La
casa donde nació y vivió Nuestra Señora en Nazaret era una casa-cueva como
tantas otras que hay en zonas rurales de los alrededores del Mediterráneo,
desde Palestina y Capadocia (Turquía) hasta la Cordillera Penibética aquí en
España, y que todavía se utilizan en poblaciones como por ejemplo Cuevas del
Almanzora (Almería), el Sacromonte y Guadix en Granada y localidades como
Setenil, Algar (en árabe: la cueva) o Arcos de la Frontera en la provincia de
Cádiz. Parte de la casa está excavada en la montaña y otra parte construida por
fuera como ampliación de la vivienda.
Las
hordas sarracenas habían destruido en dos ocasiones (1090 y 1263) el santuario
construido en torno a la casa de María en Nazaret pero, como se encontraba en
la cripta, no la vieron y la dejaron intacta en ambas ocasiones. Cuando el
reino latino de Jerusalén cayó definitivamente en manos de los mahometanos en
1291, la Santa Casa fue trasladada milagrosamente durante la noche del 9 al 10
de diciembre de ese año para que no fuera destruida ni profanada.
Por
supuesto, como es habitual en estos tiempos de incredulidad, han intentado
rechazar el milagro y relegar el traslado de la Santa Casa a la categoría de
leyenda. Desde 1984 se habla de una supuesta familia Angeli o De Angelis, pero
hace poco se demostró la falsedad del cartulario culisanense, frecuentemente
citado porque probaría el transporte por medios humanos, y de cuyo nombre se
habría originado la leyenda del supuesto traslado por mano de los ángeles. El
texto, sin embargo, se remonta al parecer a 1294, tres años después del
traslado de la Casa a Tersatto. Dado que para esa fecha la Casa ya no estaba en
Nazaret sino en Dalmacia, los Angeli no habrían podido llevar nada desde
Palestina. No sólo eso: el mencionado documento
habla del traslado de algunas piedras, no de las paredes enteras como
siempre se ha afirmado y entendido.
En la
mañana del día 10 de diciembre de 1291, en un bosque de la localidad croata de
Tersatto (actualmente un barrio de Rijeka), algunas personas observaron tres
paredes que misteriosamente habían aparecido allí. En su interior encontraron
un altar, y encima de éste una estatua de la Virgen con el Niño en brazos, el
cual tenía en la mano izquierda la bola del mundo, de oro, mientras bendecía
con la derecha. Los dos tenían coronas de oro. Fueron a contarlo al párroco del
lugar, que se hallaba gravemente enfermo. A los pocos días se le apareció la
Virgen en sueños al sacerdote, y le dijo: «Debes
saber que la casa que recientemente fue traída a tu tierra es la misma en la cual
yo nací y crecí. Aquí, durante la Anunciación del Arcángel Gabriel, concebí al
Creador de todas las cosas. Aquí, el Verbo se hizo carne. El altar que fue
trasladado con la casa fue consagrado por San Pedro, Príncipe de los Apóstoles.
Esta casa ha venido de Nazaret a tu tierra por el poder de Dios, para el cual
nada es imposible».
A partir
de ese momento, el sacerdote recuperó la salud. Las gentes del lugar levantaron
un edificio sencillo sobre la Casa para protegerla de las inclemencias del
tiempo, y al poco tiempo comenzaron las peregrinaciones.
Nicolò
Frangipane, señor feudal de Tersatto, envió una delegación a Nazaret para
averiguar si la Santa Casa había venido realmente de allí. Los emisarios no
sólo pudieron verificar que había desaparecido la Casa, sino que observaron los
cimientos de los que se había desprendido. En torno a dichos cimientos se
construyó la basílica de la Anunciación.
Tres años
más tarde, en 1294, la Casa desapareció tan misteriosamente como había llegado,
y los habitantes de la localidad construyeron en el lugar donde se había posado
la Casa un santuario que sigue siendo uno de los más importantes de Croacia. Es
tradición que unos pastores observaron desde la costa italiana una casa que
volaba sobre el mar sostenida por ángeles. Los dirigía un ángel ataviado con
capa roja que entendieron ser San Miguel. La Virgen y el Niño iban sentados
sobre la casa.
