Es más que sabido que el ente
y la concepción adecuada de lo real forman la parte fundamental en el
pensamiento de Santo Tomás. Efectivamente, su comprensión del ser es muy
profunda, y si no se entiende, se corre el riesgo de pensar que es una mera
repetición de Aristóteles. La sutil distinción que Santo Tomás utilizaba para
distinguir el ente concreto del acto de ser o esse, manifiesta la precisión de su doctrina. Para él,
cada ente concreto constituye una unidad ontológica que puede ser definida. De
hecho, la esencia no es sino la substancia en cuanto que puede ser definida. O
de otro modo, la esencia que es lo que determina el modo de ser del ente, es lo
que la definición dice que una determinada substancia es. De este modo, la
esencia en cuanto expresada en la definición es denominada quididad.
Se trata de tres términos en el pensamiento de Santo Tomás: la substancia, la
esencia y la quididad que expresan
una unidad ontológica concreta considerada en sí misma y que es susceptible de
definición.
La esencia es, pues, la
substancia en cuanto que puede ser conocida y, por lo mismo, la esencia debe
incluir a la substancia en su ser completo y no sólo algunos de los elementos
que la componen. La substancia ha sido definida como ser al que conviene
existir por sí mismo y no en otro como en su sujeto de inhesión. Pero la
substancia no puede concebirse ni definirse si no se la piensa como una
sustancia concreta y bien determinada, es decir, como alguna cosa que es.
Porque, además de ser alguna cosa que es, se sigue que el ser por sí de las
substancias, en realidad es por otro que es Dios que simplemente Es. De lo
anterior también se sigue que la substancia puede definirse como una esencia o quididad que puede ser por si, si ya ha
recibido su propio esse.[1]
Pero además, una substancia tiene otras determinaciones que son por ella y se
denominan accidentes, tales como el color, el tamaño, estar ubicadas en un
lugar, etc. Las substancias concretas son unidades de existencia en la que sus
elementos accidentales y partes que las constituyen son en función de un único
y mismo acto de ser (esse) que es el acto de ser de la sustancia. A los
accidentes no les conviene existir en sí mismos sino en otro como su sujeto de
inhesión. La existencia de los accidentes es siempre en la sustancia de modo
que su esse es inesse.[2]
Por eso cuando Santo Tomás dice que la sustancia existe por sí, no se refiere a
que no tiene causa de su existencia, porque Dios es el único ser incausado. En
el caso de las sustancias creadas significa que todo lo que es, le pertenece en
virtud de un único acto de ser.
Por otra parte, la sustancia
puede ser conocida gracias a su forma. Porque toda sustancia implica una forma
en virtud de la cual la sustancia se clasifica en una especie determinada.[3]
Las especies no existen fuera de las sustancias concretas. “Animal” no es una sustancia primera; lo que
conocemos son sustancias primeras o individuos concretos, por eso, si la forma
es acto de ser, debe tener un elemento que distinga a unos de otros dentro de
la misma especie, y ese elemento es la materia. Toda sustancia es una unidad de
ser conformada por una forma y una materia.[4]
Pero además Santo Tomás precisa qué es lo que hace que una substancia sea.
Determina si es la materia o la forma o el compuesto de materia y forma lo que
hace ser a una substancia. Y aquí señala claramente que la materia no es viable
sin una forma. La materia siempre es de una sustancia que tiene una forma y
gracias a la forma es la materia. Pero además la materia entra en la
composición de la sustancia sin romper su unidad sustancial. De modo que de la
materia no se puede decir que es, sino que lo que es, es la sustancia compuesta
de materia y forma[5].
De todo esto se sigue que la materia no puede ser causa de la sustancia. Por la
materia, no se dice que una sustancia es un ente.
En cuanto a la forma, es ella
la que confiere la inteligibilidad, porque mientras la materia es potencia, la
forma es acto de ser. La materia no es más que una potencialidad determinada y
por eso la forma es la que constituye a la substancia como lo que es. La forma
es aquello por lo cual la sustancia es lo que es. De tal suerte que lo que
existe son las sustancias compuestas de materia y forma como entes
específicamente determinados. Al explicar la sustancia, Santo Tomás explica la
razón por la que un ente es lo que es, y luego procede a explicar lo que hace
que una sustancia exista. Porque lo que existe es el compuesto, pero ese
compuesto no puede surgir de lo que no es. Y aquí es donde Santo Tomás da el
salto, porque más allá de la forma, que hace que un ente sea tal ente dentro de
una especie, hay que distinguir el esse, o acto de ser que hace que la sustancia sea un
ente. “El ser mismo es acto, incluso, respecto de
la forma. Pues si se dice que, en los compuestos de materia y forma, la forma
es principio de existencia, es porque realiza la sustancia, cuyo acto es el ser
mismo.” [6]
El esse
es el quo est
de la forma y la forma es el quo est de la sustancia. Sin embargo, es el esse o acto de ser, lo que hace que la
sustancia sea un ente, porque posee el acto mismo de ser. La forma es principio
de existencia, mientras la sustancia total es el quod
est. Y eso es así porque aquello
por lo que la sustancia se denomina ente, no puede ser otra cosa que el ser
mismo. De modo que Santo Tomás sostiene que en las sustancias concretas que
conocemos por los sentidos hay dos composiciones: La de materia y forma que
constituyen la sustancialidad de la sustancia. Y la otra composición es la de
la esencia con el acto de ser o esse que constituye a la sustancia como
un ente concreto.
