Su familia se convierte y, con 5
hijos, se saca una carrera.
“Cuando
llamaron mi nombre, mi corazón palpitaba tan fuerte que lo podía sentir en mi
garganta, mis ojos se llenaron de lágrimas y no pude evitarlo, ¡lloré! Ahora
que la adrenalina ha pasado, continúo sintiéndome agradecida y también muy
satisfecha”.
Así dijo a El Pueblo Católico, [la publicación en español de la diócesis de Denver, Colorado, EEUU] Lisa Jiménez, una joven y emprendedora esposa y madre de 5 niños.
“El que yo estuviera ahí recibiendo mi diploma, es el resultado del apoyo de mucha gente: mi esposo, mis hijos, mis padres y mi comunidad, pero en especial, de Dios”, afirmó conmovida la nueva psicóloga.
Tanto gozo no es para menos. Luego de 10 largos años de esfuerzo, arduo estudio y muchas noches de desvelo, Lisa caminó con toga y birrete para recibir el título de Bachiller en Psicología de la Colorado Christian University, graduándose con los honores de Summa Cum Laude.
PSICÓLOGOS QUE ENTIENDAN A LOS HISPANOS
“He añorado tanto este momento que me parece casi irreal; ahora tengo unas ganas enormes de servir a mi comunidad”. Y es que Lisa sabe que “hay una gran necesidad de psicólogos hispanos católicos que comprendan nuestra cultura, nuestras raíces impregnadas de fe; por eso es una gran alegría haber llegado a este momento”.
Desde temprana edad, Lisa tuvo la inquietud de estudiar algo que le permitiera ayudar a su prójimo, pero se casó muy joven.
“Tenía 16 años cuando tuve a mi primer hijo, aún no había conocido la fe, y ante la dura situación en México, mi esposo y yo decidimos viajar con nuestro pequeño Jonathan en busca del sueño americano”, señala.
APRENDER INGLÉS EN DOS AÑOS
Ella siempre fue muy emprendedora. Al llegar a Denver se inscribió en clases de inglés, y lo aprendió en dos años. Inmediatamente después entró a un Community College, buscando seguir las clases que requería para su carrera. Mientras tanto, tenía dos trabajos y trataba de cumplir su rol de madre y esposa.
Sin embargo, el espíritu emprendedor y la fortaleza no fueron suficientes. Lisa empezó a experimentar que el “sueño americano” no lo era todo.
“Me empecé a sentir muy insatisfecha, nada me saciaba y me di cuenta que mis ambiciones me habían llenado de mucha inconformidad e infelicidad; también le habían hecho daño a mi matrimonio y a mi familia, a la que yo había descuidado”.
CUANDO LLEGA LA ENFERMEDAD
Todo esto ocurrió hasta que un fuerte sufrimiento sacudió la conciencia de Lisa.
“Mi papá fue diagnosticado con cáncer al colón y de pronto, con tanta actividad, caí en depresión; yo no tenía una mirada de fe que me sacara o me diera esperanza, mi vida era vacía. Entonces sentí una gran necesidad de algo más”.
UN GRUPO CARISMÁTICO EN LA PARROQUIA
La joven fue invitada a participar del grupo carismático de oración Palabra de Vida, de la parroquia St. John the Baptist, en Longmont y eso impactó su vida.
“Mis padres eran Testigos de Jehová, yo crecí con esa formación, pero cuando llegué a la comunidad de Longmont, descubrí la fe católica y empecé a convertirme. El Señor me conquistó con su Palabra”, comparte Jiménez quien a partir de entonces, inició una búsqueda más profunda.
“Me puse a investigar todo sobre la Iglesia Católica y al hacerlo tuve la experiencia de ser abrazada por la Iglesia. A lo largo de estos años, el Señor ha hecho maravillas. Ahora toda mi familia, incluyendo a mis padres, son católicos”.
DEJAR LOS ANTICONCEPTIVOS
El proceso de conversión de Lisa duró casi dos años. “Primero sentí que Dios me pedía abrirme a la vida; hasta entonces había utilizado métodos anticonceptivos. Pero al poco tiempo concebí gemelos y luego a mi último bebé Isaac. Después me casé por la Iglesia para que Dios bendijera mi matrimonio. Y finalmente dejé mis trabajos para dedicarme completamente a mi familia y estudios”.
PROVIDENCIA Y SENCILLEZ
Para dar esos pasos, Lisa tuvo que aprender a confiar en la Providencia de Dios. “No ha sido fácil –señala- pues lo que el mundo te promete es atractivo”. Pero ella misma agrega que esas promesas son vacías: “Aunque ahora vivo en una casa más pequeña y de una manera más sencilla, la paz interior, la felicidad que experimento y el amor de mi familia, más unida que nunca, no valen ni cien mansiones”.
