Lleva años sosteniendo su
legitimidad
En línea con su postura y sus
declaraciones de los últimos años, el jesuita Juan Masiá ha publicado un
artículo defendiendo la legitimidad de la eutanasia, justo cuando el parlamento
español decidirá si la legaliza en España.
(InfoCatólica) El sacerdote jesuita español
resume su postura sobre la posible legalización de la eutanasia en España
en cinco puntos:
1. Estar en contra de la
regulación no significa ser pro-vida. Estar
a favor no es ser anti-vida....
2. El buen morir respetando la
dignidad de la persona (que puede conllevar a veces una solicitud de eutanasia
justa) no se debe confundir con la eutanasia irresponsable.
3. Una eutanasia justa (cumplidas las condiciones de respeto a la dignidad y libertad de la
persona) no se puede equiparar con el
homicidio, como tampoco puede ni
debe llamarse suicidio al asumir responsable y libremente la propia
muerte.
4. La opción responsable por una
eutanasia justa no significa optar por la muerte y contra la vida, sino elegir cómo vivir cuando se muere...
No se debe llamar a esa opción
«muerte digna», sino respeto de la dignidad
en el proceso de morir....
5. En los debates sobre
regularización legislativa no debería
plantearse el tema del recurso a paliativos como si fuera un dilema entre
paliativos y eutanasia. Hay que garantizar, ante todo, el acceso
equitativo al uso de paliativos, así como el de la sedación terminal
debidamente consentida y protocolizada. Pero, eso supuesto, teniendo en cuenta
las situaciones de solicitud de eutanasia, habrá que garantizar las condiciones
para que sea justa, es decir, «buen morir
responsable de la persona digna».
AÑOS DEFENDIENDO LA
EUTANASIA
La postura del P. Juan Masiá, contraria al Magisterio de la Iglesia Católica, es conocida desde hace años sin que ello haya
tenido efecto alguno sobre su condición de sacerdote y religioso de la
Compañía de Jesús.
CATECISMO DE LA
IGLESIA CATÓLICA
2277 Cualesquiera
que sean los motivos y los medios, la
eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas,
enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable.
Por tanto, una acción o una
omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el
dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona
humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se
puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida,
que se ha de rechazar y excluir siempre
(cf. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona).
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