Convoca para 2018
en Dublín (Irlanda) el próximo Encuentro Mundial de las Familias.
Una
imagen de la Sagrada Familia presidió la misa de clausura del encuentro de
Filadelfia.
La misa
de clausura del Encuentro Mundial de las Familias se celebró en el Benjamin
Franklin Parkway de Filadelfia ante cientos de miles de personas, rezándose el
canon en latín, el resto de las oraciones en inglés y las lecturas en español y
coreano.
Como ha sido habitual durante toda su visita apostólica a Estados Unidos, el Papa predicó en español. La homilía tuvo dos partes, una primera en la que Francisco, siguiendo las lecturas y el evangelio del día, instó a no estorbar la acción del Espíritu Santo, y una segunda en la que señaló los pequeños gestos de amor familiar como una presencia clara de dicho Espíritu.
"ESCANDALIZADOS POR LA LIBERTAD DE DIOS"
Los pasajes de la Sagrada Escritura leídos este domingo esconden una "sorpresa", afirmó el Santo Padre: "Moisés y Jesús reprenden a [sus] colaboradores por ser tan estrechos de mente" ante la acción del Espíritu Santo, cediendo a "la tentación de ser escandalizados por la libertad de Dios, que hace llover sobre justos e injustos, saltándose la burocracia, el oficialismo y los círculos íntimos", una tentación que "amenaza la autenticidad de la fe y por tanto tiene que ser vigorosamente rechazada".
"Para Jesús", continuó Francisco, "el escándalo intolerable es todo lo que destruye y corrompe nuestra confianza en este modo de actuar del Espíritu". Porque "nuestro Padre no se deja ganar en generosidad y siembra su presencia en nuestro mundo, ya que el amor no consiste en que nosotros hayamos amado primero a Dios, sino en que Él nos amó primero: amor que nos da la certeza honda de que somos buscados por Él, somos esperados por Él. Esa confianza es la que lleva al discípulo a estimular, a acompañar y a hacer crecer todas las buenas iniciativas que existen a su alrededor".
El Papa concluyó esta parte de su homilía insistiendo en que "poner en duda la obra del Espíritu, dar la impresión de que la misma no tiene nada que ver con aquellos que no son parte de nuestro grupo, que no son como nosotros, es una tentación peligrosa. No bloquea solamente la conversión a la fe, sino que constituye una perversión de la fe".
"GESTOS DE FAMILIA"
El Papa engarzó esta reflexión con la siguiente: "La fe abre la ventana a la presencia actuante del Espíritu y nos muestra que la felicidad y la santidad están siempre ligadas a los pequeños gestos... gestos mínimos que uno aprende en el hogar, gestos de familia que se pierden en el anonimato de la cotidianidad, pero que hacen diferente cada jornada".
El Papa hablaba de esos "gestos de madre, de abuela, de padre, de abuelo, de hijo, de hermano: son gestos de ternura, de cariño, de compasión. Son los gestos del plato caliente de quien espera a cenar, del desayuno temprano de quien sabe acompañar a madrugar. Son gestos de hogar: es la bendición antes de dormir y el abrazo al regresar de una larga jornada de trabajo. El amor se manifiesta en pequeñas cosas, en la tensión cotidiana que hace que la vida siempre tenga sabor a hogar".
"La fe crece con la práctica", continuó Francisco, "y es plasmada por el amor. Por eso nuestras familias, nuestros hogares, son verdaderas iglesias domésticas, el lugar propio donde la fe se hace vida y la vida crece en la fe".
"EN MI CASA ¿SE GRITA?"
"Jesús nos invita a no impedir esos pequeños gestos milagrosos, por el contrario, quiere que los provoquemos, que los hagamos crecer: pequeños gestos de amor signos de Su presencia viva y actuante en nuestro mundo", insistió.
"Que nuestros hijos encuentren en nosotros referentes de comunión, no de división, que encuentren en nosotros hombres y mujeres capaces de unirse a los demás para hacer germinar todo lo bueno que el Padre sembró", dijo el Papa, quien añadió una reflexión: "Es verdad que en cuanto a bondad y pureza de corazón, nosotros, seres humanos, no tenemos mucho de que vanagloriarnos, pero Jesús sabe que en lo que se refiere a los niños somos capaces de una generosidad infinita".
Por eso consideró que la celebración de la fiesta de las familias "es ya en sí misma algo profético, una especie de milagro en un mundo de hoy que está cansado de inventar nuevas divisiones, nuevos quebrantos, nuevos desastres". Y a nivel particular deseó que cada uno de nosotros se abra "a los milagros del amor para el bien de su propia familia, y de esta manera poder superar el escándalo de un amor mezquino y desconfiado, encerrado en sí mismo e impaciente con los demás".
"Les dejo como pregunta para que cada uno responda, porque dije la palabra impaciente. En mi casa, ¿se grita? ¿O se habla con amor y ternura? Es una buena manera de medir nuestro amor. ¡Qué bonito sería si en todas partes, y también más allá de nuestras fronteras, pudiéramos alentar y valorar esta profecía y este milagro".
DESTINO DUBLÍN
Por último, hizo un voto por que "renovemos nuestra fe en la Palabra del Señor, que invita a nuestras familias a esta apertura, que invita a todos a participar de la profecía de la alianza entre un hombre y una mujer que genera vida y revela a Dios, que nos ayude a participar de la profecía de la paz, de la ternura y del cariño familiar, que nos ayude a participar del gesto profético de cuidar con ternura, con paciencia y con amor a nuestros niños y a nuestros abuelos". Y rogó por último "la gracia de ser dignos de la pureza de corazón que no se escandaliza del Evangelio".
