Se necesita voluntad
para zambullirse dentro de las aguas del yo profundo.
Por: Sheila Morataya-Fleishman | Fuente: Catholic.net
La auto-estima es un campo
fascinante y dentro de la superación personal todavía más, pero también es un
tema profundo…
Todos hemos envidiado alguna vez ese tipo de persona que emana confianza
absoluta en sí misma.
Lo percibimos a través de su forma de “estar”.
Lo vemos en su forma de caminar, de saludar, de expresarse verbalmente y
en lo bien que se está a su lado. Podemos decir de él o ella, que es una
persona que goza de una sana auto-estima o de un sano concepto de sí mismo.
Uno de los factores
psicológicos que más afecta nuestras relaciones humanas, es la auto-estima o
amor ordenado por uno mismo. Una de las vertientes que más afecta la personalidad y la conquista de
relaciones estables con uno mismo y el mundo es la auto-estima.
Lamentablemente de los miles de artículos y cientos de libros que
existen en el Mercado sobre este tema, hay muchos que lo que han hecho es dar
una orientación que confunde a las personas.
La auto-estima es un campo
fascinante y dentro de la superación personal todavía más, pero también es un
tema profundo y que requiere de mucha investigación y estudio para poder ser
efectivos en la transmisión de la misma a los nuestros. Para nosotros los
cristianos, la auto-estima o el amor que debemos sentir hacia nuestra propia
forma de lucir y ser viene dada por el hecho de pertenecer a una categoría
superior a la de los animales y las plantas.
Somos hijos de Dios. Seres humanos dotados de un
alma que está destinada a ser eterna y en donde radican las potencias
singulares que nos distinguen de los demás seres de la creación. Inteligencia y
voluntad. Porque somos inteligentes, podemos pensar, reflexionar, decidir,
actuar, y construir un auto-concepto que nos conduzca hacia el bien de nosotros
mismos y por efecto, al bien de los demás.
La inteligencia es la chispa de Dios en nuestra alma y su propósito primero y último es conocerlo. (Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, “un corazón recto”, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios).
Para esto se nos dio la voluntad. La voluntad me empuja a decidirme a emprender una tarea del conocimiento
de mí mismo. Conocerme a mí mismo y saber quién soy y que hago aquí en
esta tierra, es importante para poder conocer a los demás y exprimir lo mejor
de ellos a través de nuestro trato.
Se necesita voluntad para
zambullirse dentro de las aguas del yo profundo. Sin Dios como Capitán en ese bucear, se nos puede llevar por caminos
equivocados de egoísmo permisivo hasta hacer que terminemos creyendo que somos
dioses. No lo somos.
Somos hijos de Dios y es esta la razón más alta de nuestra dignidad.
Somos hijos de Dios y es esta la razón más alta de nuestra dignidad.
Se nos ha dado el regalo de ser hechos a su imagen y semejanza. Es por esto, que es importante antes de entrar en la pura psicología de la auto-estima que sepamos, que somos como hombres a partir de Dios y las vías que nos llevan al conocimiento del mismo.
VÍAS PARA ACERCARSE A DIOS COMO PUNTO DE PARTIDA Y LA CREACIÓN
El mundo: Del orden y de la belleza del mundo se pude conocer a Dios como origen y fin del universo.
Podemos ponerlo más claro con palabras de San Agustín: “Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la
belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde,
interroga a la belleza del cielo…interroga a todas estas realidades. Todas te
responden: Ve, nosotras somos bellas. Su belleza es una profesión. Estas
bellezas sujetas a cambio, ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza, no sujeta
a cambio?
Contemplar la naturaleza, el cielo y sus diferentes movimientos de nubes; lograr asombrarse ante la caída de una catarata y la majestad de un águila en pleno vuelo, es contemplar y conocer la belleza de la Majestad y Potencia de Dios.
EL SER HUMANO
Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del deber,
con su libertad y a la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a
la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas
aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La “semilla
de la eternidad que lleva en sí, al ser irreducible a la sola material”,
su alma, no puede tener origen más que en Dios.
Es importante que si somos
solteras, solteros, esposos, esposas, madres y padres, tengamos claro que la
tarea educativa de sembrar auto-estima en nuestros hijos, tenga su raíz a
partir de Dios. No podemos
quedarnos a nivel de psicología pura, ya que el hombre no es sólo psiquis. La
naturaleza del hombre es sobre todo “espiritual”, esto,
es lo que nos hace ser, seres humanos. Una
educación en la auto-estima que no considere esto, a la larga hará que el
hombre o la mujer tambalee ya que su fuerza estará enraizada en el hombre mismo
para su funcionamiento y confianza en sí mismo, y no en Aquel que por amor lo
creo. Así pues, sirva esté amplio preámbulo para entrar al mundo
fascinante de la auto-estima.
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