No
pudiendo matarnos, tratan de hacernos sus secuaces. Su acción ordinaria es la
tentación; la extraordinaria sólo ocurre en determinados casos, aunque va en
notable aumento.
Dice el
Apóstol san Juan que «el mundo entero yace bajo el poder del Maligno» (I Jn 5,
19). Luego entonces, el demonio es poderoso. Pero, ¿qué tanto?
El padre
Gabriel Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, explica: «Dios jamás reniega
de sus criaturas. Por ello también Satanás y los ángeles rebeldes, aun cuando
apartados de Dios, continúan conservando su poder, su rango (Tronos,
Dominaciones, Principados, Potestades...), aunque es para el mal». No es que el
Señor quiera que usen su poder para el mal, sino que ellos, porque libremente
lo decidieron así, lo emplean de esa manera y de ninguna otra.
¿CONTRA QUIÉN?
El pleito
de Satanás y demás ángeles rebeldes es con Dios; es a Él a quien rechazaron, a
quien le dieron como respuesta un «no» absoluto e irreversible. Pero como
contra Él nada pueden, al ser expulsados del Cielo (cfr. Ap 12, 7-9) se han
dedicado a hacer la guerra contra «sus hijos, los
que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (Ap
12, 17).
Dice el
padre Amorth que «no exagera san Agustín cuando afirma que si Satanás tuviese
de Dios mano libre ‘ninguno de nosotros quedaría con vida’. No pudiendo
matarnos, trata de hacernos sus secuaces».
ACCIÓN ORDINARIA
El modo
ordinario de intervención demoniaca en la vida de los hombres es por medio de
la tentación. Tan es así que en el Nuevo Testamento se le llama «el Tentador»,
como nombre propio (cfr. Mt 4, 3; I Tes 3, 5).
Esta
acción va dirigida a toda persona humana a fin de hacerla pecar y alcanzar la
condenación eterna.
Ha
precisado el padre Hugo Valdemar, vocero de la arquidiócesis de México, que
«los diputados y gobernantes se han vuelto un instrumento del Maligno al
aprobar leyes que generan el desorden moral y lesionan a la sociedad (…) La
denigración de la dignidad humana es manifestación de la presencia del Maligno,
que se ve reflejado en leyes como el aborto y las uniones entre personas del
mismo sexo».
ACCIÓN EXTRAORDINARIA
La acción
extraordinaria del demonio, enseña el padre Amorth, Dios se la consiente «sólo en determinados casos». El presbítero
italiano la clasifica en cinco modalidades:
1) SUFRIMIENTOS FÍSICOS:
Aquí se
incluyen las experiencias desagradables que padecieron tantos santos, tales
como ser literalmente flagelados, empujados o golpeados por demonios. «En estos casos nunca ha existido la influencia interna
del demonio en las personas golpeadas y nunca ha habido necesidad de
exorcismos».
2) POSESIÓN DIABÓLICA:
Es cuando
uno o varios demonios toman el control del cuerpo (no del alma) de una persona
haciéndola comportarse o hablar como él o ellos quieren, sin que la víctima se
pueda resistir y, por tanto, sin tener responsabilidad moral. Es aquí donde se
pueden advertir fenómenos espectaculares que ponen en evidencia el poder de los
ángeles caídos: fuerza excepcional, hablar idiomas que el poseso nunca
aprendió, revelar cosas ocultas, levitar, materializar objetos que «salen» de
la boca de la víctima (clavos, alambres), etc.
3) VEJACIÓN DIABÓLICA:
Se trata
de disturbios, enfermedades y otros males físicos de origen demoniaco. El
Evangelio narra cómo Jesús sanó a un mudo (Lc 11, 14) y a una mujer encorvada
(Lc 13, 10-16), ambos enfermos no por causas naturales sino por una clara
vejación de origen demoniaco. Todas las desgracias de Job tuvieron igualmente
este origen.
El padre
Gabriele Nanni, de la diócesis de Roma, cuenta: «Recuerdo
el caso de una joven... que tenía sufrimientos tan dolorosos en el intestino
que era como si tuviera adentro trozos de vidrio que la cortaban. El demonio le
impedía comer, ella deseaba ingerir alimentos pero inmediatamente devolvía
todo; llegó un momento en que sólo lograba comer pan y beber agua, y al final
ni siquiera eso».
