La
desconocida carta del Padre Pío tiene un alto contenido profético. Datada el 7
de abril de 1913, la misiva iba destinada a su director espiritual, el padre
Agostino de San Marco in Lamis. Recogida en el primer volumen de su
Epistolario, dice en parte así, traducida del italiano: "En la mañana del
viernes [28 de marzo] me encontraba todavía en el lecho cuando se me apareció
Jesús. Se hallaba golpeado y desfigurado, y me mostró una gran multitud de
sacerdotes, religiosos y seculares, entre los cuales se hallaban varios
dignatarios de la Iglesia. De todos ellos, unos estaban celebrando la Santa
Misa, otros iban a celebrarla, y otros más ya lo habían hecho... Jesús miraba a
aquellos sacerdotes hasta que, cansado de hacerlo, retiró la vista y, con gran
espanto mío, pude apreciar que dos lágrimas le surcaban las mejillas. Se alejó
de aquellos sacerdotes con expresión de gran disgusto y desprecio, llamándolos
macellai [carniceros, en italiano]... "Estos desgraciados hermanos
nuestros corresponden al Amor de Jesús arrojándose con los brazos abiertos en
la infame secta de la masonería...". La carta es terrible, de las que
dejan una huella indeleble en el corazón. El Padre Pío advertía en ella:
"Aquello que me dijo [Jesús] no podré manifestarlo a criatura alguna de
este mundo"...
José
María Zavala
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