Haber hecho esta experiencia, es lo que nos permitirá confesar nuestra fe con la vida.
Por: Pbro. Francisco Ontiveros Gutiérrez | Fuente:
Semanario Alégrate
RECITAR RESPUESTAS DE OTROS
Justo cuando en nuestro camino de
la fe comenzamos a salir de la adolescencia y nos encaminamos hacia la fe
adulta, es cuando la pregunta sobre el ser de Jesús cobra una importancia sin
precedentes. Y es que, dar cuenta de lo que Jesús significa para cada uno
constituye el asunto neurálgico de la fe. La adolescencia en la fe consiste es
repetir sobre Jesús lo que ya se ha dicho: recitar
lo que se ha escrito, memorizar los datos que han cincelado el sinnúmero de
pensadores que nos han precedido. Eso es importante, tan es así que, es
lo primero con lo que inquieta Jesús a los suyos. Pero eso no basta. Mucho nos
ayuda la confesión de fe de los demás, pero es necesario hacer el propio camino
de conocimiento del Señor.
¿CUÁL ES TU EXPERIENCIA?
Luego de haber observado el
camino de los otros y después de haber gustado sus bellas reflexiones sobre la
persona de Jesús, toca a cada uno arriesgarse y abrir brecha haciendo el propio
camino. El adolescente se rebela, pero teme correr sus propios riesgos. El
adulto, en la soledad de sus decisiones, carga con sus temores y emprende su
propio camino. Descubre que no puede seguir bajo el cobijo de los demás. ¡Necesita correr sus propios riesgos! La fe adulta
comienza con nuestras aventuras por los valles, silencios, calmas y noches
oscuras, en las que nos confrontamos de verdad, con aquello que creemos.
TÚ ERES EL SEÑOR
Confesamos con nuestra boca el
sentir de nuestro corazón. Proclamar que Jesús es el Señor, no es una tarea que
se tenga que hacer con solemnidad un día de nuestra vida y listo. La confesión
del señorío de Jesús es una confidencia que vibra distinto en cada uno. No será
la misma experiencia de los fariseos que la de los discípulos. No expresaron su
fe de la misma manera el joven rico que Magdalena. Cada uno pronuncia lo que
Jesús le significa desde su propia vida. Podemos conformarnos con repetir la
experiencia de los demás. Eso es bueno pues nos salva de correr los riesgos de
la fe, nos deja tranquilos. O, podemos ir mar adentro, arriesgarnos, andar
inquietos, hacer nuestro propio camino y decirle al Señor nuestra propia
respuesta, esa que sentimos en el corazón.
PROFESIÓN DE FE QUE ES EXPERIENCIA
San Gregorio Magno nos ha
enseñado que, solo cree de verdad, el que practica lo que cree, y, las
prácticas de nuestra fe no son ritos escondidos que no alcancemos a comprender,
los gestos de nuestra fe son actitudes que brotan de un convencimiento. No nos
persuaden las normas a priori, nos convence estar a solas con el Señor,
sentirnos como en casa con Él, acompañarlo, verlo construir la historia,
reconocerlo repartiendo la vida por todos lados. Haber hecho esta experiencia,
es lo que nos permitirá confesar nuestra fe con la vida, incluso, con las
palabras.
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