¿En qué consiste la
conversión que anuncia Jesús? ¿Desea únicamente que la vieja ley de Moisés se
cumpla mejor?
Por: P. Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer
Por: P. Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer
Jesús se presenta en el mundo predicando la
conversión. Pero, ¿en qué consiste la conversión que anuncia? ¿Desea únicamente
que la vieja ley de Moisés se cumpla mejor? ¿Trata de retocarla o adaptarla en
detalle? ¿O propone, más bien, la liberación de la ley, creando algo
radicalmente distinto?
La respuesta a estas preguntas no es tan simple como suele creerse y decirse. Porque la libertad evangélica no puede interpretarse como puro subjetivismo, no puede someterse al capricho personal de cada uno.
Para entenderlo tenemos que ver un momento el sentido y espíritu de la ley judía. La ley de Moisés reflejaba el sentir de Dios y expresaba sus designios divinos. Por eso se inspiraba en la obediencia a Yahvé. Y esa actitud de obediencia sumisa era para el pueblo fuente de luz y bienestar.
Pero resulta que ya desde el comienzo se registraron dos graves desviaciones de este espíritu:
La respuesta a estas preguntas no es tan simple como suele creerse y decirse. Porque la libertad evangélica no puede interpretarse como puro subjetivismo, no puede someterse al capricho personal de cada uno.
Para entenderlo tenemos que ver un momento el sentido y espíritu de la ley judía. La ley de Moisés reflejaba el sentir de Dios y expresaba sus designios divinos. Por eso se inspiraba en la obediencia a Yahvé. Y esa actitud de obediencia sumisa era para el pueblo fuente de luz y bienestar.
Pero resulta que ya desde el comienzo se registraron dos graves desviaciones de este espíritu:
- La primera con relación al concepto de
Dios: esa obediencia se debía, para los judíos, a un Dios - terror, a un
Dios siempre amenazante, extremadamente justiciero.
- La segunda desviación fue el desmesurado
culto a la norma, que llevó a la pura aceptación externa de las normas
legales, sin encuentro interior con Dios.
Los profetas intentaron mitigar estos dos
peligros insistiendo en la obediencia del corazón. Pero en la época de Jesús
dominaba la religión del terror y el culto al formalismo legal. A eso se
agregaba el incumplimiento de la ley en gran parte del pueblo, decepcionado de
una religión que le ataba, más que acercarle a su Dios.
En esta situación, ¿cuál es la postura de Jesús ante la ley? ¿Es un conservador, un liberal, un radical? No es ninguna de las tres cosas, y es las tres cosas a la vez.
En esta situación, ¿cuál es la postura de Jesús ante la ley? ¿Es un conservador, un liberal, un radical? No es ninguna de las tres cosas, y es las tres cosas a la vez.
- Parece ser un conservador en su conducta y
en su doctrina, cumple fielmente con los preceptos y ritos de la ley.
- Pero, junto a esto, vemos a Jesús a veces
ante la ley como un liberal: está transgrediendo con mucha libertad sus
preceptos (p.ej. del sábado, o de las purificaciones rituales antes de las
comidas).
- Y Jesús es, al mismo tiempo, un radical. No
viene a abolir la ley. Viene a darle plenitud, viene a darle su verdadero
sentido, su madurez. La ley del Sinaí es para Él sagrada: es el alimento
de su vida. Pero le quita todo la inhumano y todo lo que no es de Dios en
ella. Rescata todo la positivo y puro y le da un nuevo espíritu. Y en eso
consiste su radicalismo: porque cambiar el espíritu con que se vive una
ley es mucho más revolucionaria que cambiar una ley por otra.
¿Y cómo
hace esto? Cambiando, ante todo, el concepto de Dios. Pasando del Dios - terror
al Dios - AMOR y manifestando que el eje
central de toda ley tiene que ser ese amor. Porque al amor de Dios ya no se
puede responder con el simple cumplimiento, sino con otro amor, con una fe
hecha vida.
Así Jesús, en la ley, introduce tres cambios fundamentales: la personaliza, la relativiza, la radicaliza.
1. LA PERSONALIZA. Se pone Él en lugar de la ley. El cumplimiento de la ley es Cristo, dice San Pablo en la carta a los Romanos (10,4). Cumplir la ley ya no será cumplir gestos, sino amarle, participar de su vida. Cristo es la ley del cristiano, como el amado es la ley del amante. Cuando dos se amen, entre ellos no hay ley, el amor sustituye a toda ley.
2. JESÚS, EN SEGUNDO LUGAR, RELATIVIZA LA LEY. Esta se vuelve esclavizadora cuando se la convierte en absoluto. Y Jesús somete la ley al "relativismo" del amor. La ley es confirmada o suspendida según sirva a la maduración o al encadenamiento del hombre. Para Jesús, la ley no es algo absoluto. Absoluto es sólo Dios.
