Conocida
ayer su condición de patrón de los políticos, toca hoy dedicar estas líneas a
la biografía de un gigante de la historia como fue Tomás Moro. Thomas Moore,
españolizado como Tomás Moro, nace
en Londres el día 7 de febrero de 1478, siendo el único hijo superviviente de Sir Juan Moro, abogado y juez, y de su
primera esposa Agnes.
Tomás ingresa en el colegio de San Antonio en
Threadneedle Street, y a los trece años de edad pasa al servicio del Cardenal Morton, Arzobispo de Canterbury
y Lord Canciller, quien lo envía
en 1492 a Oxford, donde en sus dos años de estancia llega a dominar el latín y
el griego y estudia los clásicos, francés, historia y matemática, así como
música, flauta y viola, y exhibe una incomparable elocuencia.
Tras pasar por el New Inn y por el Lincoln Inn, es nombrado “lector” de derecho en Furnival’s Inn, nombramiento que renueva durante tres años, realiza sus primeros escritos, unas poesías en latín y en inglés, publica una biografía de Pico de la Mirandola y traduce epigramas de la Antología Griega al latín que serán publicados en 1518 bajo el título de “Progymnasnata”.
Con 19 años de edad, Moro conoce al gran humanista europeo, Erasmo de Rotterdam, amistad que se verá renovada en las varias visitas del sabio holandés a Moro en su casa de Chelsea, y en su mucha y fecunda correspondencia. Precisamente Erasmo, en carta que dirige a Ulrich von Hutten en 1519, nos deja un fiel retrato de Moro, tanto en el aspecto físico “no alto, aunque tampoco bajo. Sus extremidades están formadas con tan perfecta simetría, que no deja lugar a desear otra cosa. Su cutis es blanco, su cara un poco pálida pero nada rubicunda, un rubor débil de color rosa aparece bajo la blancura de su piel. Su pelo es color castaño oscuro o negro parduzco. Sus ojos son de un azul grisáceo, con algunas manchas, las cuales presagian un talento singular”… como psicológico, describiéndole como una persona simpática, de buen humor, carente de vicios, franco y amigo fiel y paciente.
Estudiando a los padres de la Iglesia, sobre los que imparte conferencias en importantes foros, Tomás hasta se plantea ordenarse y unirse a los cartujos o a los franciscanos. Pero mientras se decide, en 1504 es elegido miembro del Parlamento, donde combatirá los elevados impuestos que exigía Enrique VII, con energía y eficacia tales que se jugó la cabeza incluso antes de que años después la pierda definitivamente. Y en 1505 casa con Juana Colt, lo que disipa definitivamente sus aspiraciones sacerdotales. Un matrimonio feliz del que nacen Margarita, su hija favorita, Isabel, Cecilia, y Juan, pero breve, pues en 1511 la temprana muerte de Juana le pone fin. Moro casará de nuevo, esta vez con Alicia Middleton, viuda con una hija y siete años mayor que él, de la que no tendrá más descendencia.
En 1510, reinando ya Enrique VIII, es nombrado alguacil menor de Londres, y cuatro años después, es enviado por el Cardenal Wolsey a Flandes, donde escribe su obra maestra, “Utopía”, en la que narra los viajes de un tal Raphael Hythlodaye que, abandonado en Cabo de Frío, llega a la isla de Utopía (“ningún lugar”) donde se encuentra una sociedad ideal que es la que describe la obra.
En 1517 es enviado a Calais y entra a formar parte del Consejo Secreto, y su carrera hacia la cúspide del poder se embala: en 1521 es investido caballero y Enrique VIII lo nombra tesorero subalterno; en 1523 es elegido Portavoz de la Cámara de los Comunes; en 1525 Administrador Mayor de la Universidad de Cambridge y Canciller del Ducado de Lancaster; y en 1529 sucede a Wolsey como Canciller de Inglaterra, por cierto, primer laico en ocupar el cargo, lo que hará con notable probidad y justicia, dedicando lo mejor de sus esfuerzos al combate de la herejía más con la pluma que con la espada, dejando varios escritos tanto en latín como en inglés contra la reforma luterana que asuela Europa.
Unos meses después, sin embargo, afloran los problemas a los que da lugar el matrimonio del Rey con Catalina de Aragón. Los amoríos y posterior matrimonio del monarca con Ana Bolena, y luego el decreto real decretando el sometimiento del clero debía al rey, “cabeza suprema” de la Iglesia, le llevan a presentar su dimisión, que no le es aceptada, y nuevamente en mayo de 1532, en que sí lo es.
