lunes, 23 de junio de 2014

CUANDO LOS PADRES PASAN A SER HIJOS


En este mundo en el que estamos viviendo…, rápidamente se están sucediendo unas transformaciones que dan lugar a la aparición de nuevos problemas, que las personas de otros siglos no tenían. Por un lado los destrozos demoniacos que están sucediendo en las familias. Por un lado, su disminución no solo en tamaño de estas, sino lo que es peor, en la disminución del número de ellas. La familia es un núcleo de amor y convivencia humana, entre personas enraizadas por lazos sanguíneos que nacen, a partir de la existencia de un matrimonio indisoluble.

La ruptura del matrimonio, el carácter soluble que ahora está tomando el matrimonio, rompe la familia, porque no son solo los cónyuges los que destrozándose se separan, sino que de paso destrozan las vidas de sus hijos y deshacen la familia. Y la base de todo se encuentra, en que muchos van al matrimonio incitados por beneficios materiales y no espirituales. La gente se casa incluso yendo a la Iglesia a espaldas del sacramento y perdiendo las gracias sacramentales, que generalmente ni saben lo que es eso ni les importa. Ellas quieren ir a a Iglesia por el traje blanco y la fiesta y a ellos lo del traje blanco, siempre les ha parecido una cosa incomprensible, sin darse cuenta del carácter simbólico que este traje representa, porque es la pureza de ella al ir l matrimonio, pero como es no está de moda ni para ella ni para él, así vamos tomando café.

La persona que nunca ha tenido ni tiene familia, es cada día más frecuente. Se trata de una persona que al carecer de vínculos familiares se encuentra sola y su soledad es una mala cosa. El ser humano es eminentemente social y con una característica muy esencial que lo define, porque Dios nos ha creado para amar y ser amado y hasta llegar a su mayoría de edad y logra encontrar, lo que se suele llamar su media naranja, se carece de familia, que es tanto como decir que carece de apoyo y amor, sobre todo el de sus padres. Si…, puede ser que tenga padres, pero estos se separaron y muchas veces los dos se casaron en segundas nupcias o sin casarse se amancebaron y el hijo se encontró a caballo de dos familias y cuando llegó a la mayoría de edad, lo más seguro es que desee formar una familia y tener lo que él no tuvo.

Hay otro factor de distorsión, actual, que está creando situaciones inesperadas, me refiero a la prolongación de la vida humana. En épocas siglos pasados, no muy pasados, se vivía hasta los 50 años y la muerte acaecía entre los 50 y los 60 años era lo normal, en líneas generales. El que o la que lograba llegar a los 70 años, era un caso especial, digno de comentario. Hoy en día, solo se comenta el haber rebasado los 100 años. Esto da origen en que se tenga en cuenta el estado físico del que se encuentra en la senectud, pues hay varias enfermedades que se ceban en estas edades; me refiero al alzheimer, al corazón, al cáncer, y al mal de párkinson. En general, raro es en anciano enfermo que está en su casa con su familia, si es que la tiene, lo normal es que lo hayan metido en una residencia. Claro que peor, es que le hayan aplicado la eutanasia, lo cual solo es por ahora existente en pocos países, uno de los cuales es Holanda, donde cualquier anciano que tenga un simple catarro, se marcha corriendo a un país vecino, no vaya a ser que los médicos holandeses, aprovechen la ocasión y le liquiden

Referente a este tema he recibido unos comentarios en portugués, firmados por Fabrício Carpinejar y que les transcribo: "Hay una ruptura en la historia de la familia, donde las edades se acumulan y se superponen y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en el padre de su padre. Es cuando el padre se hace mayor y comienza a trotar como si estuviera dentro de la niebla. Lento, lento, impreciso. Es cuando uno de los padres que te tomó con fuerza de la mano cuando eras pequeño ya no quiere estar solo. Es cuando el padre, una vez firme e insuperable, se debilita y toma aliento dos veces antes de levantarse de su lugar.

Es cuando el padre, que en otro tiempo había mandado y ordenado, hoy solo suspira, solo gime, y busca dónde está la puerta y la ventana todo corredor ahora ,está lejos. Es cuando uno de los padres antes dispuesto y trabajador fracasa, en ponerse su propia ropa y no recuerda sus medicamentos. Y nosotros, como hijos, no haremos otra cosa sino aceptar que somos responsables de esa vida. Aquella vida que nos engendró depende de nuestra vida para morir en paz.

Todo hijo es el padre de la muerte de su padre. Tal vez la vejez del padre y de la madre es curiosamente el último embarazo. Nuestra última enseñanza. Una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que nos han dado por décadas. Y así como adaptamos nuestra casa para cuidar de nuestros bebés, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora vamos a cambiar la distribución de los muebles para nuestros padres. La primera transformación ocurre en el cuarto de baño. Seremos los padres de nuestros padres los que ahora pondremos una barra en la ducha.

La barra es emblemática. La barra es simbólica. La barra es inaugurar el “desplazamiento de las aguas”. Porque la ducha, simple y refrescante, ahora es una tempestad para los viejos pies de nuestros protectores. No podemos dejarlos ningún momento. La casa de quien cuida de sus padres tendrá abrazaderas por las paredes. Y nuestros brazos se extenderán en forma de barandillas.

Envejecer es caminar sosteniéndose de los objetos, envejecer es incluso subir escaleras sin escalones. Seremos extraños en nuestra propia casa. Observaremos cada detalle con miedo y desconocimiento, con duda y preocupación. Seremos arquitectos, diseñadores, ingenieros frustrados ¿Cómo no previmos que nuestros padres se enfermarían y necesitarían de nosotros? Nos lamentaremos de los sofás, las estatuas y la escalera de caracol. Lamentaremos todos los obstáculos y la alfombra.
Feliz el hijo que es el padre de su padre antes de su muerte, y pobre del hijo que aparece sólo en el funeral y no se despide un poco cada día.

Mi amigo Joseph Klein acompañó a su padre hasta sus últimos minutos. En el hospital, la enfermera hacía la maniobra, para moverlo de la cama a la camilla, tratando de cambiar las sábanas cuando Joe gritó desde su asiento: Deja que te ayude. Reunió fuerzas y tomó por primera a su padre en su regazo. Colocó la cara de su padre contra su pecho. Acomodó en sus hombros a su padre consumido por el cáncer: pequeño, arrugado, frágil, tembloroso. Se quedó abrazándolo por un buen tiempo, el tiempo equivalente a su infancia, el tiempo equivalente a su adolescencia, un buen tiempo, un tiempo interminable. Meciendo a su padre de un lado al otro. Acariciando a su padre. Calmado el su padre. Y decía en voz baja: ¡Estoy aquí, estoy aquí, papá! Lo que un padre quiere oír al final de su vida es que su hijo está ahí".

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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