4) OBSESIÓN DIABÓLICA:
«Son repentinos asaltos, tal vez continuos, de pensamientos obsesivos, y
probablemente también racionalmente absurdos, pero a tal grado que la víctima
no logra liberarse de ellos», define el padre Amorth.
5) INFESTACIÓN DIABÓLICA:
En ese
caso la acción o presencia demoniaca se manifiesta en lugares (casas, oficinas,
tiendas), objetos (autos, almohadas, muñecas) y animales.
¿MUCHOS O POCOS CASOS?
Cuando el
padre Amorth habla de que «sólo en determinados casos» Dios permite que Satanás
y sus demonios actúen de forma extraordinaria, no significa sin embargo que sea
algo rarísimo; lo que sí afirma él y todos los exorcistas del mundo es que las
verdaderas posesiones sí son escasas. En cambio, el padre Gabriel está de
acuerdo con el exorcista francés Tonquédec, que afirmaba: «Hay un gran número de infelices que, aun cuando no
presentan signos de posesión diabólica, recurren al ministerio del exorcista
para que los libere de sus padecimientos: enfermedades crónicas, adversidades,
desgracias de toda especie. Los endemoniados son muy raros, pero de estos
infelices hay legiones».
Dice el
presbítero Pedro Pantoja, exorcista de la arquidiócesis de México, que la
mayoría de las víctimas fueron presa del demonio «por andar incursionando en lo
que está de moda: esto de la new age, todo lo que
es adivinación, astrología, espiritismo y todas las prácticas que se derivan de
ahí. Es una manera de abrir las puertas al diablo, que siendo un pobre
diablo se siente con poder al ver que hay personas que incursionan en sus
terrenos».
Pero si
de verdadera posesión se trata, explica el padre Amorth, «la mayor parte de la
gente queda poseída después de haber participado en misas negras o ritos
satánicos».
Ésta es
la advertencia de otro exorcista, el sacerdote José Antonio Fortea, de la
arquidiócesis de Madrid: «La ouija es una puerta abierta por la que el mundo
demoníaco puede pegarse a nosotros, sin necesidad de llegar a poseer. Muchos
saben que se sienten presencias en la habitación, aunque sea otro lugar donde
se hizo espiritismo. Pero lo peor de todo, lo verdaderamente demoníaco es la
santería afrocubana. Nunca, jamás, vaya nadie a un santero. La magia blanca,
los conjuros, los hechizos también abren puertas para que el que los hace quede
poseído».
Sin
embargo, dice el padre Gabriel Amorth que en la causa más frecuente de los
diversos trastornos de origen satánico «la víctima es inocente de culpa alguna», ya que la mayoría de los casos tuvieron su origen
en un maleficio, usualmente bajo un hechizo. En tal caso el pecado es de quien
lo hizo y de quien lo ordenó hacer.
Es un
sinsentido que alguien que dice que cree en Cristo realice prácticas mágicas,
adivinatorias o satánicas; pero, según reporta el padre Francisco López Sedano,
M.Sp.S., coordinador emérito de los exorcistas de la arquidiócesis de México,
en el país el 80% de los que se dicen cristianos —ya sean católicos o
protestantes— practican o hacen que les practiquen limpias, lectura de cartas o
de la mano, consulta de los horóscopos y otros modos de adivinación, uso de
amuletos y talismanes (como cadenas de ajos en los negocios, o ropa interior
roja y borregos detrás de la puerta en año nuevo, etc.), e infinidad de
supersticiones.
«El Señor Jesús lo destruirá con el aliento de su boca» (II Tes 2, 8)
Por Diana
R. García B.
Por mucho
que el poder de Satanás nos apantalle, es nada frente al poder absoluto de
Dios. Las Sagradas Escrituras anuncian que «el
Señor Jesús lo destruirá con el aliento de su boca» (II Tes 2, 8), es decir, sin la menor fatiga
divina, sin el más pequeño esfuerzo; tan sutilmente como con una tranquila
espiración.
¿TEMOR AL DIABLO?
Quien
vive en amistad con Dios, es decir, en estado de gracia, no tiene por qué temer
a los ángeles caídos; por el contrario, son éstos los que han de temer a los
amigos de Dios.
A santa
Teresa de Ávila alguna vez la asaltaban y asustaban los demonios; pero cuando
comprendió lo que significaba ser hija del Altísimo, las cosas cambiaron.