A pesar de su preocupación por evitar una ruptura pública con el Rey, en 1534 es convocado para firmar el “Acta de Sucesión” que obliga al reconocimiento de los hijos de Enrique VIII y Ana Bolena como herederos al trono. Tras negarse a hacerlo, es enviado a la Torre de Londres y acusado de traición.
Data de este momento su “Diálogo sobre la consolación en la tribulación” y su inconcluso “Tratado sobre la Pasión de Cristo”. Inquirido por Cromwell y por el procurador general Rich sobre el nuevo estatuto del rey como cabeza suprema de la Iglesia, Moro, sin dejar de proclamar su fidelidad del rey, niega el poder del Parlamento para realizar tal declaración. El descubrimiento de las cartas cruzadas con Fisher, Obispo de Rochester, le gana la expropiación de sus libros y de su material de escritura, aunque aún conseguirá deslizar una serie de cartas a su esposa y a su amada hija Margarita.
Juzgado el 1 de julio en Westminster Hall, es hallado culpable y condenado a muerte. El relato de sus últimos días realizado por Roper y Cresacre Moro, es de una extraordinaria belleza. La ejecución por decapitación se produce en Tower Hill el 6 de julio de 1535. Moro tiene 57 años de edad.
Su cuerpo es enterrado en la iglesia de San Pedro ad vincula. En cuanto a su cabeza, tras ser expuesta en el Puente de Londres durante un mes, es salvada de ser arrojada al río por Margarita Roper, que soborna al encargado de hacerlo, y se cree que es la hallada en la cripta de los Roper, en San Dunstan, Canterbury, dentro de una caja de plomo en 1824.
El Museo Británico conserva varias de sus cartas autógrafas. Conocemos su aspecto gracias a varios retratos, entre los cuales el más famoso el de Holbein. Y en 1966 la extraordinaria película “Un hombre para la eternidad”, “A man for all seasons” en inglés, lleva al cine su vida y el fatal desenlace de la misma.
Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos su amigo y confidente el Obispo Juan Fisher, será beatificado el 29 de diciembre de 1886 por León XIII, y también junto con él canonizado el 19 de mayo de 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio, por Pío XI. Y como veíamos ayer (pinche aquí si no pudo leerlo), declarado patrón de los políticos por San Juan Pablo II el 31 de octubre del año 2000. Celébrase su festividad el 22 de junio para hacerla coincidir con la de John Fischer, ejecutado en día tal.
Lo más curioso de todo es que también la Iglesia anglicana lo va a canonizar, y una vez más junto con John Fischer, como “mártir de la Reforma Anglicana”, celebrando su festividad el 6 de julio, fecha de su propio martirio.
Y bien amigos, dicho todo esto y como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
Tras pasar por el New Inn y por el Lincoln Inn, es nombrado “lector” de derecho en Furnival’s Inn, nombramiento que renueva durante tres años, realiza sus primeros escritos, unas poesías en latín y en inglés, publica una biografía de Pico de la Mirandola y traduce epigramas de la Antología Griega al latín que serán publicados en 1518 bajo el título de “Progymnasnata”.
Con 19 años de edad, Moro conoce al gran humanista europeo, Erasmo de Rotterdam, amistad que se verá renovada en las varias visitas del sabio holandés a Moro en su casa de Chelsea, y en su mucha y fecunda correspondencia. Precisamente Erasmo, en carta que dirige a Ulrich von Hutten en 1519, nos deja un fiel retrato de Moro, tanto en el aspecto físico “no alto, aunque tampoco bajo. Sus extremidades están formadas con tan perfecta simetría, que no deja lugar a desear otra cosa. Su cutis es blanco, su cara un poco pálida pero nada rubicunda, un rubor débil de color rosa aparece bajo la blancura de su piel. Su pelo es color castaño oscuro o negro parduzco. Sus ojos son de un azul grisáceo, con algunas manchas, las cuales presagian un talento singular”… como psicológico, describiéndole como una persona simpática, de buen humor, carente de vicios, franco y amigo fiel y paciente.
Estudiando a los padres de la Iglesia, sobre los que imparte conferencias en importantes foros, Tomás hasta se plantea ordenarse y unirse a los cartujos o a los franciscanos. Pero mientras se decide, en 1504 es elegido miembro del Parlamento, donde combatirá los elevados impuestos que exigía Enrique VII, con energía y eficacia tales que se jugó la cabeza incluso antes de que años después la pierda definitivamente. Y en 1505 casa con Juana Colt, lo que disipa definitivamente sus aspiraciones sacerdotales. Un matrimonio feliz del que nacen Margarita, su hija favorita, Isabel, Cecilia, y Juan, pero breve, pues en 1511 la temprana muerte de Juana le pone fin. Moro casará de nuevo, esta vez con Alicia Middleton, viuda con una hija y siete años mayor que él, de la que no tendrá más descendencia.
