Cada ser humano es un buscador de
la verdad sobre su propio origen y destino. En su mente y en su corazón surgen
interrogantes y pensamientos que no puede ser reprimidos o sofocados, en cuanto
que surgen de lo profundo y son connaturales a la esencia íntima de la persona.
Son preguntas religiosas y necesitan de la libertad religiosa para manifestarse
plenamente. Así ha comenzado el discurso del santo padre Francisco al Congreso
Internacional sobre el tema "La libertad religiosa según el derecho
internacional y el conflicto global de los valores", promovido por el
departamento de Derecho de la Universidad LUMSA y de la School of Law de la St.
John’s University.
El debate en torno a la libertad
religiosa se ha hecho muy intenso interpelando tanto a los Gobiernos como a las
Confesiones religiosas. A propósito, ha recordado el Papa, "la Iglesia
católica posee una larga historia de apoyo a la libertad religiosa, culminada
con la Declaración Dignitatis humanae del Concilio Ecuménico Vaticano II".
Asimismo, el Papa ha observado
que "la razón reconoce en la libertad religiosa un derecho fundamental del
hombre que reflexiona sobre su dignidad más alta, la del poder buscar la verdad
y de adherirse, y reconoce en ella una condición indispensable para poder
desplegar toda la propia potencialidad".
Por otro lado, el Santo Padre ha
matizado que "la libertad religiosa no es sólo la de un pensamiento o de
un culto privado". Es la "libertad de vivir según los principios
éticos consecuentes a la verdad encontrada, sea privada que públicamente",
ha afirmado el Papa.
De este modo, ha advertido que
este es un gran desafío en el mundo globalizado, donde "el pensamiento
débil reduce también el nivel ético general, y en nombre de un falso concepto
de tolerancia se termina por perseguir a aquellos que defienden la verdad sobre
el hombre y sus consecuencias éticas".
También ha subrayado que
"las regulaciones jurídicas, estatales o internacionales, están llamadas a
reconocer, garantizar y proteger la libertad religiosa, que es un derecho
intrínsecamente inherente a la naturaleza humana, a la dignidad de ser libre y
es también un indicador de una sana democracia y de las fuentes principales de
la legitimidad del Estado".
Francisco ha señalado en su
discurso que "la libertad religiosa, promulgada en las constituciones y en
las leyes y traducida en comportamientos coherentes, favorece el desarrollo de
relaciones de mutuo respeto entre las diferentes confesiones y una sana colaboración
con el Estado y la sociedad política, sin confusión de roles y sin
antagonismos".
Por esta razón, el Obispo de Roma
ha advertido que a la luz de los logros de la razón, confirmadas y
perfeccionadas por la revelación, y del progreso civil de los pueblos, resulta
incomprensible y preocupante que, aún hoy, en el mundo permanezcan
discriminaciones y restricciones de derecho por el solo hecho de pertenecer y
profesar públicamente una determinada fe".
Y así, Francisco ha afirmado que
"¡es inaceptable que incluso haya verdaderas persecuciones por motivos de
pertenencia religiosa! Esto hiere la razón, atenta contra la paz y humilla la
dignidad del hombre".
A propósito, el Santo Padre ha
indicado que para él es motivo de gran dolor constatar que los cristianos en el
mundo sufren el mayor número de tales discriminaciones. "Las persecuciones
contra los cristianos hoy son aún más fuertes que en los primeros siglos de la
Iglesia, y hay más cristianos mártires que en esa época".
Al finalizar, Francisco ha
deseado vivamente que este congreso "ilustre con profundidad y rigor
científico las razones que obligan cada sistema jurídico a respetar y defender
la libertad religiosa".
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