El ser o esse, se comporta como un acto, incluso
respecto a la forma. Lo primero es el ser. La forma sustancial no es, sino en
virtud del acto de ser que hace de ella un ente.[7]
El acto de ser es la entraña de lo real. Es el principio de todos los
principios de la realidad. Por eso es antes que la unidad, la verdad y el bien;
porque nada puede ser uno, verdadero o bueno, sino porque es un ente, es decir,
sino porque es.[8]
Es el ipsum esse el que le hace ser.
En este sentido, el verbo esse designa
un acto. Se trata del acto por el cual algo existe, porque el ente sólo es ente
en su relación al acto de ser y por su relación al acto de ser o existir.[9]
El acto de ser es lo más perfecto que se comporta respecto de todas las cosas
como su acto. “El esse es más íntimo a todo
que aquello que lo determina”.[10]
Algo existe porque es; porque participa del acto de ser en alguna medida. De
este planteamiento se sigue necesariamente que nada puede ser concebido como
ente si no hay un Acto puro de ser. Los demás entes que no son Dios y son
objetos de nuestra existencia no son conocidos como un acto puro de ser. Cada
substancia se distingue de las demás porque la esencia es la determinación
específica de esos actos de existir, que los sitúa en una especie definida. Sea
un vegetal, un hombre o un animal. La necesidad de la esencia aparece en todas
aquellas cosas cuya esencia no es ser, sino ser algo. Se trata entonces
de existentes compuestos de esencia y acto de ser como una composición real en
el orden metafísico del acto y la potencia.
Reiterando un poco, de todo
esto también se sigue que los entes cuyas esencias no son el acto de ser, no
pueden ser o existir por sí mismos. Por eso están sometidos a la duración. Se
trata de entes cuya existencia no encuentra justificación para ser en su
esencia, de donde se deduce la necesidad de una causa que no conduce
necesariamente al planteamiento de la existencia de Dios. En todos los demás
entes que no son el Acto puro la esencia de esos actos finitos de ser, consiste
en no ser más que tal o cual esse.[11]
Cada esencia es puesta por un acto de ser que ella no es pero que la incluye
como su autodeterminación. En los entes creados, el acto de ser nunca
está incluido en la esencia. El acto de existencia se le añade como desde
fuera, como una determinación extrínseca que le confiere el acto de ser. Pero,
además, el acto de ser es común a la sustancia y a los accidentes lo cual
plantea un problema más que Santo Tomás resuelve por medio de la analogía. El
acto de ser no puede ser concebido como algo incluido sin más, en la esencia y
que por lo mismo debe añadirse a ella. De hecho, es posible pensar la esencia
de árbol independientemente si existen en la naturaleza, porque el acto de ser
es realmente distinto de la esencia o quididad.[12]
En Santo Tomás el acto de ser es la raíz de la esencia porque es lo más íntimo
y profundo que hay el ella. Por eso la ontología tomista no es una ontología de
las esencias sino del ser de los entes. Las esencias no existen en virtud de sí
mismas, es el ente el que incluye a la esencia mientras la misma esencia se
distingue del acto de ser. Porque el acto de ser y su determinación esencial
dependen uno del orden del acto y otro del orden de la potencia, y acto y
potencia son dos órdenes distintos. Sin embargo, hay que añadir que esencia y
existencia no son dos cosas como dos ingredientes físicos que se mezclan. El
acto de ser de los entes no es una realidad subsistente por sí misma, sino que
por él existe el ente. Es el acto sin el cual el ente no puede ser. La esencia
misma procede del esse. De hecho decimos que algo es ente porque es.[13]El
acto de ser se comporta como forma respecto a todo lo que hay en la cosa.[14]
Para Santo Tomás, el acto de ser de los entes creados no es algo necesario con
pleno derecho sino hasta que el ente existe. El esse
es el acto de la substancia. Santo Tomás ve la distinción entre esencia y acto
de ser que se encuentran unidas en toda realidad concreta. Porque la esencia
alberga la raíz del acto de ser y el acto de ser domina la esencia que
actualiza. Ambos, esencia y acto de ser estrechamente unidos porque la esencia
está contenida en el acto de ser, de tal modo que el esse es lo más íntimo y
profundo que hay. Santo Tomás alcanza el ipsum
esse, el actus essendi. Y
esto es un gran mérito porque no es fácil alcanzar el orden del ser aunque el
ser sea el primero de los principios por ser el primer objeto que se presenta a
nuestra inteligencia.[15]
Santo Tomás deja claro que
antes del ente está el ser porque el ente no es y no puede ser principio último
en tanto que se refiere al ser que lo actualiza.[16]
Con la inteligencia aprehendemos la esencia de las cosas que el intelecto
abstrae de las cosas sensibles, mientras por el juicio alcanzamos el acto de
ser.[17]
Lo que el intelecto aprehende en primer lugar es la esencia de ser pero no el
acto de ser en cuanto tal. Lo que se ofrece al intelecto es el acto de ser,
pero el verbo ser designa secundariamente toda actualidad en general,
principalmente la de la forma que puede ser una forma sustancial o una forma
accidental. Únicamente el juicio puede alcanzar el acto de ser. Sólo el acto de
juzgar puede alcanzar la raíz de la realidad. Afirmando que algo es y que es
una cosa determinada, porque el verbo “es”, significa,
en primer lugar, el acto de ser, o el existir en acto.