En 1510, reinando ya Enrique VIII, es nombrado alguacil menor de Londres, y cuatro años después, es enviado por el Cardenal Wolsey a Flandes, donde escribe su obra maestra, “Utopía”, en la que narra los viajes de un tal Raphael Hythlodaye que, abandonado en Cabo de Frío, llega a la isla de Utopía (“ningún lugar”) donde se encuentra una sociedad ideal que es la que describe la obra.
En 1517 es enviado a Calais y entra a formar parte del Consejo Secreto, y su carrera hacia la cúspide del poder se embala: en 1521 es investido caballero y Enrique VIII lo nombra tesorero subalterno; en 1523 es elegido Portavoz de la Cámara de los Comunes; en 1525 Administrador Mayor de la Universidad de Cambridge y Canciller del Ducado de Lancaster; y en 1529 sucede a Wolsey como Canciller de Inglaterra, por cierto, primer laico en ocupar el cargo, lo que hará con notable probidad y justicia, dedicando lo mejor de sus esfuerzos al combate de la herejía más con la pluma que con la espada, dejando varios escritos tanto en latín como en inglés contra la reforma luterana que asuela Europa.
Unos meses después, sin embargo, afloran los problemas a los que da lugar el matrimonio del Rey con Catalina de Aragón. Los amoríos y posterior matrimonio del monarca con Ana Bolena, y luego el decreto real decretando el sometimiento del clero debía al rey, “cabeza suprema” de la Iglesia, le llevan a presentar su dimisión, que no le es aceptada, y nuevamente en mayo de 1532, en que sí lo es.
A pesar de su preocupación por evitar una ruptura pública con el Rey, en 1534 es convocado para firmar el “Acta de Sucesión” que obliga al reconocimiento de los hijos de Enrique VIII y Ana Bolena como herederos al trono. Tras negarse a hacerlo, es enviado a la Torre de Londres y acusado de traición.
Data de este momento su “Diálogo sobre la consolación en la tribulación” y su inconcluso “Tratado sobre la Pasión de Cristo”. Inquirido por Cromwell y por el procurador general Rich sobre el nuevo estatuto del rey como cabeza suprema de la Iglesia, Moro, sin dejar de proclamar su fidelidad del rey, niega el poder del Parlamento para realizar tal declaración. El descubrimiento de las cartas cruzadas con Fisher, Obispo de Rochester, le gana la expropiación de sus libros y de su material de escritura, aunque aún conseguirá deslizar una serie de cartas a su esposa y a su amada hija Margarita.
Juzgado el 1 de julio en Westminster Hall, es hallado culpable y condenado a muerte. El relato de sus últimos días realizado por Roper y Cresacre Moro, es de una extraordinaria belleza. La ejecución por decapitación se produce en Tower Hill el 6 de julio de 1535. Moro tiene 57 años de edad.
Su cuerpo es enterrado en la iglesia de San Pedro ad vincula. En cuanto a su cabeza, tras ser expuesta en el Puente de Londres durante un mes, es salvada de ser arrojada al río por Margarita Roper, que soborna al encargado de hacerlo, y se cree que es la hallada en la cripta de los Roper, en San Dunstan, Canterbury, dentro de una caja de plomo en 1824.
El Museo Británico conserva varias de sus cartas autógrafas. Conocemos su aspecto gracias a varios retratos, entre los cuales el más famoso el de Holbein. Y en 1966 la extraordinaria película “Un hombre para la eternidad”, “A man for all seasons” en inglés, lleva al cine su vida y el fatal desenlace de la misma.
Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos su amigo y confidente el Obispo Juan Fisher, será beatificado el 29 de diciembre de 1886 por León XIII, y también junto con él canonizado el 19 de mayo de 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio, por Pío XI. Y como veíamos ayer (pinche aquí si no pudo leerlo), declarado patrón de los políticos por San Juan Pablo II el 31 de octubre del año 2000. Celébrase su festividad el 22 de junio para hacerla coincidir con la de John Fischer, ejecutado en día tal.
Lo más curioso de todo es que también la Iglesia anglicana lo va a canonizar, y una vez más junto con John Fischer, como “mártir de la Reforma Anglicana”, celebrando su festividad el 6 de julio, fecha de su propio martirio.
Y bien amigos, dicho todo esto y como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
Luis
Antequera
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