Escribe la santa:
«Si este
Señor [Jesucristo] es tan potente, como sé y veo; si los demonios no son sino
sus esclavos, como la fe no me permite dudar, ¿qué mal me pueden hacer si yo
soy la sierva de este Rey y Señor? Más aún, por qué no sentirme tan fuerte que
puedo afrontar al Infierno entero? Tomaba en mano una cruz y me parecía que
Dios me infundía valor. En breve espacio de tiempo me sentí tan transformada
que no hubiera tenido temor de descender, luchar con todos y gritarles: ‘Vengan, vengan ahora, que siendo yo la sierva del Señor,
quiero ver qué pueden hacerme’.
«Y parece que de verdad me temían porque permanecí tranquila. A partir
de entonces aquellas angustias no me atormentaron más, ni tuve miedo a los
demonios, y tan es así que cuando se me aparecían no sólo no tenía miedo, sino
que me parece que ellos lo tenían de mí».
BATALLA CONSTANTE
Sin
embargo los demonios, aunque parcialmente derrotados, continuaron tratando de «trabajar» contra santa Teresa, del mismo modo que
siempre están y estarán tratando de «trabajar» contra
toda persona humana, pues, como advierte san Pablo, «nuestra
lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y
Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los
espíritus del mal» (Ef 6, 12).
Contra
Dios no tienen nada que hacer, pero contra nosotros sí. Si frente al Señor son
nada, frente a nosotros sus poderes son ciertamente superiores, y nuestras
propias fuerzas y armas, inútiles. De ahí la urgente recomendación: «Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan
resistir las insidias del demonio» (Ef 6, 11). Pues sólo con los medios
que Dios ha dado a su Iglesia se «podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno» (Ef 6, 16).
La vida
de la gracia es y será siempre la mejor cura y prevención contra los poderes
del infierno, se trate de la simple tentación o de algo peor. Quien ora
diariamente, frecuenta los sacramentos y los sacramentales, y confía plenamente
en la Misericordia del Señor, está bajo su protección y no tiene nada que
temer: Dios jamás abandona a un hijo fiel.
«El demonio es un ser poco temible.... Si ahora mismo se me apareciera
aquí, o en la soledad de mi habitación, Satán, el más poderoso de los demonios,
yo sólo tendría que decir ‘Jesús’ lleno de fe; el demonio no puede resistir esa
palabra. Mucha gente me ha dicho después de salir de una sesión de exorcismo
que al principio tenía mucho miedo; pero después que se ve que el demonio está
ahí retorciéndose y aullando, y que es él el que está siendo torturado por las
oraciones, se pasa el miedo y uno se dice: ‘¿Éste es el demonio? Es verdad: es
bien poca cosa’. Así que yo a todos les animaría a no tener ningún miedo».
P. José
Antonio Fortea
«La centralidad de Cristo nos dice que sólo en su Nombre podemos ser
salvados. Y sólo en su Nombre podemos vencer y librarnos del enemigo de la
salvación: Satanás.
A la conclusión de los exorcismos, cuando se trata de casos muy serios,
los de la posesión diabólica total, suelo recitar el himno cristológico de la
Carta a los Filipenses (2, 6-11). Cuando llego a las palabras ‘para que al
Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la Tierra y en los
abismos’, me arrodillo yo, se arrodillan los presentes y, siempre, el poseído
también se ve obligado a arrodillarse. Es un momento impresionante y
sugestivo».
P.
Gabriel Amorth
En una
ocasión la escritora conversa María Vallejo-Nágera entrevistó al presbítero
Gabriel Amorth para un programa de televisión en España. Las revelaciones en
cuanto a la Virgen María son maravillosas y sorprendentes:
«— Otra
cosa incomprensible es cómo puede comulgar un poseído y que no se dé su
liberación, siendo como es la Sagrada Forma, el Cuerpo vivo de Cristo. ¿Acaso
no nos ha dicho la Iglesia que el demonio huye de Cristo como de la peste?
«—Es
cierto. No se aleja el demonio cuando la persona comulga. Se queda ahí quieto,
aunque supongo que tremendamente incómodo. A veces, durante un exorcismo,
coloco sobre la cabeza del poseído una Forma consagrada y pregunto: ‘¿Sabes lo
que tienes ahí?’. Y contesta: ‘Sí, está Él’,
y ni se inmuta. Sin embargo, he descubierto algo curiosísimo: el demonio se
descontrola en rabia desesperada cuando coloco algo que refleja la presencia de
la Virgen, como un escapulario, o si rezo oraciones de la Virgen. ¡A María le tiene un odio impresionante! Entonces
sí se revuelve, no lo puede soportar. ¡Huye como de la peste!
