En una nueva Audiencia General, el Papa Francisco
ofreció su catequesis sobre los Mandamientos como palabras que liberan de la
esclavitud.
“Los mandamientos son el camino hacia la libertad,
porque son la palabra del Padre que nos hace libres en este camino”, explicó.
A CONTINUACIÓN, EL TEXTO COMPLETO DE LA CATEQUESIS:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta audiencia se desarrolla en dos sitios: nosotros,
aquí, en la Plaza y en el Aula Pablo VI donde hay más de 200 enfermos que ven
la audiencia gracias a una pantalla gigante. Todos juntos formamos una
comunidad. Saludamos con un aplauso a los que están en el Aula.
El miércoles pasado comenzamos un nuevo ciclo de catequesis, sobre los
mandamientos. Vimos que el Señor Jesús no vino a abolir la Ley sino a darle
cumplimiento. Pero tendremos que entender mejor esta perspectiva.
En la Biblia, los mandamientos no viven por sí mismos, sino que son parte de un nexo, una relación. El Señor Jesús no vino a abolir la Ley sino
a darle cumplimiento. Y existe esa relación, de la Alianza [1]
entre Dios y su pueblo. Al comienzo del capítulo 20 del libro de Éxodo leemos –
y esto es importante-: "Dios pronunció
todas estas palabras" (v. 1).
Parece una apertura como cualquier otra, pero nada en la Biblia es
trivial. El texto no dice "Dios pronunció estos
mandamientos", sino "estas
palabras". La tradición judía siempre llamará al Decálogo "las Diez Palabras". Y el término "decálogo" significa precisamente esto
[2]. Y, sin embargo, están en forma de leyes, son mandamientos
objetivamente. ¿Por qué, entonces, el Autor sagrado usa, precisamente aquí, el
término "diez palabras?” ¿Por qué? ¿Y
no dice "diez mandamientos"?
¿Cuál es la diferencia entre un mandato y
una palabra? El mandato es una
comunicación que no requiere diálogo. La palabra, en cambio, es el medio
esencial de la relación como diálogo. Dios
Padre crea por medio de su palabra, y su Hijo es la Palabra hecha carne. El
amor se alimenta de palabras, al igual que la educación o la colaboración.
Dos personas que no se aman no logran comunicar. Cuando alguien habla a nuestro
corazón, nuestra soledad termina. Recibe una palabra, hay comunicación y los
mandamientos son palabra de Dios: Dios se comunica
en estas diez Palabras y espera nuestra respuesta
Una cosa es recibir una orden, otra percibir que alguien intenta hablar
con nosotros. Un diálogo es mucho más que la comunicación de una verdad.
Yo puedo deciros: “Hoy es el último día de la
primavera, cálida primavera, pero hoy es el último día”. Es una verdad,
no un diálogo. Pero si os digo: “¿Qué pensáis de
esta primavera?, abro un diálogo. Los mandamientos son un diálogo. La
comunicación se realiza por el gusto de hablar y por el bien concreto que se
comunica entre los que se aman por medio de las palabras. Es un bien que no
consiste en cosas, sino en las personas mismas que mutuamente se dan en el
diálogo"(ibíd., N. Evangelii gaudium, 142).
Pero esta diferencia no es algo artificial. Observemos lo que pasó al
principio. El Tentador, el diablo, quiere engañar al hombre y a la mujer sobre
esta cuestión: quiere convencerlos de que Dios les ha prohibido comer los
frutos del árbol del bien y del mal para mantenerlos sometidos. El desafío es
efectivamente éste: La primera regla que Dios da al hombre, ¿es la imposición
de un déspota que prohíbe y obliga?, o ¿la atención de un papá que cuida
de sus pequeños y los protege de la autodestrucción? ¿Es una palabra o es un
mandato? La más trágica, entre las diversas mentiras que la serpiente le dice a
Eva, es la sugerencia de una deidad envidiosa– “Pero,
no, Dios tiene envidia de vosotros”- , de una deidad posesiva. “Dios no quiere que tengáis libertad”. Los hechos
muestran dramáticamente que la serpiente mintió, dio a entender que una palabra
de amor fuese un mandato. (véase Génesis 2: 16-17; 3.4-5).
El hombre se enfrenta a esta encrucijada: ¿Dios me impone cosas o me
cuida? ¿Sus mandamientos son solo una ley o contienen una palabra para cuidarme? ¿Dios es patrón o
padre? Dios es Padre: No lo olvidéis nunca.
Incluso en las situaciones más difíciles, pensad que tenemos un Padre que nos
quiere a todos. ¿Somos súbditos s o hijos? Este combate, tanto dentro como
fuera de nosotros, se presenta continuamente: Tenemos
que elegir mil veces entre una mentalidad de esclavos y una mentalidad de
hijos. El mandamiento es del patrón, la palabra es del Padre, El
Espíritu Santo es un Espíritu de hijos, es el Espíritu de Jesús Un espíritu de
esclavos no puede por menos que aceptar la Ley de forma opresiva, y puede
producir dos resultados opuestos: O una vida de deberes y obligaciones, o una
reacción violenta de rechazo Todo el cristianismo es el pasaje de la letra de
la Ley al Espíritu que da vida (véase 2 Cor 3: 5-17). Jesús es
la Palabra del Padre, no es la condena del Padre. Jesús vino a salvar, con su
Palabra, no a condenarnos.
Se ve cuando un hombre o una mujer han vivido este pasaje o no. La gente
se da cuenta de si un cristiano razona como un hijo o como un esclavo. Y
nosotros mismos recordamos si nuestros educadores nos cuidaron como padres y
madres, o si solo nos impusieron reglas. Los mandamientos son el camino hacia
la libertad, porque son la palabra del Padre que nos hace libres en este
camino.
El mundo no necesita legalismo, sino cuidados. Necesita cristianos con
corazón de hijos. [3]Necesita cristianos con el corazón de hijos: no lo olvidéis.
Redacción ACI
Prensa
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