Las tres paredes llegaron a las Marcas, entonces parte de los
territorios pontificios. Antes de llegar a donde se encuentra actualmente está
verificada su presencia en tres lugares: durante nueve meses se posó y estuvo
instalada en una ladera frente al puerto de Ancona, en la actual localidad de
Posatora (de posa et ora). Allí se construyó una
iglesia para conmemorarlo, lo cual fue registrado y firmado por el cura del
lugar, don Mateo. Hay dos lápidas conmemorativas allí, una más antigua en latín
y otra del siglo XVI en lengua vernácula; la más antigua menciona a Nuestra
Señora de Loreto, y declara que la inscripción es posterior a la partida de la
Casa.
En 1295,
nueve meses después de llegar a Posatora, se trasladó a Recanati, a un bosque
propiedad de una señora llamada Loreta (de donde procede el nombre de Loreto);
primero estuvo en la llanura (actual localidad de Banderuola) y más tarde en un
campo del monte Prodo que era propiedad de los hermanos Antici, más o menos
frente al actual santuario. Pero los dos se pusieron a discutir sobre cuál era
el dueño de la casa, y finalmente, cuatro meses después, en diciembre de 1296,
la Santa Casa se posó donde actualmente se encuentra, en medio del camino entre
Ancona y Recanati. Durante mucho tiempo, los habitantes de Recanati y de Loreto
desconocían la historia de la Casa, hasta que dos años después la Virgen se
apareció a un ermitaño llamado Pablo y se la contó, y él a su vez lo contó a
las gentes de la localidad. Algunos años después se encontraron debajo de la
casa unas monedas de las que circulaban en Nazaret en el siglo I.
No habría
sido posible transportar tantas veces las mismas piedras a lo largo de 3200 km
y que luego quedaran bien puestas en su sitio correspondiente. Para colmo, la
Casa aterrizó en medio de un camino público, y la ley prohibía con toda lógica
edificar en medio de los caminos so pena de derribar lo construido. Más milagroso
habría sido trasladarla y reconstruirla piedra a piedra con tanta precisión en
el siglo XIII que ser trasladada por los ángeles. Las paredes de Loreto
concuerdan con los cimientos de Nazaret. Y si la edificaron en Loreto, ¿cómo es que nadie notó que estaban construyéndola?
Además, en aquellos tiempos el traslado de unas cuatro toneladas de piedra
habría exigido el uso de numerosas carretas, animales de tiro y hombres, y
habría demorado un buen tiempo. Por mar también habría resultado costoso y
demorado el transporte.
Los
frescos que mandó pintar San Luis cuando peregrinó en 1251 a la Santa Casa de
Nazaret se encuentran en Loreto. Si bien es posible despegar un fresco de un
muro y trasladarlo a otro, se trata de una técnica que exige la intervención de
un equipo de especialistas sumamente competentes y conlleva bastantes riesgos.
Y eso hoy en día, no con los medios y conocimientos del siglo XIII.
Habría
sido posible desmontar la casa separando muros enteros en vez de piedra a
piedra, pero en ese caso serían evidentes las señales de su reconstrucción con
otro tipo de mortero. Lo cierto es que no hay el menor rastro de que haya sido
reconstruida.
La Santa
Casa carece de cimientos, pues los originales se quedaron en Nazaret. Está
posada sobre un terreno desigual, hasta tal punto que en algunos lugares la
base de las paredes no toca el suelo. No parece lógico que se reconstruyera la
Casa sin que se tomaran las más mínimas precauciones para garantizar su
estabilidad. Otra prueba de que la Casa se posó y no fue construida ni
reconstruida es que se encontró una mata de espino que estaba al borde del
camino y quedó aplastado entre la Casa y el suelo en el momento en que aquella
tomó tierra.
