mundo y, asimismo, al conocimiento de la ley natural, impresa por el Creador en nuestras almas; sin embargo, no son pocos los obstáculos que impiden a nuestra razón cumplir eficaz y fructuosamente este su poder natural. Porque las verdades tocantes a Dios y a las relaciones entre los hombres y Dios se hallan por completo fuera del orden de los seres sensibles; y, cuando se introducen en la práctica de la vida y la determinan, exigen sacrificio y abnegación propia.
»2. Ahora bien: para adquirir tales verdades, el entendimiento humano encuentra dificultades, ya a causa de los sentidos o imaginación, ya por las malas concupiscencias derivadas del pecado original. Y así sucede que, en estas cosas, los hombres fácilmente se persuadan ser falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero. Por todo ello, ha de defenderse que la revelación divina es moralmente necesaria, para que, aun en el estado actual del género humano, con facilidad, con firme certeza y sin ningún error, todos puedan conocer las verdades religiosas y morales que de por sí no se hallan fuera del alcance de la razón» [6]
La ofuscación de la razón por el pecado y las debilidades personales hace moralmente necesaria la Revelación de verdades morales y religiosas de orden natural.
«Ya Santo Tomás advertía que gran parte de los hombres, por carecer de talento, o de tiempo o de formación, o por hallarse dominados por pasiones o intereses personales, no llegarían por sí mismos a ese conocimiento» [7]
DESENFOQUE PERSONALISTA DEL CONCEPTO DE REVELACIÓN
—LA REVELACIÓN COMO EPIFANÍA Y FE SUBJETIVA
Guardini define la Revelación como:
«manifestación de Dios de que habla la Sagrada Escritura del Antiguo y Nuevo Testamento, y la respuesta de que hace capaz a quien la oye» [8].
La definición es confusa porque no precisa si dicha manifestación es de Dios mismo, es decir, una epifanía; o de ciertas verdades. También es confusa porque parece hacer equivalentes la fe subjetiva (la respuesta) con la fe objetiva (las verdades reveladas).
Es incompleta porque como fuente sólo cita la Escritura, y no la Tradición.
También es un tanto confusa la segunda definición que ofrece de la Revelación como:
«manifestación absolutamente válida de la verdad divina» [9].
Es extraño afirmar de la Revelación que es una manifestación absolutamente válida de la verdad, porque entonces parece que quiere decir expresión (humana), que es privilegiada y divina por ser absolutamente válida, en lugar de por ser comunicación por parte de Dios. Pero puede referirse a la doctrina de Jesucristo, que obviamente es absolutamente válida. 
Tampoco queda claro si se refiere a los dos tipos de verdades antes mencionadas, o solamente a las verdades de índole sobrenatural. 
 —LA REVELACIÓN CONTINÚA
Por ciertas expresiones desenfocadas, los personalistas parecen creer que la Revelación, de alguna manera, continúa prolongándose en la historia. Es decir, que no ha terminado.
Sea referida a sí misma, como si dijéramos del «hecho de la Revelación y su presencia en el transcurso del tiempo» [10].
Sea referida a su relación histórica con otras religiones:
«Los fenómenos de religión natural no se pueden entender de ningún modo por sí mismos. Su pleno sentido sólo se hace visible en el contexto histórico que muestra la Revelación como historia de la salvación» [11].
Sea como proceso histórico, en que se continúa y completa el fenómeno religioso natural, como si éste fuera parte de un mismo movimiento de perfeccionamiento continuo:
«Todo fenómeno de religión natural está en el Adviento; esto es, aguarda ese enjuiciamiento y completamiento que sólo le puede dar la Revelación. Si no se acepta ésta, entonces esos fenómenos se encierran en su propia contradicción y esterilidad» [12].
 —¿LA REVELACIÓN DEBE ACOGER LOS DATOS DE LAS RELIGIONES ADÁMICAS?
Por lo dicho, Guardini parece presentar, de forma difusa, la Revelación, también, como perfeccionamiento de las religiones naturales, como si lo sobrenatural fuera un perfeccionamiento de lo natural. Y viceversa, propone que la Revelación debe estar abierta a los datos de las religiones naturales «al margen de la Biblia» [13]:
«la vida religiosa al margen de la Biblia, en los diversos pueblos y a través de los tiempos, ha producido una riqueza de experiencias, un tesoro de comprensiones espirituales y una abundancia de símbolos significativos, que la doctrina de la Revelación debe recibir con buena disposición y gratitud, aunque con cuidadosa distinción» [14]
Cabe preguntarse si no está sobrevalorando las religiones adámicas, fruto del defectuoso intento de religación del hombre caído, en estado de enemistad con Dios.
En el caso de Guardini, cuya obra posee pasajes bellos y piadosos, nos parece que la influencia de Heidegger y de la perspectiva fenomenológica ha perjudicado la claridad de su obra.

 AÑADIMIENTO
En la definición que dimos al principio, se decía que Dios comunica algunas verdades naturales y sobrenaturales imponiendo al hombre la obligación de creerlas.

El personalismo, sin embargo, postula la libertad religiosa, esto es, que el hombre puede elegir la religión que prefiera o no preferir ninguna, y abandonarla o cambiarla por otra según lo crea conveniente.

Este postulado supone negar la obligación que todo hombre tiene de creer la verdad natural y sobrenatural revelada por Dios, consistiendo esta aceptación, por la fe, un deber religioso universal. Que no se puede forzar, pero tampoco impedir. Que no se puede eludir ni omitir, que debe realizarse libremente, pero que debe realizarse.

Es bueno recordar que la libertad de cultos, es decir, la libertad personal y civil de adherir o no las verdades naturales y sobrenaturales reveladas por Dios, y sustituirlas públicamente por opiniones y doctrinas religiosas equivocadas, no es propiamente una libertad, sino un abuso. Que si se da en personas bautizadas y sociedades antaño cristianizadas, se denomina apostasía, sea individual o colectiva.

[1] Pablo ARCE Y Ricardo SADA, Curso de Teología dogmática, Palabra, Madrid, 1989, pág. 33.
[2] 1 Tim 2, 4. Es lo que se denomina, en la doctrina tomista, voluntad antecedente de Dios.
[3] O sea, que si Dios no las revelara, el hombre no podría conocerlas.
[4] El objeto de revelar este tipo de verdades es que todos los seres humanos puedan conocerlas con facilidad, certeza y sin mezcla de error.
[5] SANTO TOMÁS DE AQUINO, S Th, I, q.1, a.1.
[6] PÍO XII, carta encíclica Humani generis, 12 de agosto de 1950, núm. 1-2.
[7] Pablo ARCE y Ricardo SADA, Op.cit., pág. 36. Cf. Summa contra gentiles, 1, 4.
[8] Romano GUARDINI, Religión y Revelación, Guadarrama, Madrid, 1964, pag. 17.
[9] Ibid. Pág. 18.
[10] Ibid., pág. 17.
[11] Ibid., pág. 18.
[12] Ibid., pág. 18-19.
[13] De nuevo omite la Tradición.
[14] Romano GUARDINI, Op. cit. pág. 19.
Alonso Gracián

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