lunes, 12 de junio de 2017

«LA RELIGIÓN BIEN ENTENDIDA PROTEGE EL CEREBRO; SI SE PERVIERTE, CAUSA TERRORISMO»


Joaquín Fuster, psiquiatra y neurocientífico
La espiritualidad, el ejercicio físico y mental y la dieta son, según Joaquín Fuster, factores claves para «envejecer con una buena salud cerebral»

Su hermano Valentín ha elevado el apellido Fuster al máximo exponente en el ámbito de la cardiología mundial. Joaquín, catalán de nacimiento y estadounidense de adopción, ha mantenido alto el listón del linaje en otra disciplina: la neurociencia. Profesor de Psiquiatría y Neurobiología del Comportamiento en la Universidad de California, en Los Ángeles, y todo un referente en el estudio de la corteza prefrontal, este reconocido investigador busca ahora dar solidez científica a los conocimientos que se tienen desde hace años sobre qué hacer para envejecer con una buena salud cerebral. Realizar ejercicio físico y cognitivo, comer bien y practicar la espiritualidad en sentido amplio son, según explica a ABC, condiciones básicas para proteger el cerebro de las enfermedades neurodegenerativas.
¿Cómo podemos cuidar nuestra salud cerebral?
Aunque no hay estudios científicos solventes al respecto. Sí podemos decir que hay tres factores que ayudan a que nuestro cerebro envejezca bien. Una dieta equilibrada, practicar regularmente ejercicio físico y cognitivo, y ejercitar la espiritualidad, son condiciones que impactan positivamente en la salud de nuestro cerebro.
¿A qué se refiere cuando habla de espiritualidad?
La espiritualidad se ejercita practicando una religión, yoga u otras actividades de meditación que nos hacen conocernos mejor a nosotros mismos. Cuanto más nos conozcamos a nosotros mismos, mejor podremos manejar nuestra salud cerebral.
Entonces… ¿podemos decir que la religión tiene un efecto protector para el cerebro?
Efectivamente. Podemos decir que la religión, bien entendida, cuando se basa en los derechos humanos, tiene un efecto positivo y protector, pero en situaciones de relaciones sociales adversas o de conflicto político puede pervertirse ese efecto. El terrorismo es una perversión de la religión.
¿Está concienciada la población de que la salud cerebral de pende de una buena dieta y de realizar ejercicio de forma regular?
Las personas lo saben pero todavía hay mucho camino por recorrer en este sentido.
¿La dieta mediterránea nos protege?
La dieta mediterránea, sin duda, es una buena dieta y es saludable, lo que pasa es que la gente come demasiado. Lo que se come es importante, pero cómo se come también. En España comer es una función social. Hay tendencia a alimentarse hablando unos con otros. Ahí es cuando se cae en el exceso. Hay dos cuestiones vitales para mí a la hora de alimentarse. Una es la moderación y otra la tolerancia. El vino, por ejemplo, puede ser un buen cardioprotector si se toma con moderación. Si se abusa de él, es fuente de azúcar y también un veneno para el cerebro.
QUE LOS NIÑOS COMAN FRENTE AL ORDENADOR O EL MÓVIL TAMPOCO AYUDA.
Efectivamente. Como he dicho, las circunstancias en las que se come influyen y mucho. La vulgarización de la informática en los niños ha perjudicado. El uso de estas maquinitas durante las comidas ha ido en detrimento de uno de los mayores valores que teníamos que es la familia. Hay muchos niños, desgraciadamente, que no comen con su familia.
Usted es el presidente del Comité Asesor Científico de la Barcelona Brain Health Iniciative (BBHI), proyecto impulsado por la Obra Social La Caixa que arranca ahora para prevenir enfermedades neurológicas. ¿Qué es lo realmente innovador de la iniciativa?
Que el ejercicio físico y una buena alimentación previenen enfermedades y ayudan a afrontar mejor la vejez ya se sabía. Lo que gracias a la BBHI se conseguirá es dar una base científica a todos estos conocimientos que se tienen sobre qué hacer para cumplir años protegiendo nuestro cerebro al máximo. Gracias a las conclusiones científicas que se alcancen podremos elaborar pautas y hacer intervenciones controladas.
Algunos científicos apuestan por la creación de nuevas células en el cerebro adulto.
Sí, es un asunto controvertido. Confío más en que se pueda favorecer la creación de conexiones entre las células existentes. Así, podremos potenciar la plasticidad y la elasticidad cerebral, algo básico para proteger al cerebro.

Esther Armora/ABC

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