En 1923,
el arquitecto Federico Mannucci, a quien Benedicto XV había encargado examinar
los cimientos a causa de unas obras en la Basilica, escribió: «Es absurdo pensar que la capilla pudiera trasladada por
medios mecánicos», y añadió: «Es sorprendente
y extraordinario que el edificio de la Santa Casa, careciendo totalmente de
cimientos y encontrándose en un terreno sin ninguna consistencia, suelto y
sobrecargado, aunque sea parcialmente, por el peso de la cúpula que se
construyó en el lugar del techo se conserve inalterado sin haber cedido lo más
mínimo y sin afectar en modo alguno a las paredes.»
Por su
parte, el arquitecto Giusseppe Sacconi constató que «la Santa Casa se
apoya en parte sobre el borde de un antiguo camino y en parte sobre el hueco de
la cuneta adyacente», por lo cual es imposible que se construyese o
reconstruyese en el lugar donde actualmente se encuentra.
Al no
haber cimientos y estar parte de la Casa está sobre el hueco del arcén de un
antiguo camino se puede pasar sin impedimento por debajo una barra de hierro.
Las piedras de que está hecha la casa sólo existen en Tierra Santa. Además, no
existen canteras en las proximidades, y en aquella época solía construirse con
ladrillos en aquella zona de Italia. La puerta es de cedro, inexistente en
Italia pero común en Palestina. Las piedras están unidas con un cemento hecho
de sulfato de calcio (yeso) y polvo de carbón, mezcla que se utilizaba en
Palestina en tiempos de Jesús pero era desconocida en la Italia del siglo XIII.
¿Cómo es posible que con tanto traslado no se alterara la geometría ni
la medida de las tres paredes, que se corresponden exactamente con la pared que
quedó en Nazaret? El arquitecto Nanni Monelli y el
padre Giuseppe Santarelli, director general de la Congregación de la Santa Casa
de Loreto, constataron que las piedras que se encuentran en la Gruta de la
Anunciación en Nazaret tienen el mismo origen que el ara del altar de los
Santos Apóstoles que está en la Santa Casa de Loreto. El Altar
de los Apóstoles está constituido por una piedra, actualmente cubierta por una
reja de metal forjada en estilo nabateo, típico de Palestina. Se llama
así porque los Apóstoles celebraban Misa en él cuando iban a visitar la casa de
Nuestra Señora.
«Naturalmente, continúa fray Giuseppe Santarelli, las investigaciones más
importantes se han llevado a cabo en los tiempos modernos. Sobre todo las
realizadas en Nazaret entre 1955 y 1960 supervisadas por el padre
Bellarmino Bagatti, uno de los más prestigiosos arqueólogos del siglo XX, y las
efectuadas en Loreto por el arquitecto Nerio Alfieri, catedrático de arqueología
de la Universidad de Bolonia.
»Las investigaciones del profesor del profesor Alfieri revelaron que la
Casa está llena de anomalías absurdas, en claro contraste con las
construcciones de la región y con las normas vigentes en el siglo XIII.
»Es anómalo que la única puerta, la original, se encuentre en el centro
de la pared más ancha en vez de la más pequeña, como en todas las iglesias y
capillas de aquel tiempo, y que esté orientada hacia el norte, expuesta a
fuertes y frecuentes intemperies, contra toda costumbre de construcción local.
»Es igualmente anómalo que la única ventana esté colocada al
oeste y, por tanto, no permita mucha iluminación. Práctica de construcción
también desconocida en la época.
»Ahora bien, si lo comparamos con los resultados de las investigaciones
realizadas en Nazaret, todas estas anomalías desaparecen. La casa
de Loreto no tiene cimientos porque éstos están en Nazaret. Y sólo
tiene tres paredes porque se apoyaba en una gruta excavada en la roca con la que
formaba una misma vivienda.
