Que el rezo del Rosario haga posible el cambio de la situación de
sufrimiento actual, pero también nuestro cambio de vida
Por: Mons. Antonio Algora, Obispo de Ciudad Real | Fuente: www.agenciasic.com
Suele suceder que cuando nos encontramos abrumados por alguna situación, reaccionamos según el viejo dicho de: «¡Nos acordamos de santa Bárbara cuando truena!», y que el miedo a lo que está ocurriendo nos lleve a rezar. Pues bien, estoy escribiendo esta carta en la primera semana de este mes, cuando los países de nuestra Europa se están repartiendo el número de refugiados procedentes de la guerra en Siria, y cuando las instituciones gubernamentales, civiles y religiosas empezamos a reaccionar manifestando nuestra disponibilidad de acogida. Los próximos días van a ser cruciales para enfocar bien las soluciones que demandan estos cientos de miles de personas que vienen huyendo de la masacre que se está llevando a cabo en dicho país.
Por: Mons. Antonio Algora, Obispo de Ciudad Real | Fuente: www.agenciasic.com
Suele suceder que cuando nos encontramos abrumados por alguna situación, reaccionamos según el viejo dicho de: «¡Nos acordamos de santa Bárbara cuando truena!», y que el miedo a lo que está ocurriendo nos lleve a rezar. Pues bien, estoy escribiendo esta carta en la primera semana de este mes, cuando los países de nuestra Europa se están repartiendo el número de refugiados procedentes de la guerra en Siria, y cuando las instituciones gubernamentales, civiles y religiosas empezamos a reaccionar manifestando nuestra disponibilidad de acogida. Los próximos días van a ser cruciales para enfocar bien las soluciones que demandan estos cientos de miles de personas que vienen huyendo de la masacre que se está llevando a cabo en dicho país.
El rezo del Rosario está especialmente vinculado a momentos cruciales de
la historia de esta misma Europa y aunque las distancias temporales y las
significaciones político−sociales sean muy grandes, y distintas, sí quiero
proponer este mes de octubre, tradicionalmente dedicado al Rosario, la oración
diaria del Rosario para que con María, la Virgen, nuestra Señora, pidamos a
Dios el que se den soluciones inmediatas a esta realidad que estamos sufriendo
y en la que Europa está muy directamente implicada.
Y, vuelvo al título de la carta de este domingo: «¡Nos queda rezar!, o
¡Rezamos para empezar!» Probablemente viene bien hacer las dos cosas, puesto
que esta catástrofe con todas sus víctimas ni se ha sabido evitar ni, como es
evidente, se podrá resolver con nuestras solas fuerzas humanas. Estamos siendo
testigos de la incapacidad e impotencia efectiva de los países más poderosos de
la tierra. Siempre ¡nos queda rezar!, pedir a Dios con insistencia que se acabe
el conflicto y sepamos paliar sus desastrosas consecuencias para esta gente que
viene pidiendo refugio a nuestros países.
Sin embargo, la propuesta de rezar: ¡para empezar!, no es menos
importante en el sentido en que lo primero es, no solo que se cumpla la ley
internacional que implica a los países que nos decimos civilizados, que como
estamos viendo ya es mucho, sino que los particulares hagamos lo que está a
nuestro alcance, y esto lleva consigo generosidad, renuncia y sacrificios que nos
tocan muy de cerca.
Sí, vamos a rezar el Rosario todos los días del próximo mes, y
desgranando sus Avemarías podremos caer en la cuenta en los Misterios Gozosos
del propósito realizado de Dios Padre de enviarnos a su Hijo para salvar al
género humano. En los Misterios Dolorosos veremos a Jesucristo asumiendo el
sufrimiento que la maldad humana es capaz de producir. En los Misterios
Luminosos sentiremos la llamada a vivir como Jesucristo, metido de lleno en
nuestra historia, convocando a todos a poner la mesa común de la Eucaristía,
para sabernos hermanos. Y en los Misterios Gloriosos contemplar el final que se
tiene que dar a todas esas desgracias por la resurrección de Jesucristo, puesto
que estamos destinados a vivir plenamente. Así se nos ha de llenar el corazón
de esperanza para empeñarnos en lograrlo ya aquí y ahora, pues debe ser
posible.
Que el rezo del Rosario haga posible el cambio de esta situación, pero
también nuestro cambio de vida, ese que se necesita para complicarnos la vida
acogiendo a quien lo está necesitando, ese que se necesita para abrirnos los
ojos y los brazos para dejar que entren en nuestras casas, en nuestras calles,
en nuestra vida esas personas que todavía no conocemos personalmente pero que
están aquí mismo llamando a nuestra puerta.
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