viernes, 8 de febrero de 2019

LA AUTOESTIMA A LA LUZ DE DIOS


Se necesita voluntad para zambullirse dentro de las aguas del yo profundo.

Por: Sheila Morataya-Fleishman | Fuente: Catholic.net
La auto-estima es un campo fascinante y dentro de la superación personal todavía más, pero también es un tema profundo…

Todos hemos envidiado alguna vez ese tipo de persona que emana confianza absoluta en sí misma.
Lo percibimos a través de su forma de “estar”. Lo vemos en su forma de caminar, de saludar, de expresarse verbalmente y en lo bien que se está a su lado. Podemos decir de él o ella, que es una persona que goza de una sana auto-estima o de un sano concepto de sí mismo.

Uno de los factores psicológicos que más afecta nuestras relaciones humanas, es la auto-estima o amor ordenado por uno mismo. Una de las vertientes que más afecta la personalidad y la conquista de relaciones estables con uno mismo y el mundo es la auto-estima.

Lamentablemente de los miles de artículos y cientos de libros que existen en el Mercado sobre este tema, hay muchos que lo que han hecho es dar una orientación que confunde a las personas.

La auto-estima es un campo fascinante y dentro de la superación personal todavía más, pero también es un tema profundo y que requiere de mucha investigación y estudio para poder ser efectivos en la transmisión de la misma a los nuestros. Para nosotros los cristianos, la auto-estima o el amor que debemos sentir hacia nuestra propia forma de lucir y ser viene dada por el hecho de pertenecer a una categoría superior a la de los animales y las plantas.

Somos hijos de Dios. Seres humanos dotados de un alma que está destinada a ser eterna y en donde radican las potencias singulares que nos distinguen de los demás seres de la creación. Inteligencia y voluntad. Porque somos inteligentes, podemos pensar, reflexionar, decidir, actuar, y construir un auto-concepto que nos conduzca hacia el bien de nosotros mismos y por efecto, al bien de los demás.

La inteligencia es la chispa de Dios en nuestra alma y su propósito primero y último es conocerlo. (Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, “un corazón recto”, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios).

Para esto se nos dio la voluntad. La voluntad me empuja a decidirme a emprender una tarea del conocimiento de mí mismo. Conocerme a mí mismo y saber quién soy y que hago aquí en esta tierra, es importante para poder conocer a los demás y exprimir lo mejor de ellos a través de nuestro trato.

Se necesita voluntad para zambullirse dentro de las aguas del yo profundo. Sin Dios como Capitán en ese bucear, se nos puede llevar por caminos equivocados de egoísmo permisivo hasta hacer que terminemos creyendo que somos dioses. No lo somos.
Somos hijos de Dios y es esta la razón más alta de nuestra dignidad.

Se nos ha dado el regalo de ser hechos a su imagen y semejanza. Es por esto, que es importante antes de entrar en la pura psicología de la auto-estima que sepamos, que somos como hombres a partir de Dios y las vías que nos llevan al conocimiento del mismo.

VÍAS PARA ACERCARSE A DIOS COMO PUNTO DE PARTIDA Y LA CREACIÓN
El mundo: Del orden y de la belleza del mundo se pude conocer a Dios como origen y fin del universo.

Podemos ponerlo más claro con palabras de San Agustín: “Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo…interroga a todas estas realidades. Todas te responden: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesión. Estas bellezas sujetas a cambio, ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza, no sujeta a cambio?

Contemplar la naturaleza, el cielo y sus diferentes movimientos de nubes; lograr asombrarse ante la caída de una catarata y la majestad de un águila en pleno vuelo, es contemplar y conocer la belleza de la Majestad y Potencia de Dios.


EL SER HUMANO
Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del deber, con su libertad y a la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La “semilla de la eternidad que lleva en sí, al ser irreducible a la sola material”, su alma, no puede tener origen más que en Dios.

Es importante que si somos solteras, solteros, esposos, esposas, madres y padres, tengamos claro que la tarea educativa de sembrar auto-estima en nuestros hijos, tenga su raíz a partir de Dios. No podemos quedarnos a nivel de psicología pura, ya que el hombre no es sólo psiquis. La naturaleza del hombre es sobre todo “espiritual”, esto, es lo que nos hace ser, seres humanos. Una educación en la auto-estima que no considere esto, a la larga hará que el hombre o la mujer tambalee ya que su fuerza estará enraizada en el hombre mismo para su funcionamiento y confianza en sí mismo, y no en Aquel que por amor lo creo. Así pues, sirva esté amplio preámbulo para entrar al mundo fascinante de la auto-estima.

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