Hoy Lisa, no ambiciona una carrera profesional para su propia gloria. Con un sano orgullo y llena de paz, ha caminado para recibir un diploma que la ayudará a servir a la comunidad y a dar un hermoso ejemplo de entrega y dedicación a sus hijos.
Así dijo a El Pueblo Católico, [la publicación en español de la diócesis de Denver, Colorado, EEUU] Lisa Jiménez, una joven y emprendedora esposa y madre de 5 niños.
“El que yo estuviera ahí recibiendo mi diploma, es el resultado del apoyo de mucha gente: mi esposo, mis hijos, mis padres y mi comunidad, pero en especial, de Dios”, afirmó conmovida la nueva psicóloga.
Tanto gozo no es para menos. Luego de 10 largos años de esfuerzo, arduo estudio y muchas noches de desvelo, Lisa caminó con toga y birrete para recibir el título de Bachiller en Psicología de la Colorado Christian University, graduándose con los honores de Summa Cum Laude.
PSICÓLOGOS QUE ENTIENDAN A LOS HISPANOS
“He añorado tanto este momento que me parece casi irreal; ahora tengo unas ganas enormes de servir a mi comunidad”. Y es que Lisa sabe que “hay una gran necesidad de psicólogos hispanos católicos que comprendan nuestra cultura, nuestras raíces impregnadas de fe; por eso es una gran alegría haber llegado a este momento”.
Desde temprana edad, Lisa tuvo la inquietud de estudiar algo que le permitiera ayudar a su prójimo, pero se casó muy joven.
“Tenía 16 años cuando tuve a mi primer hijo, aún no había conocido la fe, y ante la dura situación en México, mi esposo y yo decidimos viajar con nuestro pequeño Jonathan en busca del sueño americano”, señala.
APRENDER INGLÉS EN DOS AÑOS
Ella siempre fue muy emprendedora. Al llegar a Denver se inscribió en clases de inglés, y lo aprendió en dos años. Inmediatamente después entró a un Community College, buscando seguir las clases que requería para su carrera. Mientras tanto, tenía dos trabajos y trataba de cumplir su rol de madre y esposa.
Sin embargo, el espíritu emprendedor y la fortaleza no fueron suficientes. Lisa empezó a experimentar que el “sueño americano” no lo era todo.
“Me empecé a sentir muy insatisfecha, nada me saciaba y me di cuenta que mis ambiciones me habían llenado de mucha inconformidad e infelicidad; también le habían hecho daño a mi matrimonio y a mi familia, a la que yo había descuidado”.
CUANDO LLEGA LA ENFERMEDAD
Todo esto ocurrió hasta que un fuerte sufrimiento sacudió la conciencia de Lisa.
“Mi papá fue diagnosticado con cáncer al colón y de pronto, con tanta actividad, caí en depresión; yo no tenía una mirada de fe que me sacara o me diera esperanza, mi vida era vacía. Entonces sentí una gran necesidad de algo más”.
UN GRUPO CARISMÁTICO EN LA PARROQUIA
La joven fue invitada a participar del grupo carismático de oración Palabra de Vida, de la parroquia St. John the Baptist, en Longmont y eso impactó su vida.
“Mis padres eran Testigos de Jehová, yo crecí con esa formación, pero cuando llegué a la comunidad de Longmont, descubrí la fe católica y empecé a convertirme. El Señor me conquistó con su Palabra”, comparte Jiménez quien a partir de entonces, inició una búsqueda más profunda.
“Me puse a investigar todo sobre la Iglesia Católica y al hacerlo tuve la experiencia de ser abrazada por la Iglesia. A lo largo de estos años, el Señor ha hecho maravillas. Ahora toda mi familia, incluyendo a mis padres, son católicos”.
DEJAR LOS ANTICONCEPTIVOS
El proceso de conversión de Lisa duró casi dos años. “Primero sentí que Dios me pedía abrirme a la vida; hasta entonces había utilizado métodos anticonceptivos. Pero al poco tiempo concebí gemelos y luego a mi último bebé Isaac. Después me casé por la Iglesia para que Dios bendijera mi matrimonio. Y finalmente dejé mis trabajos para dedicarme completamente a mi familia y estudios”.
PROVIDENCIA Y SENCILLEZ
Para dar esos pasos, Lisa tuvo que aprender a confiar en la Providencia de Dios. “No ha sido fácil –señala- pues lo que el mundo te promete es atractivo”. Pero ella misma agrega que esas promesas son vacías: “Aunque ahora vivo en una casa más pequeña y de una manera más sencilla, la paz interior, la felicidad que experimento y el amor de mi familia, más unida que nunca, no valen ni cien mansiones”.
Hoy Lisa, no ambiciona una carrera profesional para su propia gloria. Con un sano orgullo y llena de paz, ha caminado para recibir un diploma que la ayudará a servir a la comunidad y a dar un hermoso ejemplo de entrega y dedicación a sus hijos.
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