Enviada a Asia News
Discriminaciones
en el trabajo y en la escuela; Misa celebrada una vez por semana en
instalaciones con condiciones lamentables; controles sobre los fieles y sobre
los sacerdotes. Esa sigue siendo la realidad de la Iglesia subterránea en
China.
(Asia News) En China no existe plena
libertad religiosa; los cristianos son discriminados en el trabajo y en las
escuelas; las comunidades no oficiales logran a duras penas celebrar una o dos
misas por semana, en instalaciones deterioradas, aunque al menos no es al aire
libre.
Así lo cuenta un joven católico
de la comunidad subterránea, en una carta enviada al director de AsiaNews, Ante
el acuerdo chino-vaticano sobre el
nombramiento de los obispos, los componentes de la
comunidad no oficial se sienten «abandonados», «olvidados» y
hasta traicionados». De aquí nace el grito de este joven
católico: permaneceremos fieles siempre, perdonamos a quien nos persigue, pero
no nos olviden.
Traducción
a cargo de AsiaNews.
Querido padre Bernardo
Cervellera,
Ante todo quería agradecerle
su interés hacia la Iglesia en China, sobre todo por las dificultades de la
Iglesia «fiel a Roma». En el estado actual esta Iglesia es todavía «subterránea» y los medios ya de esta hablan poco,
pero usted se interesa aún de nosotros que somos una Iglesia pequeña y frágil.
Por esto estoy muy agradecido a nuestro buen Dios, que haya algunos hermanos en
el Señor en Roma, que no se han olvidado de nosotros que estamos en la otra
parte del mundo.
Yo solo soy un simple fiel. No
crecí en un ambiente cristiano: como usted bien
sabe China es un país ateo. Igualmente soy cristiano desde hace unos 20
años. Para ser honestos, creer en Dios es difícil, aún más difícil para
nosotros que vivimos en territorio chino. Testimoniar mi ser cristiano aquí es
prácticamente imposible.
Por ejemplo, es imposible
declarar ser cristianos cuando uno se inscribe en una escuela o presentándose
para un puesto de trabajo. La consecuencia sería la exclusión inmediata de la
escuela o la no asunción por aquel puesto de trabajo. En los últimos 30 años la
política religiosa del gobierno registró una disminución en los controles
contra la Iglesia católica. En particular, en los últimos años, la Iglesia
subterránea tiene un cierto espacio de acción, pero todavía no se puede decir
que en nuestro país hayamos alcanzado una plena libertad religiosa.
Digo esto porque, si bien yo
mismo no tuve problemas a causa de mi fe en Cristo, ¿quién
me lo asegura si el futuro los tendré? Sólo Dios lo sabe. Seguramente
tuve algunos pequeños problemas: por ejemplo, hace
unos 10 años, la policía vino a golpear mi puerta para interrogarme, a causa de
mi fe.
En los que se refiere a la
Iglesia no oficial, la situación real en los últimos años mejoró mucho. Por lo
menos podemos celebrar la misa una o dos veces por semana. En las áreas más
remotas los fieles pueden tener una misa sólo una vez por mes o a veces también
después de un tiempo más largo. Si el sacerdote no tiene que salir afuera, los
fieles pueden también invitarlo para la unción de los enfermos o de los
ancianos.
Naturalmente, esta que
describí es la situación que un fiel cualquiera puede ver desde el externo,
pero hay tantas cosas que no se ven. La policía local a menudo va a encontrar a
los sacerdotes de la Iglesia subterránea para invitarlos a «charlar». A menudo
aquellas que nosotros llamamos «iglesias», en
realidad no son iglesias, sino locales en alquiler o simples casas. No son
ambientes ideales para la celebración: algunos parecen negocios, con puertas y
ventanas, pero todo deteriorado.
Para nosotros lo que importa
es ayudar al sacerdote a tener un lugar para celebrar dignamente la Misa, de
este modo los católicos no están obligados a celebrar al aire libre. Esto para
nosotros es ya suficiente. Pero, ¿cuánto puede
durar esto?
Nosotros no lo sabemos. En
este momento circulan malas noticias. Por ejemplo, los vecinos de la iglesia
subterránea de la comunidad rural de XXX, ya recibieron una notificación de
parte de las autoridades. ¿Qué sucederá mañana? Ni
siquiera nosotros lo sabemos, pero lo que vemos es que la situación se está
volviendo cada vez más tensa. Nosotros de la Iglesia subterránea, prescindiendo
de las dificultades que encontraremos en el futuro, es cierto que conservaremos
la fe, como siempre. Seguimos el ejemplo de nuestro viejo obispo, desaparecido
ya hace varios años, que permaneció fiel hasta el final: permanecer fiel a la enseñanza de la Iglesia, con una fe
inquebrantable, superando «una ola después de la otra». Todo el mundo
vio el testimonio de fe de la Iglesia subterránea china, en el pasado como
hasta el día de hoy; en el futuro será lo mismo. «¿Quién
nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el
hambre, la desnudez, el peligro, la espada»? (Rom 8,35).
Querido p. Bernardo
Cervellera, quien le escribe es solo un simple fiel de la Iglesia en China. Si
bien no le he escrito mucho, todo sale de mi experiencia personal. La Iglesia
subterránea china soportó tantos años de sufrimiento, pero tenemos la «alegría en la tribulación», no acusamos a nadie y
no llevamos rencor hacia aquellos que nos persiguen. Es más, por ellos
multiplicamos nuestras oraciones: «Padre,
¡perdónalos! ¡Porque no saben lo que están haciendo!». (Lc 23, 34).
Padre, por favor
no nos olvide, rece por estos hermanos y hermanas que sufren-
Un simple fiel
de la Iglesia subterránea china.
¡Les deseo todo
bien a Usted y a toda Roma!
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