Joaquín
Fuster, psiquiatra y neurocientífico
La
espiritualidad, el ejercicio físico y mental y la dieta son, según Joaquín
Fuster, factores claves para «envejecer con una
buena salud cerebral»
Su hermano Valentín ha elevado el
apellido Fuster al máximo exponente en el ámbito de la cardiología mundial.
Joaquín, catalán de nacimiento y estadounidense de adopción, ha mantenido alto
el listón del linaje en otra disciplina: la neurociencia. Profesor de Psiquiatría y Neurobiología del
Comportamiento en la Universidad de California, en Los Ángeles, y todo un
referente en el estudio de la corteza prefrontal, este reconocido investigador
busca ahora dar solidez científica a los conocimientos que se tienen desde hace
años sobre qué hacer para envejecer con
una buena salud cerebral. Realizar
ejercicio físico y cognitivo, comer bien y practicar la espiritualidad en
sentido amplio son, según explica a ABC, condiciones básicas para
proteger el cerebro de las enfermedades neurodegenerativas.
¿Cómo
podemos cuidar nuestra salud cerebral?
Aunque no hay estudios
científicos solventes al respecto. Sí podemos decir que hay tres factores que
ayudan a que nuestro cerebro envejezca bien. Una dieta equilibrada, practicar
regularmente ejercicio físico y cognitivo, y ejercitar la espiritualidad, son
condiciones que impactan positivamente en la salud de nuestro cerebro.
¿A
qué se refiere cuando habla de espiritualidad?
La espiritualidad se ejercita
practicando una religión, yoga u otras actividades de meditación que nos hacen
conocernos mejor a nosotros mismos. Cuanto más nos conozcamos a nosotros
mismos, mejor podremos manejar nuestra salud cerebral.
Entonces…
¿podemos decir que la religión tiene un efecto protector para el cerebro?
Efectivamente. Podemos decir que
la religión, bien entendida, cuando se basa en los derechos humanos, tiene un
efecto positivo y protector, pero en situaciones de relaciones sociales
adversas o de conflicto político puede pervertirse ese efecto. El terrorismo es
una perversión de la religión.
¿Está
concienciada la población de que la salud cerebral de pende de una buena dieta
y de realizar ejercicio de forma regular?
Las personas lo saben pero
todavía hay mucho camino por recorrer en este sentido.
¿La
dieta mediterránea nos protege?
La dieta mediterránea, sin duda,
es una buena dieta y es saludable, lo que pasa es que la gente come demasiado.
Lo que se come es importante, pero cómo se come también. En España comer es una
función social. Hay tendencia a alimentarse hablando unos con otros. Ahí es
cuando se cae en el exceso. Hay dos cuestiones vitales para mí a la hora de
alimentarse. Una es la moderación y otra la tolerancia. El vino, por ejemplo,
puede ser un buen cardioprotector si se toma con moderación. Si se abusa de él,
es fuente de azúcar y también un veneno para el cerebro.
QUE
LOS NIÑOS COMAN FRENTE AL ORDENADOR O EL MÓVIL TAMPOCO AYUDA.
Efectivamente. Como he dicho, las
circunstancias en las que se come influyen y mucho. La vulgarización de la
informática en los niños ha perjudicado. El uso de estas maquinitas durante las
comidas ha ido en detrimento de uno de los mayores valores que teníamos que es
la familia. Hay muchos niños, desgraciadamente, que no comen con su familia.
Usted es
el presidente del Comité Asesor Científico de la Barcelona Brain Health
Iniciative (BBHI), proyecto impulsado por la Obra Social La Caixa que arranca
ahora para prevenir enfermedades neurológicas. ¿Qué es lo realmente innovador
de la iniciativa?
Que el ejercicio físico y una
buena alimentación previenen enfermedades y ayudan a afrontar mejor la vejez ya
se sabía. Lo que gracias a la BBHI se conseguirá es dar una base científica a
todos estos conocimientos que se tienen sobre qué hacer para cumplir años
protegiendo nuestro cerebro al máximo. Gracias a las conclusiones científicas
que se alcancen podremos elaborar pautas y hacer intervenciones controladas.
Algunos
científicos apuestan por la creación de nuevas células en el cerebro adulto.
Sí, es un asunto controvertido.
Confío más en que se pueda favorecer la creación de conexiones entre las
células existentes. Así, podremos potenciar la plasticidad y la elasticidad
cerebral, algo básico para proteger al cerebro.
Esther
Armora/ABC
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