En suma, la diferencia entre
Aristóteles y Santo Tomás radica en que el ser al que se refiere Aristóteles es
el de la substancia y el de aquello que es algo. Identifica el acto de ser con
el ente, es decir, con todo aquello que tiene el existir; mientras Santo Tomás
llega al propio acto de ser (esse). Santo
Tomás aclara que ens no significa principalmente el esse, sino el quod
est. Aristóteles alcanzó grandiosamente el señalar el papel del acto
que desempeña la forma en la constitución de la sustancia, es decir, la
actualidad del ser sustancial. Pero se quedó en el plano del ente. No alcanzó
el acto existencial mismo del esse. Aristóteles no distinguió los dos sentidos del
verbo ser que son el del acto de ser y el de la predicación de que algo es. En
Aristóteles es una misma cosa decir que un hombre es justo y decir que un
hombre es con la determinación de ser justo. Con la esencia, Santo Tomás hace
la sutil distinción traspasando el plano de la esencia al del ser. La primacía
en Santo Tomás la tiene siempre el esse,
es decir, el acto de ser.
La Metafísica de Santo Tomás
no es una Metafísica del ens o del quod est como
la de Aristóteles en la que quod
designa la cosa y es el acto de ser. En Santo Tomás la significación principal
y directa de ens no es el acto de
ser, sino la cosa misma que existe.[18]
El ente de Santo Tomás no es la esencia. No es el concepto de ser aun cuando
éste sea el más universal y el más abstracto. Lo concreto en Santo Tomás no se
deduce de lo abstracto. Todo acto de ser nos es dado en un ente concreto y es
por eso que no se puede pensar el ente sin el acto de ser ni el acto de ser sin
el ente. En Santo Tomás, la existencia o, más precisamente, el acto de ser del
que depende la existencia, es siempre el acto de algo que es y, por tanto,
existe. El ente es primero en el orden del concepto y en el orden del juicio
que está formado por conceptos. El tema de la Metafísica de Santo Tomás es el
del ens commune considerado en su universalidad y su pura
indeterminación.[19]
La Metafísica tomista es una Metafísica del ser, porque todo concepto de cosa
connota en él un acto de ser como entraña de todo lo real.
[7] “Tertio, quia nec forma est ipsum esse, sed se
habet secundum ordinem: comparatur enim forma ad ipsum esse sicut lux ad
lucere, vel albedo ad álbum esse”. Aquino, Tomás de. C.G., II, 54.
[11] “Nec
intelligendum est, quod ei quod dico esse, aliquid addatur quod sit eo
formalius, ipsum determinans sicut actus potentiam; esse enim quod hujusmodi
est, est aliud secundum essentiam ab eo cui additur determinandum. Nihil autem
potest addi ad esse quod sit extraneum ab ipso, cum ab eo nihil sit extraneum
nisi non ens, quod non potest esse nec forma nec materia. Unde non sic
determinatur esse per aliud sicut potencia per actum, sed magis sicut actus per
potentiam. Nam in definitione formarum ponuntur propriae materiae loco
differentiae, sicut cum dicitur quod anima est actus corporis phisici organici.
Et
per hunc modum hoc esse ab illo esse distinguitur, in quantum es talis vel
talis naturae.” Aquino, Tomás de. Q. disp.. de Potentia, q.
VII, a.2, ad.9.
[13] “Esse
enim rei quamvis sit aliud ab ejus essentia, non tamen est intelligendum quod
sit aliquod superadditum ad modum accidentis, sed quasi consituitur per
principia essentiae. Et ideo hoc nomen ens, quod imponitur ab ipso esse, sig
nificat idem cum nomine quod imponitur ab ipsa essentia.” Aquino Tomás de.
In IV Met. Lect. 2, n. 558.
[17] “Prima
operatio respicit quidditatem rei, secunda respicit esse ipsius.” Aquino,
Tomás de. I Sent., lib.,1, d. 19, q.5, a.1, ad 7.
Manuel Ocampo
Ponce
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