Antes de la conclusión de la misa, se anunció que el Papa ha decidido que el próximo Encuentro Mundial de las Familias tenga lugar en Dublín (Irlanda) en 2018.
Como ha sido habitual durante toda su visita apostólica a Estados Unidos, el Papa predicó en español. La homilía tuvo dos partes, una primera en la que Francisco, siguiendo las lecturas y el evangelio del día, instó a no estorbar la acción del Espíritu Santo, y una segunda en la que señaló los pequeños gestos de amor familiar como una presencia clara de dicho Espíritu.
"ESCANDALIZADOS POR LA LIBERTAD DE DIOS"
Los pasajes de la Sagrada Escritura leídos este domingo esconden una "sorpresa", afirmó el Santo Padre: "Moisés y Jesús reprenden a [sus] colaboradores por ser tan estrechos de mente" ante la acción del Espíritu Santo, cediendo a "la tentación de ser escandalizados por la libertad de Dios, que hace llover sobre justos e injustos, saltándose la burocracia, el oficialismo y los círculos íntimos", una tentación que "amenaza la autenticidad de la fe y por tanto tiene que ser vigorosamente rechazada".
"Para Jesús", continuó Francisco, "el escándalo intolerable es todo lo que destruye y corrompe nuestra confianza en este modo de actuar del Espíritu". Porque "nuestro Padre no se deja ganar en generosidad y siembra su presencia en nuestro mundo, ya que el amor no consiste en que nosotros hayamos amado primero a Dios, sino en que Él nos amó primero: amor que nos da la certeza honda de que somos buscados por Él, somos esperados por Él. Esa confianza es la que lleva al discípulo a estimular, a acompañar y a hacer crecer todas las buenas iniciativas que existen a su alrededor".
El Papa concluyó esta parte de su homilía insistiendo en que "poner en duda la obra del Espíritu, dar la impresión de que la misma no tiene nada que ver con aquellos que no son parte de nuestro grupo, que no son como nosotros, es una tentación peligrosa. No bloquea solamente la conversión a la fe, sino que constituye una perversión de la fe".
"GESTOS DE FAMILIA"
El Papa engarzó esta reflexión con la siguiente: "La fe abre la ventana a la presencia actuante del Espíritu y nos muestra que la felicidad y la santidad están siempre ligadas a los pequeños gestos... gestos mínimos que uno aprende en el hogar, gestos de familia que se pierden en el anonimato de la cotidianidad, pero que hacen diferente cada jornada".
El Papa hablaba de esos "gestos de madre, de abuela, de padre, de abuelo, de hijo, de hermano: son gestos de ternura, de cariño, de compasión. Son los gestos del plato caliente de quien espera a cenar, del desayuno temprano de quien sabe acompañar a madrugar. Son gestos de hogar: es la bendición antes de dormir y el abrazo al regresar de una larga jornada de trabajo. El amor se manifiesta en pequeñas cosas, en la tensión cotidiana que hace que la vida siempre tenga sabor a hogar".
"La fe crece con la práctica", continuó Francisco, "y es plasmada por el amor. Por eso nuestras familias, nuestros hogares, son verdaderas iglesias domésticas, el lugar propio donde la fe se hace vida y la vida crece en la fe".
"EN MI CASA ¿SE GRITA?"
"Jesús nos invita a no impedir esos pequeños gestos milagrosos, por el contrario, quiere que los provoquemos, que los hagamos crecer: pequeños gestos de amor signos de Su presencia viva y actuante en nuestro mundo", insistió.
"Que nuestros hijos encuentren en nosotros referentes de comunión, no de división, que encuentren en nosotros hombres y mujeres capaces de unirse a los demás para hacer germinar todo lo bueno que el Padre sembró", dijo el Papa, quien añadió una reflexión: "Es verdad que en cuanto a bondad y pureza de corazón, nosotros, seres humanos, no tenemos mucho de que vanagloriarnos, pero Jesús sabe que en lo que se refiere a los niños somos capaces de una generosidad infinita".
Por eso consideró que la celebración de la fiesta de las familias "es ya en sí misma algo profético, una especie de milagro en un mundo de hoy que está cansado de inventar nuevas divisiones, nuevos quebrantos, nuevos desastres". Y a nivel particular deseó que cada uno de nosotros se abra "a los milagros del amor para el bien de su propia familia, y de esta manera poder superar el escándalo de un amor mezquino y desconfiado, encerrado en sí mismo e impaciente con los demás".
"Les dejo como pregunta para que cada uno responda, porque dije la palabra impaciente. En mi casa, ¿se grita? ¿O se habla con amor y ternura? Es una buena manera de medir nuestro amor. ¡Qué bonito sería si en todas partes, y también más allá de nuestras fronteras, pudiéramos alentar y valorar esta profecía y este milagro".
DESTINO DUBLÍN
Por último, hizo un voto por que "renovemos nuestra fe en la Palabra del Señor, que invita a nuestras familias a esta apertura, que invita a todos a participar de la profecía de la alianza entre un hombre y una mujer que genera vida y revela a Dios, que nos ayude a participar de la profecía de la paz, de la ternura y del cariño familiar, que nos ayude a participar del gesto profético de cuidar con ternura, con paciencia y con amor a nuestros niños y a nuestros abuelos". Y rogó por último "la gracia de ser dignos de la pureza de corazón que no se escandaliza del Evangelio".
Antes de la conclusión de la misa, se anunció que el Papa ha decidido que el próximo Encuentro Mundial de las Familias tenga lugar en Dublín (Irlanda) en 2018.
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