»Nanni Monelli profundizó la investigación de las piedras y llegó a la
conclusión de que están construidas con una técnica propia de la cultura
nabatea», destaca el P. Santarelli.
«Más tarde –añade– hice un estudio específico sobre las inscripciones que
se pueden leer en las piedras de la Santa Casa de Loreto. Identifiqué
unas cincuenta, propias de los judeocristianos de Tierra Santa, y resultaron
ser semejantes a las que se encuentran en Nazaret.
»Descifré igualmente una inscripción en caracteres griegos, que traducida
dice: “Oh Jesús, Hijo de Dios”, frase
inicial de una oración que aparece escrita en una gruta contigua a la casa de
María en Nazaret. Estos y muchos otros detalles llevan a una misma
conclusión: la Casa de Loreto es ni más
ni menos la misma que hasta 1291 se encontraba en Palestina y era venerada como
la Casa de la Virgen.
»Después de años de estudios, análisis e investigaciones arqueológicas
realizadas con los medios más avanzados, podemos afirmar categóricamente que
esta casa es ni más ni menos la misma que hasta finales del siglo XIII era
venerada en Nazaret como la morada de la Virgen.»
En todos
los lugares por donde pasó la Santa Casa se han levantado iglesias
conmemorativas.
Desde
hace siglos, el 9 de diciembre se celebra en las Marcas la venida de la Santa
Casa con antorchas encendidas, como para alumbrar el camino a la Virgen que
llega con su casa. Se reza el Rosario, y antiguamente repicaban las campanas a
las 3 de la madrugada anunciando la llegada.
A lo
largo de los siglos los papas siempre han afirmado la autenticidad de la Santa
Casa y su milagroso traslado: Pablo II, Julio II,
León X, Pío IX y León XIII entre otros. Es más, el 10 de diciembre no se
celebra propiamente la festividad de Nuestra Señora de Loreto sino la
traslación de la Santa Casa. Al proclamar en 1920 a Nuestra Señora de Loreto
patrona de los aviadores, Benedicto XV reconoció la autenticidad del vuelo
milagroso de la Santa Casa. Eso sin contar las revelaciones privadas
recibidas por incontables santos, y la gran cantidad de milagros de curación y
de conversión que han tenido lugar al interior de la vivienda de la Sagrada
Familia.
El beato Pio IX escribió
en la Carta Apostólica Inter Omnia, del
26 de agosto de 1852: «Entre todos los Santuarios
consagrados a la Madre de Dios, la Inmaculada Virgen María, hay uno que ocupa
el primer lugar y brilla con incomparable fulgor: la venerable y augustísima
Casa de Loreto. Consagrada por los misterios divinos, ilustrada por
innumerables milagros, honrada por el concurso y la afluencia de los pueblos,
la gloria de su nombre alcanza a toda la Iglesia Universal, y es muy justamente
objeto de culto para todas las naciones y para todas las razas
humanas. En Loreto se venera aquella Casa de Nazaret, tan
querida al Corazón de Dios, y que, construida en Galilea, fue más tarde
separada de sus cimientos y, por intervención divina, trasladada más allá del
mar, primero a Dalmacia más tarde a Italia (…) Exactamente en aquella
Casa, la Santísima Virgen, que por eterna y divina disposición quedó
perfectamente exenta de culpa original, fue concebida, nació y se crió, y el
mensajero celestial la saludó llamándola “llena de gracia” y “bendita entre
todas las mujeres”. (…) Precisamente en aquella Casa, Nuestra Señora,
repleta de Dios y bajo la acción fecunda del Espíritu Santo, sin perder nada de
su inviolable virginidad, se convirtió en Madre del Hijo Unigénito de Dios».
Por su parte, el Sumo Pontífice León XIII escribió
en el breve Felix Nazarethana,
del 23 de enero de 1894: «Comprendan todos, y en
primer lugar los italianos, el regalo tan grande que les ha concedido Dios que,
con suma providencia, sustrajo prodigiosamente la Casa a un
imperio indigno y se la ofreció con un expresivo gesto de amor.
