miércoles, 4 de junio de 2014

CUÁNTO CUESTA UN MILAGRO


Quien lea estas glosas…, sabe que su escritor, siempre que por un procedimiento u otro, recibe una historia de vida, trata de relatarla porque él piensa, que el Señor se encuentra en todo lo que nos ocurre, a todos y en todo momento. La intervención del Señor en la vida humana es absoluta y siempre esta intervención, responde al deseo fundamental del Señor para con nosotros, que es el de que aceptemos su amor y le correspondamos a Él, a fin de que todos el mundo se salve y alcance el reino de Dios. La historia que luego comentaremos es la siguiente:

            Una pequeña niña fue a su habitación y sacó un frasco que estaba escondido en su armario, Esparció su contenido en el suelo y contó con cuidado su contenido, hasta tres veces hizo el recuento. La cifra final no tenía duda alguna no había errores. Con cuidado regresó las monedas al frasco y cerrando la tapadera, ella salió sigilosamente por la puerta trasera de su casa, para que nadie la viera vacy caminó seis manzanas más adelante, donde se encontraba la farmacia que ella conocía, era la Farmacia Central, que tenía en su fachada un signo que siempre le llamaba la atención, era el de una serpiente enroscada a una copa, que no sabía si estaba llena o vacía, pero ella no sabía lo que eso significaba ni en aquel momento le preocupaba ni sentía la curiosidad de otras veces.

            Llegó ella a la farmacia, entró y vio al farmacéutico conversando animadamente con un señor que a su juicio ya debería de haber hecho su compra, pero la charla continuaba; esperó pacientemente a que el farmacéutico le prestara atención, pero estaba muy ocupado por el momento. Tere, que así se llamaba la niña movió sus pies, para que rechinaran sus zapatos sobre las baldosas, pero nada no surtió efecto Se aclaró la garganta lo más fuerte que pudo y tampoco sirvió de nada, finalmente tomó el euro y los 30 céntimos de euro, que tenía en monedas de cobre en el frasco y tocó con estos en el mostrador que era de cristal. Este ruido fue más que suficiente.

¿Y qué es lo que quieres?´ le preguntó el farmacéutico con tono de disgusto e impaciencia en la voz. Estoy hablando con mi hermano que viene de Chicago y no he visto desde hace años. Tere le contestó con el mismo tono de impaciencia y le dijo: Bueno, quiero hablar contigo acerca de mi hermano, él está realmente muy, pero que muy enfermo… y quiero comprar un milagro… ¿Cómo? exclamó el farmacéutico. Y Tere continuó hablando: Su nombre es Andrés y algo malo le ha estado creciendo en su cabeza y mi papi dice que sólo un milagro puede salvarlo, ahora dime, cuánto cuesta un milagro. Nosotros no vendemos milagros aquí, chiquita. Lo siento, pero no puedo ayudarte, dijo el farmacéutico, con voz suave. Oye, tengo dinero para pagarlo. Si no es suficiente, conseguiré lo que falte.... sólo dime cuánto cuesta.

El hermano del farmacéutico que era un hombre muy bien vestido, intervino y le preguntó a Tere, ¿Qué clase de milagro necesita tu hermano? No lo sé, replicó la niña, con los ojos muy abiertos. Yo sólo sé que está muy enfermo y mami dice que necesita una operación. Pero mi papi no puede pagarla, por eso quiero usar mi dinero ¿Cuánto tienes?, le preguntó el hombre de Chicago Un euro con treinta céntimos de euro, contestó Tere, apenas audible. Y ese es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si es necesario. Bueno, que coincidencia, sonrió el hombre. Un euro y treinta centavos es el precio exacto de un milagro para curar a tu hermanito.

Él tomó el dinero en sus manos y con la otra sostuvo su manita enguantada y le dijo a Tere: Llévame a dónde vives. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Veamos si tengo el milagro que necesitas. Este hombre bien vestido hermano del farmacéutico, era el Dr. Carlos Ramírez, un cirujano especializado en neurocirugía. La operación fue completamente gratis y sin cargo alguno por su estancia en el hospital, hasta que Andrés regresó sano a casa. Mami y papi comentaron felices de la cadena de eventos que les trajo todo esto. Esa cirugía, susurraba su madre, fue un milagro real. Ya me imagino ¿cuánto podría costar? Tere sonrió. Ella sabía exactamente cuánto cuesta un milagro,… un euro con treinta céntimos de euro… más la fe de una pequeña.

Y uno se pregunta, ¿qué es lo que Dios ve en los niños? En los evangelios hay dos pasajes diferentes que si los mediamos nos dan la clave de contestación a esta pregunta. En el primer pasaje el Señor nos dice:“Mirad que no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos”. (Mt 18,10). ¿Qué nos quiere decir el Señor con esta afirmación? Porque sabemos que todos tenemos ángeles. En la concepción rabínica de los custodios solo determinaos ángeles de categoría superior eran admitidos a la contemplación de la Majestad divina y los demás recibían las ordenes divina tras una cortina. Carece de sentido esta tesis rabínica, pues la teología de la Iglesia católica bien claro nos dice que todos los ángeles, y los humanos santificados tiene y tendrán acceso a la contemplación del Rostro de Dios. Lo que es importante y tanto ama el Señor, es sin duda alguna, la pureza de corazón de los niños.

Más claramente nos pone de manifiesto el Señor, la importancia de la limpieza de corazón, cuando también nos dice: “En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? 2 El llamó a un niño, le puso en medio de ellos 3 y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. 4 Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. 5 Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe”. (Mt 18,1-5). Lo más importante en el reino de los cielos, la gloria esencial es la contemplación del Rostro de Dios. Esto para muchas personas dominadas por el materialismo de su cuerpo, no acaban de comprender como puede ser un gozo inefable la contemplación del Rostro de Dios y ponen más interés en lo que los teólogos denominan el cielo accidental, que en general se centra en las facultades que tendremos con nuestro futuro cuerpo glorioso.

En la medida que un alma va amando más en esta vida al Señor, ella va comprendiendo la importancia de llegar a la contemplación del Rostro e Dios, algo que ningún ser viviente lo ha logrado jamás. Únicamente Moisés logro ver la espalda del Señor: “18 Entonces dijo Moisés: Déjame ver, por favor, tu gloria. 19 El le contestó: Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahvéh; pues hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia con quien tengo misericordia. 20 Y añadió: Pero mi rostro no podrás verlo; porque no puede verme el hombre y seguir viviendo. 21 Luego dijo Yahvéh: Mira, hay un lugar junto a mí; tú te colocarás sobre la peña. 22 Y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. 23 Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi rostro no se puede ver”. (Ex 33,18-23).

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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