Consejos de un
sacerdote.
Por: Padre Sam | Fuente: padresam.com
Por: Padre Sam | Fuente: padresam.com
Sabemos la importancia del
sacramento de la confesión, para reconciliarnos con Dios, con los demás y
nosotros mismos, pero muchas veces quizás no lo hemos hecho de la mejor manera,
o hemos descuidado algunos detalles, hoy te comparto 10 consejos que te
agradecerá tu confesor.
1. Acércate con confianza, es Dios mismo
el que te estará escuchando.
2. Que
hayas hecho tu examen de conciencia,
es decir que no llegues al confesionario, a ver qué sale o ver de qué me
acuerdo, sino que con amor reflexiones con humildad en qué le has fallado a
Dios, a ti y a los demás.
3. Que digas TUS pecados, es decir
concentrarte en ti, no en los demás. Son tus pecados los que en este momento
interesan. Sin pecados, no hay sacramento.
4. Que
seas sincero, no intentes
esconderte ni justificar tus pecados. Sólo el que anda en la verdad puede
recibir la misericordia de Dios.
5. Que
lo comprendas cuando está
cansado, que nunca olvides que es un ser humano. Quizás tu confesión es la
confesión numero 78 de ese día, solo por poner un número.
6. Que
te tomes tiempo para una dirección
espiritual, es decir, si necesitas extenderte más en los detalles o
situaciones que traes, pídele amablemente que te reciba en otro momento, con
más tiempo.
7. Ser concreto, evitar contar demasiadas
historias que, si bien son importantes, no son necesarias para el sacramento de
la Reconciliación. Di tus pecados evitando dar muchas vueltas.
8. Que
evites prejuicios, por ejemplo
qué va a pensar de mí, o ya no me tratará igual. Él escucha tu confesión y te
absuelve tus pecados en nombre de Dios, y fin de la historia, no se pondrá a
repasar tus pecados.
9. Ponerle nombres a los pecados, es
decir, llamar a las cosas por su nombre: “mentí, caí en la fornicación, robé,
fui chismoso”, etc.
10. Que pidas por él para que el Espíritu
Santo lo ilumine, pedir por él antes, para que el Señor lo guíe y lo sostenga
en este importante ministerio, que le dé paciencia y sabiduría, pedir por él
después en gratitud al ejercicio de su ministerio, para que Dios lo haga feliz
en santidad.
Acerquémonos confiadamente
a este trono de gracia donde podemos alcanzar misericordia.
(Hebreos
4,16).
Artículo publicado
originalmente en PadreSam.com
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