(…) De hecho, en aquella dichosísima morada se validó el inicio de la
salvación humana, con el grande y prodigioso misterio de Dios haciéndose
hombre, que reconcilia a la humanidad perdida con el Padre eterno y renueva
todas las cosas. (…) Quiso Dios de tal manera exaltar el Nombre de
María para hacer realidad en este lugar (Loreto) aquella famosa profecía:
“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada”».
Los
traslados fueron rigurosamente registrados por los obispos diocesanos de la
época, que promulgaron declaraciones canónicas sobre la veracidad de los hechos
y de los testimonios. A mayor abundamiento, todavía se conservan las iglesias
que se construyeron en las diversas etapas y que fueron consagradas por
los obispos de Fiume, Ancona, Recanati, Macerata y Nápoles entre otros, además
del propio santuario de Loreto, que se construyó en el siglo XIV en torno a la
Santa Casa.
La Virgen de Loreto desempeñó un papel fundamental en la preservación de
la Europa cristiana. Precisamente a Ella recurrieron los papas y ejércitos
cristianos antes de afrontar entre otras las dos batallas más decisivas y
célebres contra el islam: la de Lepanto (1571) y la de Viena (1683). En ambas,
la victoria del ejército cristiano se debió a la intervención de la
bienaventurada Virgen María. Precisamente con motivo de la victoria de Lepanto
Pío V añadió el título de Auxilio de los cristianos a las letanías lauretanas, las cuales se
llaman así porque tuvieron su origen en la basílica de la Santa Casa de Loreto.
Antes del
combate naval de Lepanto, Marcantonio Colonna, comandante de la flota
pontificia, se dirigió a Loreto con su esposa para poner la suerte de
la guerra en manos de María Santísima. Después de la derrota de la flota
mahometana, regresó a la ciudad mariana para dar gracias a la Madre de
Dios. Por otra parte, los prisioneros cristianos liberados de la esclavitud
otomana, como muestra de gratitud a Nuestra Señora de Loreto, donaron al
santuario sus cadenas, las cuales se fundieron para forjar las puertas y
rejas del templo y varias capillas laterales.
Asimismo,
después de la batalla de Viena, el monarca polaco Juan Sobieski quiso honrar a
la Virgen de Loreto. Un estandarte con su imagen fue llevado triunfalmente
en procesión por las calles de la capital de los Habsburgo por el padre (hoy
beato) Marcos de Aviano, capellán de las tropas cristianas. Sobieski lo mandó
colocar en su capilla, y cada día hacía celebrar ante la Santísima Virgen la
Santa Misa y recitar las Letanías lauretanas.
Santa Catalina de Bolonia (1413-1463) escribió en 1440 (o sea, casi
treinta años antes de que el beato Giovanni Spagnuoli y Pier Giorgio di
Tolomei, conocido por el sobrenombre de Teramano, escribieran la Traslación milagrosa) que le había
sido revelado de modo sobrenatural cómo se produjo el milagroso traslado:
«Esta morada consagrada por los Apóstoles que en
ella celebraron los divinos misterios y obraron milagros, a causa de la
idolatría de aquel pueblo fue transportada hasta Dalmacia por un cortejo de
ángeles. Después, por las mismas y por otras razones, llevaron esta dignísima
iglesia a varios lugares. Finalmente, fue portada por los santos ángeles e
instalada de modo estable en Loreto, provincia de Italia, en tierras de la
Santa Iglesia» (Rosarium, I Mist. Gaud., vv.73
ss.).
El padre
Pío afirmó en una ocasión: «No podría entrar en la
Santa Casa de Loreto porque me moriría de la emoción».
Añadamos,
por último, que el 5 de marzo de 2016 la Iglesia Ortodoxa, a veces reacia a
reconocer milagros católicos, aceptó definitivamente que la Santa Casa de
Loreto es la casa original de la Anunciación.
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