3. ADEMÁS, JESÚS LA RADICALIZA. Es necesario subrayar esto, porque hay quienes piensan que relativizar la ley es implantar el libertinaje. Pero esto sólo sucede cuando, en lugar de la ley, se coloca el capricho. Sin embargo, cuando la ley es sustituida por la fe y la caridad, todo se hace más arduo, más radical. La fe va mucho más allá que la obediencia legal; la caridad es mucho más exigente que el simple cumplimiento. Porque la ley indica de dónde no se puede pasar, y el evangelio hasta dónde hay que llegar: hasta ser perfectos, hasta lo imposible.
De este modo, Jesús ni recorta ni suaviza la ley, sino la lleva hasta sus límites, hasta la locura, hasta la entrega total. Pide algo que el hombre nunca podrá alcanzar por si solo y para lo que necesitará inevitablemente la ayuda y gracia de Dios.
En el Sinaí, Dios había pedido a los hombres que llegaran hasta donde pudieran. Pero Jesús, en el monte de las bienaventuranzas, lanzó una consigna más radical, más difícil, más cristiana: llega hasta donde no puedas. Es decir: aquí estoy yo, con mi gracia, para que juntos lleguemos hasta lo humanamente imposible e insoñable. Es así como Jesús da plenitud a la ley judía. Es así como Jesús nos trae una ley mejor, una ley más alta. Trae el evangelio, trae su amor y su redención.
Queridos hermanos, aprovechemos este tiempo de conversión, para ir perfeccionándonos e ir creciendo en amor, entrega y santidad. Y pidámosle a la Virgen María que nos ayude regalándonos la gracia de la transformación interior. Así podremos avanzar un poco más en nuestro largo caminar hacia la meta: ser perfectos como es perfecto nuestro Padre Celestial.
Mediante ella, la Virgen quiere acompañarnos, fortalecernos, para que podamos avanzar y madurar hacia un amor maduro y perfecto.
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt
Así Jesús, en la ley, introduce tres cambios fundamentales: la personaliza, la relativiza, la radicaliza.
1. LA PERSONALIZA. Se pone Él en lugar de la ley. El cumplimiento de la ley es Cristo, dice San Pablo en la carta a los Romanos (10,4). Cumplir la ley ya no será cumplir gestos, sino amarle, participar de su vida. Cristo es la ley del cristiano, como el amado es la ley del amante. Cuando dos se amen, entre ellos no hay ley, el amor sustituye a toda ley.
2. JESÚS, EN SEGUNDO LUGAR, RELATIVIZA LA LEY. Esta se vuelve esclavizadora cuando se la convierte en absoluto. Y Jesús somete la ley al "relativismo" del amor. La ley es confirmada o suspendida según sirva a la maduración o al encadenamiento del hombre. Para Jesús, la ley no es algo absoluto. Absoluto es sólo Dios.
3. ADEMÁS, JESÚS LA RADICALIZA. Es necesario subrayar esto, porque hay quienes piensan que relativizar la ley es implantar el libertinaje. Pero esto sólo sucede cuando, en lugar de la ley, se coloca el capricho. Sin embargo, cuando la ley es sustituida por la fe y la caridad, todo se hace más arduo, más radical. La fe va mucho más allá que la obediencia legal; la caridad es mucho más exigente que el simple cumplimiento. Porque la ley indica de dónde no se puede pasar, y el evangelio hasta dónde hay que llegar: hasta ser perfectos, hasta lo imposible.
De este modo, Jesús ni recorta ni suaviza la ley, sino la lleva hasta sus límites, hasta la locura, hasta la entrega total. Pide algo que el hombre nunca podrá alcanzar por si solo y para lo que necesitará inevitablemente la ayuda y gracia de Dios.
En el Sinaí, Dios había pedido a los hombres que llegaran hasta donde pudieran. Pero Jesús, en el monte de las bienaventuranzas, lanzó una consigna más radical, más difícil, más cristiana: llega hasta donde no puedas. Es decir: aquí estoy yo, con mi gracia, para que juntos lleguemos hasta lo humanamente imposible e insoñable. Es así como Jesús da plenitud a la ley judía. Es así como Jesús nos trae una ley mejor, una ley más alta. Trae el evangelio, trae su amor y su redención.
Queridos hermanos, aprovechemos este tiempo de conversión, para ir perfeccionándonos e ir creciendo en amor, entrega y santidad. Y pidámosle a la Virgen María que nos ayude regalándonos la gracia de la transformación interior. Así podremos avanzar un poco más en nuestro largo caminar hacia la meta: ser perfectos como es perfecto nuestro Padre Celestial.
Mediante ella, la Virgen quiere acompañarnos, fortalecernos, para que podamos avanzar y madurar hacia un amor maduro y perfecto.
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt
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