Si no hay
humildad, ni sacrificio, ni obras en
tus jornadas; si no hay en ti más que fachada y no estás en el detalle
de cada instante…, en una palabra, si
te falta Amor.
....«Guardaos bien de los falsos profetas, que
vienen a vosotros disfrazados de oveja, pero por dentro son lobos voraces. Por
sus frutos los conoceréis: ¿acaso se cosechan uvas de los espinos o higos de
las zarzas? Así todo árbol bueno da frutos buenos, y todo árbol malo da frutos
malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo dar frutos
buenos. Todo árbol que no da fruto bueno es cortado y arrojado al fuego. Por tanto,
por sus frutos los conoceréis.» (Mateo 7, 15-20)
Jesús, tu
Iglesia siempre ha sido probada con la persecución de los falsos profetas, que
se presentan como la solución a todos los problemas.
Van acompañados de gran popularidad o poder
exterior, y tienen una característica
común: apartarse del tronco vivo del Magisterio de la Iglesia, y reducir los
sacramentos a formalismos sociales más o menos espirituales o sentimentales.
El falso
profeta suele predicar una doctrina más racional, más aceptable, más
sentimental, tratando de evitar lo que es cruz o sacrificio, y lo que es
sobrenatural. Se presenta como una religión más humana y asequible, una
religión a la medida del hombre actual: más consensuada, más democrática, más
«humilde».
Jesús,
incluso dentro de la Iglesia se pueden encontrar algunas voces que suenan mucho
a falso profeta: voces polémicas con el Papa y con los Obispos; voces en
desacuerdo con las exigencias cristianas sobre el aborto, los anticonceptivos,
el divorcio, el celibato; «teólogos»
con ideas «nuevas» sobre los
sacramentos o con visiones «sociales» que llevan a la confrontación en lugar de
a la caridad cristiana.
«Examina con sinceridad tu modo de seguir al
Maestro.
Considera
si te has entregado de una manera oficial y seca, con una fe que no tiene
vibración;
Si no hay
humildad, ni sacrificio, ni obras en
tus jornadas; si no hay en ti más que fachada y no estás en el detalle
de cada instante…, en una palabra, si
te falta Amor.
Si es así, no puede extrañar te tu ineficacia.
¡Reacciona enseguida, de la mano de Santa María!»
Jesús, me pides que dé buen fruto, de modo que los que me rodean puedan conocer la
bondad del árbol al que pertenezco, que es la Iglesia, pues «todo árbol bueno
da frutos buenos.»
Por ser cristiano, estoy obligado a dar buen fruto.
Por eso, ¡cuánto
daño hacen los cristianos que viven como indiferentes, como paganos, y no ven
que los demás juzgarán la bondad de la Iglesia a través de las vidas de los
cristianos!
Pero para
dar fruto eficaz, para que los demás se sientan atraídos a Ti, primero he de
examinarme a mí mismo para ver cómo te estoy siguiendo, Jesús.
¿Es mi fe «una fe que no tiene vibración,» que no
siente la necesidad de acercarte a los demás?
¿Es mi jornada un «ir tirando», sin sacrificio, sin
oración, sin obras?
¿Hago mi trabajo lo mejor que puedo, estando en el
detalle de cada instante y ofreciéndotelo por alguna intención?
¿Busco cada día ocasiones para servir a los demás
con pequeños servicios que pasen desapercibidos?
Si me
falta Amor, si no hago las cosas por Ti y por los demás, si mi entrega es «oficial y seca,» haciendo lo mínimo
indispensable, entonces también mi fruto será seco y vacío.
La Virgen supo estar en los detalles, vivir pendiente de los demás y sacrificarse por
ellos como una buena madre, sin que se note.
Por eso su fruto es el mejor fruto: «bendito es el
fruto de tu vientre» (Lucas 1, 42): Tú mismo, Jesús.
Madre, ayúdame a vivir mi vida cristiana con la
responsabilidad que tengo de dar buen fruto, Ser Santo.
De esta
manera, los que me rodean conocerán la belleza de la Iglesia, el buen árbol
plantado por Cristo para darnos su gracia y hacernos hijos de Dios.
Debe de haber una diferencia en la vida de los que
tienen fe en Jesús y de los que no la tienen.
Al copiar este artículo favor conservar o citar la
Fuente:EL CAMINO HACIA DIOS
www.iterindeo.blogspot.com
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