«— ¿Y eso
por qué?
«—Porque
se siente profundamente humillado. El saberse obligado a hincar la rodilla ante
una mujer, la Madre de Cristo... ¡Ah! No puede con
eso. Las oraciones a la Virgen durante un exorcismo son
extraordinariamente poderosas a mi favor... También ocurre con las reliquias
que han pertenecido a algunos santos. Yo suelo utilizarlas con mucha
frecuencia, porque no las puede soportar. Suele salir despavorido por la misma
razón: la humillación de la obediencia a la que le obliga Nuestro Señor, que le
induce a doblegarse ante un ser humano, no ante un ángel o ante Dios mismo:
ante un ser humano que ha sido santo».
Por su
parte, el presbítero Gabriel Nanni, de visita en la nación mexicana durante un
encuentro internacional de exorcistas, ha dicho que «México
tiene una generala, una capitana que les protege». Mencionó que le ha
tocado presenciar casos en los que la Virgen de Guadalupe aparece e intercede;
por ejemplo, el de una joven poseída a causa de un rito de santería: «Invoqué a la Virgen con el ‘Dios te salve’, y ocurrió
algo diferente de otros exorcismos. Ella, la Virgen de Guadalupe, se puso como
intercesora, como exorcista, y liberó a esa persona del demonio que llevaba
dentro. Todos los presentes sentimos la lucha que ahí se estaba librando». Pero
«no importa cuán fuerte sea la fuerza del mal, la
Virgen de Guadalupe tiene un poder mucho más grande».
¿CÓMO
SABER SI HAY ALGO MALIGNO?
Suelen
confundirse los desórdenes psiquiátricos y las influencias demoniacas. Sólo
cuando hay manifestaciones preternaturales se puede estar bien seguro del
origen maligno, como cuando el padre Fortea le preguntó a la madre de una
posesa: «¿Por qué cuando su hija comenzó con su
problema no la llevó al psiquiatra?». Ella contestó: «Porque yo estaba un día rezando el Rosario, mi hija
entró en trance y de pronto un pesado sillón comenzó a elevarse en el aire». En
los casos confusos hay que intensificar las prácticas cristianas; si hay
mejora, el problema pudo ser de origen maligno; si no, es mental.
ALGUNAS ACLARACIONES PRÁCTICAS
La
palabra exorcismo viene del latín exorcísmus, que a su vez se deriva del griego
exorkismòs, muy ligado al termino exorkízein, que significa «evitar», «hacer salir de».
Dice el
Catecismo de la Iglesia Católica: «Cuando la
Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una
persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída
a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cfr. Mc 1,25 ss), de Él
tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar» (n. 1673).
Para
fines prácticos, se habla de «exorcismo mayor» cuando
cumple la definición dada por el Catecismo. Debe ser realizado por los obispos,
puesto que son los legítimos sucesores de los Apóstoles, y es a ellos a quienes
Cristo dio el poder y la obligación de expulsar demonios. Si por alguna razón
estuvieran realmente impedidos de hacerlo, tienen la obligación de delegar esta
función a por lo menos un presbítero por diócesis.
El «exorcismo mayor» se
hace mediante el uso del Ritual Romano —el del año 1614 o el de 1998, según lo
decida el exorcista—, y requiere, si es que no lo realiza el obispo, su permiso
expreso caso por caso.
En
cambio, el «exorcismo menor» tiene lugar
cuando el rito para expulsar al demonio se da a través de la oración privada, y
en este sentido todo presbítero y también todo diácono, en cuanto que
participan del sacerdocio ministerial de Cristo, pueden realizarlo. Aquí es
posible emplear tanto oraciones deprecativas (súplicas a Dios para que libere a
la víctima) o imperativas (órdenes al espíritu maligno para que se vaya), las
cuales pueden ser espontáneas o escritas.
Hay una
tercera modalidad de oración contra los espíritus malignos, la «oración de liberación».
Este tipo de plegarias las puede realizar cualquier bautizado en virtud
de que su eficacia radica en el sacerdocio común que recibió a través del
Bautismo. Las oraciones son más bien de súplica a Dios para ser liberado uno
mismo u otra persona de las influencias del Maligno. Pueden ser espontáneas y
acompañarse con alabanzas al Señor y oración en lenguas, o también realizarse
mediante oraciones escritas. El exorcista español José Antonio Fortea
recomienda a cualquier persona que esté sufriendo en su cuerpo o su mente una
influencia del demonio que va más allá de lo natural, decir cada día y varias
veces esta oración:
«Señor,
Dios todopoderoso, misericordioso y omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
expulsa de mí toda influencia de los espíritus malignos.
«Padre,
en el nombre de Cristo te pido que rompas toda cadena que los demonios tengan
sobre mí. Derrama sobre mí la preciosísima sangre de tu Hijo. Que su sangre
inmaculada y redentora quebrante toda atadura sobre mi cuerpo y mi mente.
«Todo
esto te lo pido por intercesión de la Santísima Virgen María.
«San
Miguel arcángel, intercede, ven en mi ayuda.
«En el
nombre de Jesús ordeno a todo demonio que pueda tener alguna influencia sobre
mí, que salga para siempre.
«Por su
flagelación, por su corona de espinas, por su cruz, por su sangre, por su
resurrección, ordeno a todo espíritu maligno que salga.
«Por el
Dios verdadero, por el Dios santo, por el Dios que todo lo puede, te ordeno,
demonio inmundo, que salgas en el nombre de Jesús, mi Salvador y Señor».
El padre
Gabriel Amorth ha señalado que el ahora beato Juan Pablo II se ha convertido,
en los últimos años, en un poderoso intercesor en la lucha contra el demonio.
Durante
los exorcismos, contó el sacerdote, «le he
preguntado al demonio más de una vez: “¿Por qué te da tanto miedo Juan Pablo
II?”. Y he tenido dos respuestas distintas, ambas interesantes. La primera:
“Porque desarmó mis planes”. Y creo que con eso se refiere a la caída del
comunismo. La otra respuesta que el demonio me dio fue: “Porque arrebató a
muchos jóvenes de mis manos”. Hay muchos jóvenes que, gracias a Juan Pablo II,
se convirtieron».
Fuente:
ACI
Si bien
la razón de la designación de los exorcistas en las diócesis es la de que
realicen los llamados exorcismos mayores, los cuales sólo se autorizan en casos
comprobados de posesión, éstos son muy raros; pero, al mismo tiempo, resulta
que los sacerdotes exorcistas están sobrecargados de trabajo.
El padre
Gabriel Amorth, el exorcista más famoso del mundo, ha realizado más de 75 mil «intervenciones» en su ministerio de liberación
—él las llama hermosamente «bendiciones», y
en realidad eso son—, pero calcula que cuando mucho un 10% correspondieron a casos
de verdadera posesión.
Entonces,
¿por qué están tan ocupados? Responde: «Los
exorcistas nos ocupamos de todos los casos en los que se reconoce influencia
maléfica»; es decir, también ayudan a la gente en casos de vejaciones,
opresiones y obsesiones diabólicas. Y como son, por desgracia, fenómenos en
exponencial aumento, ellos tienen trabajo excesivo.
Sin
embargo, como revela el propio presbítero italiano, para los casos en que no
hay posesión «deberían bastar los medios comunes de
la gracia: oración, sacramentos, limosna, el perdón de las ofensas, el recurso
constante al Señor, a la Virgen, a los santos y a los ángeles». Por eso
es aconsejable que los fieles, a la primera sospecha de que algo «extraño» sucede,
se acerque con mucha mayor frecuencia y fervor a toda la gama de dones que
Cristo ha entregado a su Iglesia. Las influencias demoniacas realmente pueden
ser combatidas por estos sencillos medios, y en el caso de que todo fuera una «falsa alarma», de cualquier forma estos mismos
medios son un verdadero blindaje contra posibles ataques del Enemigo.
El
exorcismo mismo es un sacramental, pero muchos otros sacramentales tienen ya de
por sí un gran poder sobre Satanás. «Muchas veces
he podido constatar —cuenta el padre Gabriel— la eficacia de las medallas que
la gente se pone con fe». Igualmente dice: «Quiero agregar la importancia protectora de las imágenes
sagradas: en la puerta de una casa, en las recámaras, el comedor o en el lugar
más usual donde se reúne la familia». También
«podría tocarse con la mano la potencia del
Rosario».
El
exorcista revela que algunos demonios no soportan
el agua bendita; otros, el incienso bendito;
unos más, el canto gregoriano y la música sacra tocada
con órgano. También es notable que se incomodan si se les sopla.
D.R.G.B.
Publicado por Unción Católica y Profética
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